Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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73. Un cocido de muerte (Javier Ximens)

La mañana que vino en busca de la anciana campesina la encontró en la cocina poniendo un puchero con los garbanzos. Te esperaba desde hace días —le comentó— pero ahora debes sentarte hasta que avíe a los animales, me hallas en mal momento, Lucero está para parir. Le puso un pedazo de queso, una hogaza y una jarra con miel y se fue al aprisco. Tras echar el forraje a las cabras —doble medida por si tardaban en descubrirla— asistió a la parturienta —esto le llevó bastante tiempo, pero ¿cómo iba a dejar sola a la criatura?—, colmó las latas de sardinas con comida para los perros y desgranó una mazorca para las gallinas. Al entrar en la cocina secándose las manos en el mandil la encontró adormilada, con la cabeza apoyada en el mango de la dalla. Ya estoy preparada —anunció—, ¿nos vamos ya o disponemos de tiempo para comernos el cocido? La vieja hilandera miró la olla y respondió que no corría prisa. ¡Ah! —dijo la anciana—, entonces voy a dar una vuelta a los quesos, y se fue hacia la quesera. Cuando regresó, la parca no estaba y se había llevado el puchero.

29 Responses

  1. María

    Jajajaja!!! ¡Qué maravilla de relato, Javier! Maravilla. Me encantó. ¿Cómo cargar con alguien que hace tanta falta en la tierra? Una joyita. Gracias por esto. Si me lo permites, lo compartiré para los talleres de lectura para niños. Tendré que explicar muchas palabras que nos son ajenas, pero eso siempre es bueno. Y ¡qué final! Gracias maestro. ¡Muchas felicidades!

        1. ¿Pues sabes lo que me sorprende y admira, Rafa y María? Que se pueda hablar de la cultura de la muerte a los niños, un tema que por estas tierras creo que no se hace y las descubrimos el día que se muere el abuelo. No sé.

          1. María

            Javier, en México el mes de noviembre es el mes de los muertos. Se come pan de muerto, en cada casa se ponen altares floridos y claro, tequila…para honrar a los familiares idos, los amigos se regalan calaveritas y ataudes con su nombre en letras doradas, se canta y se baila en los cementerios. Y los niños son parte del jolgorio desde que nacen… Tal vez por eso estamos como estamos…tal vez…! Como dice el mariachi: No vale nada la vida, la vida no vale nada, comienza siempre llorando y ¡así llorando se acaba! José Alfredo Jimenez

      1. María

        ¡Qué va, Javier! La agradecida soy yo, por vuestros magníficos relatos. Unos maestros maravillosos que tengo cada que abro estas páginas… no sé cómo me atrevo a escribir después de leerlos a ustedes, caray. Gracias a los dos. Mi gente ya conoce los relatos de Rafa y vieras cómo les gustan!!! Un abrazo enorme a ambos maestros. Consue (María Ordóñez, mi primer nombre y mi segundo apellido)

  2. Jesús Garabato Rodríguez

    Y creíamos haberlo visto todo. Hasta la muerte se derrite por el cocido de la abuela. Habíamos escuchado lo del caldo que resucita a los muertos, pero esto… Lo malo, o lo bueno, es si despiden a la pobre parca por comer dentro de su horario laboral y por incumplimiento contractual. Muy bueno y simpático. Enhorabuena y suerte. Saludos.

  3. Ojalá la muerte, cuando llega antes de tiempo, pudiera ser tentada con cocidos, paellas o similares, sería estupendo distraerla el tiempo necesario… Me ha gustado esta apuesta tuya Javier.

    Un abrazo.
    Disfruta allende los mares.

  4. Martín Zurita

    Ave, Ximens.
    No sé si vas a realizar el viaje por tierra, mar o aire, pero deseo que lo disfrutes a satisfacción. Te veo como a un moderno patricio romano, lejos de la galera Liburnia y a bordo de un redivivo y amejorado Titanic.
    Ah, el relato. «Si un día para mi mal viene a buscarme la parca…»,cuando sea más viejo todavía, echaré mano de los garbanzos de la anciana y trataré de burlar a la muerte apelando a su estómago, todo un descubrimiento. Prosa precisa y preciosa la tuya. Rica en términos que enriquecen. Bon apetit a la de la guadaña y chapeau para ti. Un abrazo fuerte.

