Del «blancoynegro» al «color» con Doisneau
Comenzamos este año 2018 inspirados por la fotografia en blanco y negro con el objetivo de fondear en esa “sugerencia”, en esa faciidad para guardar la “memoria” que permite ese formato. Para ese inicio consultamos a nuestro amigo Jose Francisco Álvarez que nos envió las referencias de unos cuantos autores que estuvieron presentes en las primera convocatorias. Y hemos querido recurrir a él para cerrarlo. Hoy cerramos el año con una última propuesta, y en este proceso, de cambio hacia el color del año que viene, le hemos pedido a Jose que seleccione una foto, y lo ha hecho pensando en ese mismo “proceso” que hubo “del blanco y negro al color” en la década de los 60. Su autor es un fotografo mítico de esta disciplina, Robert Doisneau.
Doisneau fue un parisino de origen humilde que acabó en el mundo de la fotografia casi por casualidad. Autodidacta y tímido, encontró en su adolescencia una manera de comunicarse con el mundo a través de su Rolleiflex.
Sus primeros trabajos profesionales fueron para la factoría Renault, aunque acabó despedido por sus continuas ausencias; una acttud que nos da una viva imagen de la rebeldia de su carácter, y que lo confirman sus palabras cuando decia que «desobedecer me parecía una función vital y no me privé de hacerlo».
Pero lo cierto es que los objetos inanimados estaban muy lejos de su interés, y será la cotidianeidad de una Europa en depresión y en estado de guerra la que estimulará plenamente todo su talento.
Hacia 1950, cuando ya era un fotógrafo de renombre, la revista Life le encarga una serie de fotografías sobre jóvenes parisinos que sintetizase el espíritu de una ciudad que había superado la tragedia de la Segunda Guerra Mundial. Y en esa serie se integra una de las más famosas fotografías de siempre, que se convertirá en todo un icono de la juventud de posguerra y a Paris como ese escenario de “la ciudad del amor”, la conocida como “El beso del Hotel de Ville”, de la que se dice que se han vendido cerca de un millón de ejemplares en el formato de tarjetas y posters, y que costó a su autor muchos quebraderos de cabeza en los últimos años de su vida, por algunos de los figurantes que pretendieron sacar beneficio de su éxito.
En aquellos años, Doisneau se sumergió en la vida intelectual de París acudiendo a locales de jazz llenos de bailarines de swing y retrató en ellos a personajes tan importantes como Jean Paul Sartre, Camus, Pablo Picasso o Jean Cocteau.
En 1960 la revista Fortune le encarga un reportaje sobre la construcción de los campos de golf en un incipiente Palm Springs, que inmortalizó con sus fotos, como un oasis de lujo y vida, con bonitos coches y enormes piscinas incluidas, de los felices jubilados ricos.
Y de aquí sale la foto que hemos elegido para que … la pongáis en marcha. Veamos el mundo como lo imaginó Robert, hagamos realidad aquel menasje suyo en el que decía «Mi foto es la del mundo tal y como deseo que sea».
Esperamos vuestras propuestas… dadle vida a esa maquinaria…
Pues a trabajar! Un abrazo para todos!
Ostras! Se me ha pasado el turno en la pelu!
Qué desastre?
Cada dia nos lo pones más difícil ¿eh?
Vaya, vaya.
Feliz día pata todos. No os olvidéis de darle cuerda al auto, ja, ja.
¡Pues vaya fotaza para sacar partido a nuestra inspiración! A ver qué se nos dibuja en el cerebro…