64. Inocentes e hijos de puta (Montesinadas)
A ver los papeles, le requirió dentro del vagón del metro.
“Tenía que haber ido andando, todos me lo advirtieron”
Claro que sí, en la calle la gente ignora a la gente. Habrías pasado inadvertida también para ellos. Tenías que caminar, para otra, si sales de esta, ya lo sabes.
Revolvió el bolso fingiendo buscar una documentación que no existía pero, por un instante, imaginó que aparecía milagrosamente, entre el bote de henna negra y el uniforme de la empresa donde limpiaba por un salario de mierda.
¿Cuánto tiempo llevas aquí? Yo puedo conseguirte un visado.
“No sé qué decir. Mejor solo le sonrío y le doy el pasaporte”
Error. Si haces eso estás perdida. Jamás te lo devolverán.
Cogió el pasaporte y la agarró por el brazo.
Tú te vienes conmigo, una morena como tú con esos ojazos y esas tetas me hará de oro haciendo la calle y le puso una navaja que ya le pinchaba los riñones.
Lo ves, te lo advertí, ahora está violento. Las mafias actúan así. Desaparecerás entre la muchedumbre porque la muchedumbre, nunca hace nada y solo queda esperar que no encuentren tu cadáver en la Casa de Campo.
Real, opresora y ceo que, aún, demasiado habitual escena planteada de un forma cruda y sin florituras innecesarias. Los inocentes casi siempre sojuzgados por toda clase de hijos de puta. Enhorabuena, Manuel. Un saludo y suerte.
Gracias Jesús por el comentario, no necesitaba florituras prefería ser directo como las mafias que se aprovechan de chicas así. Ellos tampoco se adornan florituras.
Hola, Manuel.
Crudo tu relato como un huevo sin freír y sin cama de patatas fritas, el equivalente a la muchedumbre, un fino eufemismo que traduciría por gentuza. Lo que subyace ya lo ha explicado muy bien Jesús: el abuso del débil por la parte ubicada en la prepotencia. Técnicamente lo que me llama poderosamente la atención es esa persona buena que dialoga con la presumible víctima ante el hacer del malote. El «mierda» que aparece por ahí respecto del salario, sintetiza, sin embargo, tantas cosas. La luz es la revolución de las cucarachas, dijo Marañón. Hay demasiados insectos en esta sociedad que aborrecen la luz. Magnífico texto el tuyo. Mi muy enhorabuena y un abrazote.
Gracias Martín esa tercera voz es el supuesto autor que sabe lo que va a ocurrir y habla de manera consciente adelantándose a lo que va a suceder. Un ejercicio que me gusta. Abrazos y gracias por la lectura.
Una elemental prudencia interna aconseja a la protagonista no hacer algo tan corriente para la mayoría de las personas como tomar un transporte público, pero ella, esta vez, ha desoído esa voz. Un desliz mínimo pero fatal, que la crueldad personificadada ha aprovechado para tomarla como presa. Los lobos (aunque nobles animales comparados con el depredador de este relato) siempre están al acecho; una vez capturada su presa, ya no hay marcha atrás. Quien vive a costa de la desgracia de otros no tiene otro calificativo que el que figura en el título. Una realidad sin ambages ni concesiones, no puede tenerlos.
Un abrazo, Manuel. Suerte
Gracias Angelote siempre estás por ahí atento a la lectura de los compañeros, un placer tenerte de comentarista. Abrazos os debo a todos lecturas , lo sé.
Muy crudo y duro relato, aunque por desgracia habitual en la sociedad.
Suerte
Gracias Blanca por la lectura y el comentario. Cierto pura realidad este hábito de abandonar la gente a la gente. Abrazos
Manuel, la trata de blancas es algo demasiado habitual en estos tiempos, tu lo denuncias muy bien. Suerte y saludos
Victima del hambre, del deseo, de la codicia y de su carne.
Todo un abanico de porqués existe en este tipo de rapto de personas.
Lo has descrito valientemente y con crudeza.
Un saludo, Manuel
Es que no sabría contarlo de otra forma. Gracias por el comentario
Contundente desde el título hasta la perla final.
Gracias por la lectura y el comentario.Abrazos
Hola, Monte.
En el título está todo dicho. Quien se alimenta de las sangres de otros es eso y nada más que eso.
Uf, qué peazo denuncia. Felicidades.
Un beso enorrrrrme.
Aterrador por lo real Montesinos, tan bien lo has relatado que me puso la piel de gallina. Mucha suerte y mucha felicidad en estos días. Besos.
Impacta tu relato, Manuel. Has logrado que se nos ponga a todos cara de querer cargarnos a ese hijo de puta, del que hablas. Las injusticias y el abuso de algunos hace que brote ese instinto vengativo en los que somos meros espectadores (aunque sé que es una reacción también indeseable). Te agradezco que nos hayas traído la cruda realidad para abofetearnos con ella. Nunca está de más.
Un abrazo navideño.
Golpeas fuerte con este relato, Manuel. Duro y realista, sin florituras innecesarias. Me gusta la forma como lo presentas, bajo la apariencia de un dialogo, consigo misma, la protagonista nos cuenta su propia historia, pero parece que lo explicase otra persona.
Suerte y abrazos.