9. Yo
La mujer miró en silencio su rostro reflejado en el espejo, no se reconocía, estaba decidida, cogería las riendas de su cabalgadura emocional. Despacio hizo como si arrancase de su cara una segunda piel, una máscara. «Compañeras no me gusta ir todos los días al gimnasio, vuestra obsesión por el físico no la entiendo. Tampoco comprendo el criticar a la nueva por el simple hecho de serlo». La mujer seguía quitándose máscaras frente al espejo. «Papá, no voy a pedirte nunca más perdón por no haber nacido hombre. Sé que te sientes defraudado pero no es mi culpa». Arrancó otra capa de piel de su rostro. «Cariño, no soporto muchos de tus juegos sexuales, y, a partir de ahora, en nuestra relación vamos a ser tres, tú, yo y la palabra NO». Una tras otra iba quitándose máscaras hasta que reconoció su rostro en el espejo, una sonrisa se dibujó en sus labios.
Cuando la mujer recibió la invitación para acudir al baile de máscaras, donde estarían compañeros, amigos y familiares, no lo dudó, iría a rostro descubierto, no más caretas.
Aquella noche, decidida, acudió a la fiesta, multitud de máscaras la observaban, nadie la reconoció.
Muy interesante, Salvador, el proceso de descomposición del personaje y la paradoja final, que no es sino el signo de nuestros tiempos.
Enhorabuena.
JM
Juan M., muy interesante tu apreciación. Todos llevamos caretas que lastran nuestras vidas. Abrazos.
Muy interesante tu micro, me ha gustado Mucho.
Suerte y un abrazo
Rosy, mi gratitud por pasarte y comentar. Un saludo y suerte también para ti.
Bravo Salvador, me ha gustado ese streaptease ante el espejo. Muy sano, además, ojalá todos pudiéramos hacerlo sin complejos. Un abrazo.
Eva, tienes razón, un striptease degenerativo que a todos nos vendría genial. Gracias por tu comentario. Abrazos.
Perdón Eva, quise decir «regenerativo», por poco mato la esencia del relato, jaja. Saludos.
Al menos se reconoció a sí misma.Curiosa manera de tomar de nuevo las riendas de su vida. Interesante. Saludos
Jesús, se reconoció, sí, pero tras quitarse muchas caretas. Una forma de hacer borrón y cuenta nueva. Muchas gracias y un saludo.
Ahora que los comentarios están on:
Guaaaaaaaaaaaaaaaauuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu por esta amazona!!!
Abrazo.
Aurora, razón tienes, valiente amazona tiene que ser para desnudarse emocionalmente. Muchas gracias por el comentario. Un saludo.
Salvador, releo y me parece ver una errata. ¿Perdon por NO haber nacido hombre?
Muchísimas gracias Aurora, hasta este momento no me había percatado de mi error. Efectivamente, falta la palabra NO. Un saludo.
Hola, Salvador.
Olé por ella, olé y mil veces olé.
Es un micro con mucha carga social, de los que te llegan dentro, de los que no se olvidan. Un acierto, Salvador.
Unos besos y enhorabuena.
Muchas gracias Towanda. Tienes razón, la sociedad en la que vivimos, a veces nos obliga a aparentar lo que realmente no somos, con tal de ser aceptados. Abrazos.
Qué bueno, Salvador. No tiene desperdicio el relato, ni en lo que dices ni en cómo lo dices. La hipocresía es nuestra máscara, sin ella no nos reconocería ni Dios. Suerte, te la mereces. Besos y enhorabuena.
Dices bien Raquel, la hipocresía y nuestros miedos, y es cierto, seríamos otros. Muchas gracias y suerte para ti también.
Seguro que se quedó en paz Ana, pero lo difícil es seguir siendo ella misma sin máscaras tras las que esconderse. Muchas gracias por tu bonito comentario. Abrazos.
Como he leído en algún comentario. Es un streaptese emocional hasta llegar a su ser. El título es inmejorable. Saludos
David, gracias por tu comentario. Me alegro que te haya gustado. Un saludo.
Estamos tan acostumbrados a mostrar diferentes rostros antes los demás que hemos olvidado nuestro “YO”. Muy buen relato, suerte.
Saludos.
Estoy contigo Beto, no deberíamos tener miedo a mostrarnos como somos. Los primeros que debemos aceptarnos somos nosotros mismos. Abrazos.
Salvador, tu cuento me traslada hasta la lectura de un libro llamado -El caballero de la armadura oxidada- Mas o menos ese es el título, lo lei hace años. Con tantas máscaras dejamos de reconocernos. Nos trasmite buenas ideas, y bien plasmadas. Suerte y saludos
Ese es el problema, Calamanda. Al igual que a tu caballero le protege su armadura, nosotros nos armamos con máscaras para protegernos de posibles lesiones contra nuestro yo. gracias y un saludo.
Me ha gustado mucho tu protagonista, tanto o más que tu relato. Hay que procurar no llevar tantas máscaras. Estoy totalmente de acuerdo con tu comentario de las 3:36pm.
Un saludo y suerte.
Sí Amélie, pero aceptarnos a nosotros mismos es también aceptar nuestros defectos, vicios, prejuicios… y eso no es tarea fácil, aunque hay que intentarlo. Gracias y suerte.
Un micro para reflexionar, El personaje va cargado de mascaras cuando se despoja de ellas y consigue llegar a su esencia a su ser, nadie lo reconoe. tristemente las mascaras triunfan. Me gusto mucho.
Un beso
Esther, parafraseando a Ortega y Gasset «yo soy yo y mis circunstancias», podríamos decir «nosotros somos nosotros y nuestras máscaras», jaja. Gracias por tu comentario. Abrazos.
