Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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AGO81. LAS PANTORRILLAS, de David Vivancos Allepuz

Le conté al médico que sentía como un hormigueo en las piernas, concretamente en las pantorrillas. Después de hacerme unas cuantas preguntas, más protocolarias que otra cosa, el doctor me instó a que me subiera ambas perneras hasta la altura de las rodillas y me tumbase en la camilla boca abajo. Y eso fue lo que hice.

Después de unos segundos de valoración y diagnóstico, las fue cogiendo con las pinzas que había sacado de un cajón del único armario de su consulta y las metió, una a una, en un tarro de cristal, parecido a los de mermelada. Cuando terminó, me mandó incorporarme y ponerme bien los pantalones. Me sentía mucho mejor, sentado en la camilla, el picor había desaparecido ya. «Aquí tiene«, me dijo, ofreciéndome el tarro, «puede soltarlas en el parque«, aunque yo preferí llevármelas a casa. En el fondo, ignoro por qué tomé esa decisión. Quizás fue que les acabé cogiendo algo así como cariño, no sé. Las tengo en un terrario y mis compañeros de trabajo y el propio doctor, con quien me acabó uniendo una gran amistad, las vienen a ver de vez en cuando.

19 Responses

  1. Ahora comprendo a mi marido que las alimenta con azúcar y campan libremente por la cocina. Desde que a él le desaparecieron las molestias de los pies. ¡jejejeje! con mucho humor, si señor.

    Suerte

  2. Gracias a todos por compartir conmigo el buen sabor de boca que os ha dejado el texto. Leyéndoos me voy enterando, poco a poco, de cuáles son las características que definen mis historias, ya que no soy demasiado consciente de ellas, la verdad.

    Y que conste que yo, a las hormigas, omnipresentes ellas, no las nombré en ningún momento, ¿eh? 😉

    Un abrazo colectivo y mucha suerte en este convocatoria de agosto,

    D.

  3. Hay personas que conservan las piedras sacadas de sus riñones o de la bilis, pero las hormigas que recorren sus venas… es muy divertido y original Tal coleccionista seguirá por guardar en su colección las mariposas de su estómago, las arañas de sus ojos, los pájaros de su cabeza, ¿verdad?
    Suerte.

  4. Muy ingenioso David, ojalá cada vez que alguien sintiese un hormigueo la solución fuese tan sencilla, pero me pregunto qué es lo que realmente se llevó a casa, porque no tengo claro que se tratase de simples hormiguitas, eso no habría supuesto tanta atención en todos los amigos y el propio doctor. Tendré que pensar en las posibilidades.

    Mucha suerte y un fuerte abrazo.

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