55. JULIÁN PÉREZ CAMBIÓ DE BANDO EL 16-03-2015 (Petra Acero)
Desde aquella noche, Guillermo se asegura de que todo sigue en orden entre los vivos y los muertos.
—Los muertos están muertos. ¿A que sí, mamá?
—Sí, Guille.
—Y los vivos no están muertos…
—No —su voz suena sumisa, pero triunfante—. Los vivos, ¡todavía estamos vivos!
—Mamá…
—Dime, Guille.
—¿A que un vivo puede pasar al bando de los muertos en una noche?
—Sí.
—¡Porque lo dice papá!
A veces, solo a veces, la madre levanta la vista de la labor y mira a su hijo.
—¡El epitafio! —recalca la madre, con voz de granito—. Lo dice el epitafio de tu padre.
—Pero, tú no estás muerta. ¿A que no mamá?
—No, hijo.
—Papá dijo que ibas a estar muerta esa noche…
—Guillermo. Mírame. ¡Estoy viva!
La mujer deja de tejer. Atraviesa, a conciencia, el corazón del ovillo y clava las agujas hacia el interior del cesto, como de costumbre. Se inclina sobre la cama de su hijo y, con sus dedos encallecidos, hace cosquillas al pequeño.
—Recuerda, Guille, papá está en el bando de los muertos porque se pinchó con el cesto de la labor… ¡Fue un accidente!
Amparo, los niños con su intuición lo captan todo y nos lo cuenatan a su manera, como has hecho tu muy bien. Suerte y saludos
Muy buen relato, Amparo, apunta al bando de papel.
Esas agujas tan largas que carga el diablo, que igual pueden pinchar el corazón de un ovillo de lana como una víscera. Vivos y muertos en distintos bandos, un simple gesto es suficiente para que se produzca un trasvase entre ambos. Y, en medio, un niño, que si no lo sabe todo, lo intuye, a quien no se puede engañar.
Un abrazo y suerte, Amparo
Ay, el mundo infantil!! Me parece tan rico, tan profundo y lógico, tan directo, tan… ¿a que sí? 🙂
Gracias Calamanda, Lorenzo, Ángel. Gracias por vuestros comentarios.
Un plan roto por una improvisación necesaria para la supervivencia, y de testigo las agujas de tejer y ¿el niño? Besos y suerte, Amparo.
Si esas agujas hablasen!!
Hola, Ana.
Los niños ven con esos ojazos suyos… Intuyen por las voces o los gritos… Y luego les tiene que cuadrar todo, como al lector. Como a ti, que sabes leer entre líneas, que buscas la historia oculta entre unas agujas de tejer, ¿a que sí, Ana?
Un abrazooo grande.
Esos bandos separados por una línea tan fina: el de los vivos y el de los muertos; el de las víctimas y el de los verdugos. Un texto duro, dulcificado a través de la mirada de un niño.
Mucha suerte.
Cuánto me alegro de que definas así el relato, Cristina, porque así es: la vida o la muerte, elige elige el bando, o el bando te elige a ti. Luchar por estar en este bando, en el de los vivos. Víctima o verdugo. O las dos cosas… Y después, explícaselo a tu hijo. O mejor que crea que todo fue un accidente.
Un abrazo, Cristina.
En la historia que no se cuenta, a saber cuánto habrá sufrido la madre antes de llegar al desenlace.
Buena conversación con el niño…
Saludos,
Carme.
La historia que no se cuenta es «la historia del relato». Es la que descoloca al pequeño, la que intuye, la que desbarata su lógica infantil: una cosa está o no está, gusta o no gusta, hace reír o llorar, está vivo o muerto… es queriendo o sin querer.
Me alegra que veas esa historia que no se cuenta.
Un abrazo, Carme.
Que manera de narrar amiga!! A que sí, a que no. La madre tenía la respuesta. El niño que quizás algo escuchó.
Como siempre nos sorprendes con tu relato y no parece cruel a pesar de la trama.
¡Excelente!
Un abrazo y suerte maestra.
Hola, Moli!
Qué bien hablar contigo (como si no nos separara un océano, porque las letras nos unen 🙂 )
Pensamos que a los niños es fácil de engañar… A los niños se les gana con el cariño, con unas cosquillas, pero luego hay que contarles la verdad o la casi verdad.
Un abrazooo
Buen relato donde el dialogo es más intenso de lo que en realidad parece. Esa inocencia con cuestiones que van más allá de la simpleza, unas respuestas con ese tono granito que me encanta y le da un nuevo sonido al relato. Unas agujas cansadas de tejer y de aguantar, que terminan por ser el testigo de una muerte. y una paz tras tanto sufrimiento en ese gesto de hacer cosquillas a su niño.
Fantástico Amparo. Suerte y un beso grande guapa.
Jo, Belén!! Pues ya sobra mi comentario.
Pues la historia que no se cuenta, quien la has «clavado» eres tú.
Ese papel emocionante del lector: el de leer entre líneas, el de interpretar gestos y acciones de los personajes para entender la otra historia, la que no se cuenta, la «importante»… se te da tan bien como la de escribir 🙂
Un abrazoooo
Has sacado una escena singularísima que concentra una historia que probablemente ocuparía páginas y páginas si esa madre la quisiera contar. El diálogo que has urdido está de aparecer en cualquier película de Hitchcock. Lo has clavado Amparo. Mucha suerte 🙂
Jajaja.
Gracias, Juan Antonio. Las agujas de tejer dan para mucho. Igual que las preguntas de un niño, a quien no le vale cualquier respuesta. ellos no paran hasta que todo les cuadra.
Un abrazo grande.
Magnífico relato, con un diálogo de terror. «Atraviesa, a conciencia, el corazón del ovillo y clava las agujas hacia el interior del cesto, como de costumbre».
Felicidades.
Magnífico relato, con un diálogo de terror que de verdad espanta. «Atraviesa, a conciencia, el corazón del ovillo y clava las agujas hacia el interior del cesto, como de costumbre».
Felicidades.
El narrador solo escribe la acción que observa, cómo actúa la madre antes de abandonar la labor… El lector interpreta…
Muy bien, María. Esa es la historia que no se cuenta.
Un abrazooo
Ana, cómo me gustan tus comentarios!!!!
Eres tan cercana que, aun en la distancia, parece que hablas al oído de cada persona.
Cuánta razón llevas con los de los «bandos» en cualquier guerra, pero sobre todo si encima no has tenido la posibilidad de elegir…
Un abrazoooo bien fuerte.
Julián Pérez cambió de bando, sí, aunque seguro que no estaba en sus planes.
Buena historia, Petra, tanto la narrada como la otra.
Saludos cordiales
Qué bien narrado ese «accidente», Amparo. Me ha gustado muchísimo y me parece muy hábil. ¡Bravo, escritora!
No sabía por dónde me ibas a llevar con esa conversación tan infantil (así de cansos son los niños con sus dudas)…y ¡oh sorpresa! Me has dejado helada, si me clavas a mi las agujas no sangro, ¡bravo!
Estos locos bajitos es lo que tienen, que no se les escapa una. Siempre bajo su prisma infantil, pero hay que ver que intuición. Muy buen micro, enhorabuena.
Abrazos.
Ese «accidente» doméstico acabó con una situación terrible e injusta. Lo has sabido contar con mucha maestría, como quien no quiere la cosa. Felicidades, Amparo. Saludos
Espectacular, Amparo, como siempre. La óptica infantil proporciona una lectura fácil de una escena difícil. Lo veo en el libro.
Felicidades