Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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58. TESTOSTERONA (Petra Acero)

Ella sabe cómo desnudarme sin ponerme la mano encima. Sonríe y me guiña un ojo: “¿Lo hacemos después de cenar?”. Cansado, agacho la cabeza. Como si me hubiera pillado masturbándome, extiendo la servilleta sobre mis piernas. Con Bea nunca me aburro. “¿No te apetece?”, insiste. ¡Seguro que está leyendo mi mente! Me concentro en la cena. Coloco las patatas fritas alrededor del huevo. Imagino que son indios atacando el fuerte vaquero. Pincho cuatro indios y ahogo en ketchup al Séptimo de Caballería. “¡Claro que me apetece!”, miento. La yema-fogata ilumina la masacre, como la melena de Bea ilumina nuestros juegos. Bea es rubia y huele a verano. Aflojo mi mente. Sonrío. “Si tanto te apetece, nos saltamos el postre”, me reta… ¡Indios, patatas, vaqueros, indios, patatas, vaqueros…! Que su visión de rayos X no descubra a Bea. “Mejor lo dejamos para el fin de semana”, tartamudeo con la boca llena de vaqueros sanguinolentos. Ella, insaciable, atraviesa el cuchillo panero sobre el cuenco de la fruta (formando un enorme prohibido). Ya me he quedado sin postre… “¡No soy un niño pequeño!”, protesto mientras relamo el Ketchup que chorrea hacia mi barbilla. “No me apetece jugar al Ahorcado, mamá! Además, ¡siempre ganas!”

18 Responses

  1. Jesús Garabato Rodríguez

    Para un niño comprender la facilidad que parecen tener algunas madres para adelantarse a sus pensamientos y ver a través de ellos resulta tarea imposible. ¡Todo lo saben y todo lo ven!, piensan, aunque no siempre sea cierto. Muy tierna la escena que nos muestras. Como curiosidad, tuve que informarme, en la wikipedia, de la mecánica de ese juego que desconocía y te aseguro que no me he enterado de nada. Suerte, Petra. Un saludo.

    1. Muchas gracias, Jesús.
      El juego del Ahorcado es un juego tradicional de adivinar palabras. Un juego de mesa que requiere cierta concentración, y que como muchos juegos educativos, consigues que los niños (y no tan niños) crezcan en vocabulario, atención, memoria… de una forma lúdica. Solo que a veces, como en la pubertad, a los chavales les interesan otras cosas 🙂

      Un abrazo

  2. Ángel Saiz Mora

    Todos tenemos nuestra personalidad, una esencia que creemos al margen de circunstancias, pero nadie puede negar que la química de la que estamos hechos no nos influye y de qué manera. La máquina orgánica que nos sustenta pasa por diferentes fases y la de la pubertad determina en gran medida el comportamiento. En tu relato se refleja muy bien ese momento, con un muchacho subyugado por esa sexualidad naciente que, como todo lo nuevo, le supera un poco y hasta le avergüenza, que trata de mantener oculta ante una madre a la que cree con superpoderes, capaz de verlo todo, hasta de saber lo que piensa por mucho que se esfuerce en ocultarlo.
    Por otro lado, me has recordado el juego del ahorcado, al que muchos jugamos en esos años con un lápiz y una hoja de cuaderno arrancada en ratos perdidos en el colegio, igual que a los barquitos o guerra de barcos.
    Buen relato y muy bien contado, como no podía ser de otra forma.
    Un abrazo grande, Amparo. Suerte

  3. garcos@efe.es

    Sí, Amparo, tienen razón los compañeros. Con tu maestría, tú eres capaz de una manera magistral, de describir esos superpoderes matriarcales, que aunque a veces se aproximan, nunca lo hacen tanto como quisiéramos nosotras. Así podríamos leer, de verdad, lo que les ocurre a nuestros chicos, podríamos saber de quién están enamorados, el porqué de sus actos y actitudes tan cambiantes y otras muchas cosas que nos mantienen en secreto. Pero bueno, mientras ellos crean que los tenemos de verdad, algo habremos avanzado. Un beso muy fuerte. Gloria

  4. Hola, Amparo.
    Genial tu niño que empieza a dejar de serlo. Me gusta especialmente «Que su visión de rayos X no descubra a Bea», porque es cierto que las madres tienen ese poder aunque, a veces, se hagan/nos hagamos las locas.
    Si te digo que me encanta, igual me quedo corta.
    Enhorabuena, hijademividaydemicorazón.
    Besazos

  5. Un relato lleno de imaginación, la del niño desbordante. Ay esa edad, ese dejar la niñez que camino tan espinoso.
    Me gusta mucho tu propuesta guapa. A por el papel.
    Besos.

  6. Ay esos rayos x de las mamás! Muy original enfoque de los héroes de esta propuesta, me ha gustado sobre todo esa lucha del niño concentrándose en sus patatas y su huevo viéndolos como indios. Todo para que no descubra su madre que empiezan a importar más las «Beas» que todos los juegos del mundo.
    Precioso relato, como siempre con tu sello de ternura.
    Un beso grande

  7. Bueno, pensé que era otra la historia, sin embargo, ahi están, madre e hijo, cada uno en lo suyo como suele suceder a ciertas edades. ..y que es lógico y normal y estupendo para la autoafirmacion y el desarrollo. Curioso y bien escrito tu relato. Enhorabuena. BeSos en junio.

  8. PAQUI

    Me gusta, texto ligero, rapido de leer y entender y el simil de sexo, juevo, me encanta, enhorabuena, muy original y curioso. Besos

  9. Marta Trutxuelo

    Amparo: qué bien planteas los vaivenes de la adolescencia, nuevas necesidades en un cuerpo que cambia pero con mentalidad aún infantil en ciertos aspectos. Me parece muy difícil pero lo has conseguido con nota.

    Enhorabuena!
    te deseo mucha suerte, guapa!
    Un beso
    Marta

  10. Reflejas el tránsito de una edad infantil a otra juvenil de forma admirable, nos haces creer inicialmente que se trata de un relato erótico hasta que atacan los indios. Personalmente ha empezado a desagradarme al suponer/no entender que un hijo piense esas cosas hacia su madre. Los comentarios me aclaran que Bea no es la madre sino quizás una amiga. Pero ya es tarde para romper esa primera impresión. “Ella sabe… Sonríe y me…” ¿La que sabe y la que sonríe son la misma persona? Suerte, Amparo.

  11. Asun Paredes

    Muy bueno, Amparo. Los superpoderes adivinatorios de las madres no tienen límites, y ese chico lo tiene clarísimo. Me encanta el juego de comparar las patatas y el huevo con un asalto a un fuerte.
    Un abrazo y suerte.

  12. María José Viz Blanco

    Las madres tienen muchos superpoderes y, alguno de ellos, no se ha descubierto aún, de puro oculto. Me ha gustado mucho cómo nos hablas de ello y de la pubertad y su descubrimiento del sexo.
    Un fuerte abrazo.

  13. Salvador Esteve

    Para una madre, un hijo es un libro abierto hasta que este necesita escribir capítulos más personales y empezar el viaje a otros registros emocionales. Originalísimo relato, Amparo. Abrazos y suerte.

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