43. Y vuelta a empezar
12. Cada día nos sentamos frente al reloj. Como si examinásemos su marcha.
1. Pero sucede al contrario. Arriba, en su atalaya, no cesa de vigilarnos colgado en la pared.
2. Mi marido lo considera imprescindible. Tanto como para cambiarlo por la cometa que incluí en la lista de boda llena de ilusión.
3. Según él, solo su maquinaria tan precisa es capaz de transformar el caos en orden.
4. Por eso, durante las mañanas del café, apuramos su aroma al “prestissimo” tempo de la aguja más fina, casi invisible.
5. Y, cuando regresamos al hogar, es la más larga quien marca el plazo de silencio que compartimos antes de ir a dormir.
6. Los fines de semana, la aguja corta se impone a las otras dos.
7. Es la cadencia más lenta. El movimiento “grave” que extiende su sombra entre él y yo.
8. Una curiosidad: grave significa tumba en inglés.
9. En esos días de asueto, se obstina en mostrarme las piezas que lo componen una y otra vez.
10. Y siempre se detiene en el muelle. “El alma del motor”, dice admirado.
11. Yo, sin embargo, prefiero la fuga. Qué magnífico nombre.
María, llama la atención en este relato su originalidad, su ritmo marcado por las horas y las frases que van entretejiendo una historia en la que se vislumbra el desamor. Una apuesta sorprendente con recursos narrativos nada convencionales. Te deseo mucha suerte con esta interesante propuesta.
Gracias, amigo, por tu comentario. Eres un encanto. En realidad, Alberto, el tema que yo quería plasmar es el de la monotonía, el hastío. En fin… salió lo que salió.
Un beso grande.
La rutina tiene algo de ineludible, puede que incluso contenga un punto necesario, por lo que tiene de constancia, la base de tantos logros. Hay personas que se acomodan en la inercia, mientras que otras tratan de escapar de su influjo, de su bucle-prisión pautado minuto a minuto. Tal vez lo más sabio sea lo primero, ya que es imposible zafarse, pero puede que también el impulso de hacer algo nuevo cada día, diferente a lo establecido por unas agujas que cosen gruesas alfombras de las que no podemos salir, sea el verdadero espíritu humano, lo que nos hace avanzar, lo que, en definitiva, nos ilusiona.
Esta pareja tiene dos maneras de ver la vida, a pesar de que la comparten. De la simbiosis de ambas formas de estar en el mundo puede surgir un equilibrio interesante, debe ser por eso por lo que están y permanecen juntos.
Un relato muy original, gran virtud siempre en cualquier historia, tanto en su planteamiento como en el desarrollo, con especial importancia a las palabras vinculadas al paso del tiempo.
Un abrazo y suerte, María
Rutina, desamor, incomunicación y obsesión a ritmo de tic tac. Muy original.
Ángel, madre mía, que belleza de comentario «unas agujas que cosen gruesas alfombras de las que no podemos salir». Chapó. Me gusta más que el relato.
Un abrazo
Gracias, Edita, por comentar. Así es, todo controlado por ese reloj vigía
Hola María,
Está claro que este relato tenía que ser seleccionado. Consigues hacer disfrutar al lector contando una vida tan aburrida que un reloj es el protagonista.
Lo tuyo ha sido puro arte. Felicidades