Cómo me ha gustado Salvador!!! Me he reconocido en esta mujer, vamos adquiriendo máscaras para comportarnos como se espera en cada momento, y al final ya no somos nosotros mismos.
Pero hay que ser valiente para decir basta. Muy buena reflexión.
Felicidades
Asun, al igual que tú, todos nos hemos visto un poco reflejados en la protagonista, y tienes razón, hay que ser valiente y honesto para saber decir ¡hasta aquí! Gracias. Abrazos.
Me ha gustado tu relato que iba componiendo en mi mente quitándole jirones de piel a tu personaje hasta llegar a su verdadero yo que estaba muy oculto en sí mismo.
Lorenzo, tenemos que hacer una gran ejercicio de autocrítica para llegar a nuestro yo más profundo, y es muy complicado. Abrazos.
Felicidades por tu extraordinario relato.Paso a paso, despojas una realidad, hasta mostrarlo a cara descubierta.
María Jesús, cara descubierta difícil de mantener, ya que las máscaras nos acechan. Gracias y saludos.
Hola Salvador, una buena decisión la de tu protagonista, desenmascararse. Deberíamos ser nosotros mismos siempre y no traicionar nuestros principios, pero la realidad es otra. Por desgracia asumimos papales dependiendo de las circunstancias.
Me ha gustado mucho.
Un saludo
Juan, muchas gracias por tu visita. Creo que no soy el más indicado para dar consejos, más bien sería un muy buen paciente, jajaja. Abrazos.
María Elena, tienes toda la razón y al final asumimos nuestras máscaras que nos acompañan en nuestra vida. Muchas gracias. Abrazos.
Salvador, llevo dos días queriendo comentar tu texto, pero no me aparecía el recuadro correspondiente. Ya parece que sí, por fin, cosas de la técnica misteriosa.
Me encanta esa mujer valiente que se despoja una a una de todas sus máscaras. Pero lo mejor es cuando aparece con la cara limpia, con su sola esencia, y nadie la reconoce, reflejando así la tristeza de que si queremos ser visibles parece que tengamos que ponernos disfraces, uno para cada ocasión. Un texto bien narrado donde conviven sencillez y profundidad. Un saludo.
Ángel, muchas gracias por tu comentario, has descrito perfectamente la esencia del relato. Abrazos.
Mucho juego literario da el tema de las mascaras… y cierto llevamos tantas, que al despojarnos de ellas nadie nos reconoce. Muy bueno.
Andrea, me alegra que te haya gustado. Muchas gracias por tu comentario. Abrazos.
Hola Salvador. Hoy si puedo comentar.
Te paso el comentario que te dejé ayer en el mío.
Tu relato me ha gustado mucho y sobre todo el que a tu protagonista no se le reconozca cuando se muestra tal como es. Como la vida misma. Cuando nos presentamos como realmente somos, a la vista de los demás somos bichos raros.
Saludos.
Virtudes, razón tienes, pero las máscaras al final también forman parte de nosotros, nos identifican. Lo peor es la gente que tiene máscaras de quita y pon. Muchas gracias y un saludo.
Relato muy psicológico. Una terapia en toda regla. Me ha gustado. Un saludo
Concha, tienes razón, una terapia que deberíamos aplicarnos todos. Gracias por tu comentario. Abrazos.
¡Cómo me alegro que se quitara todas las caretas!! Se lee c on mucho interés.
Muy bueno tu micro. Enhorabuena y suerte.
Besicos muchos.
Nani, lo malo es que no es duradero, y tarde o temprano volvemos a recurrir a ellas.. Suerte a ti también. Abrazos.
Es difícil hacer todo ese trabajo frente a un espejo, y casi más mostrarse al mundo tal cual eres. Bravo por tu protagonista.
Un abrazo.
Inés, razón tienes, es tarea harto complicada y muy valiente el que lo hace. Gracias por comentar. Abrazos.
Me ha gustado mucho. Desprende valentía, sinceridad y épica. Consigues que al leerlo sigas a ese personaje a cualquier parte. Enhorabuena y mucha suerte.
Juan Antonio, la valentía de quitarse, bueno, de reconocer nuestras máscaras, es aceptarse como somos en realidad, y eso, tienes razón, exige voluntad. Gracias por tu comentario. Abrazos.
El problema Salvador, es que cuando te quitas todas las capas que nos protegen como si fuéramos una cebolla, nos quedamos a merced de los ataques exteriores.
Si todos fuéramos así, creo que sería difícil la convivencia.
Un abrazo
Epi, las máscaras son escudos protectores de nuestras debilidades, y al final, como ya comenté, creo que somos «nosotros y nuestras máscaras». Gracias por comentar. Abrazos.
Salvador… qué buen relato!!! Me ha gustado mucho!!!
Ese ritmo que imprimes a cada decisión que toma según va desprendiéndose de máscaras y más máscaras, hasta que por fin acaba reconociéndose. Y el giro final, juegas con la idea de la máscara, nadie reconoce a aquella nueva persona, con su «nueva» máscara, es decir, su verdadera identidad.
Has tratado el tema con gran sensibilidad, además.
Mucha suerte y te mando un abrazo
Marta
Marta, muchas gracias por tu comentario, al final la autenticidad es la máscara que nos hace menos reconocibles. Abrazos.
Nos presentas un caso atípico (por dar el paso), con el cual nos sentimos muchos identificados, esas capas de cebolla que nos ponen y ponemos para bailar en sociedad. Relato reflexivo que a más de un lector de dará envidia. En fin, que me ha gustado tu propuesta. Suerte.
Ximens, es difícil quitarse las capas de cebolla, seguro que lloramos, y como bien dices para nuestra relación con los demás las necesitamos. Muchas gracias por tu comentario. Abrazos.