  5. Bravo Ximens, opositando a tu hueco en el libro de forma descarada. Con un relato de manual de excelencia, dejando pistas -siempre insuficientes para gente cortita, como yo- y descubriendo la personalidad del personaje en el último párrafo y con la sorpresa de su querencia por los buenos guisos. De chapeau. El libro es tuyo.
    Abrazo.

  6. Qué bien servido el aperitivo… «doble medida por si tardaban en descubrirla», antes de presentarnos el plato fuerte. Sencillamente magistral.
    Un abrazo y que disfrutes muNcho de tu viaje.

  7. María Jesús Briones

    Una partida a lo Bergman, entre la mujer y la Parca, con victoria de la primera. Es que los habitantes rurales, con su ciencia y sapiencia,
    son capaces hasta del desafío a lo imposible.
    Saludos cordiales, Sr. Ximens.

  8. Ángel Saiz Mora

    Va a ser cuestión de preparar cocido a diario, que nunca se sabe cuando puede llegar la señora de la guadaña. Mejor correr el riesgo de que se lo lleva y quedarse sin comer un día, que se marche con el alma y no poder volver a probarlo. El título es perfecto, la redacción impecable y el final sorprendente y socarrón. Sucederá o no (yo espero que sí), pero este plato tiene los ingredientes para inmortalizarse en papel.
    Un abrazo fuerte y suerte, Javier

  9. Como no podía ser de otra manera me has sorprendido maestro. Vaya manera de entretener a la parca. Un cuento magistral que nos deja boquiabiertos al final.
    Siempre aprendo de ti.
    Un gran abrazo y suerte.

  10. Salvador Esteve

    La anciana es un pilar de dedicación que sustenta todo el universo de su entorno. La parca lo comprende y acepta una vianda suculenta como prenda a la existencia. Muy buen relato, Ximens, que ironiza sobre la muerte y sobre la vida. Abrazos.

    1. Cuando hablamos de la mujer en el mundo rural mi observación con familiares es que la mujeres no tienen tiempo para morirse, además de la casa y de la familia, tienen que faenar en el campo, encargarse de los animales y tantas tareas más. La anciana no puede irse sin dejar aviado al ganado. Lo del cocido es para sacar una sonrisa. Muchas gracias por vuestros comentarios.

  11. Hola, Ximens.
    Un cocido de muerte: un título que ya nos adentra en algo más aparte de lo culinario.
    Es tu personaje alguien que me produce mucha ternura porque aunque hacía días que barruntaba a la otra, no puede marcharse sin dejar todo aviado.
    El final está muy bien logrado para sacarnos una sonrisa. Me gusta, Javier.
    Ah, que sepas que dicen que también está de muerte el cocido que preparo yo los domingos de invierno. Espero que me pase lo mismo que a tu campesina.
    Un abrazo grandísimo.

  12. Jajaja. Pedazo de relato: simpático, irónico y realista.
    Yo nunca vi a mis tíos y mi abuela parar para morirse.
    No sé de donde sacaban las fuerzas, la verdad. Tal vez por eso iban encorvados, para no perder tiempo en agacharse a echar a los animales, a cavar, a recoger las patatas, acarrear paja o sacos de…
    Qué bien has reflejado todo ese trabajo de la gente del campo (y además, las mujeres, con los pucheros, el lavadero, los críos…).

    Un abrazooo grande, viajero.

  13. MªBelén

    Si es que la vida de las mujeres en el campo es un sin vivir, ni tiempo tienen de morirse, además de hacer unos platos de cuchara para chuparse los dedos o morirse de gusto.
    Bien traída esa imagen final, que arranca una sonrisa te deja sorprendido por tal invitado en la escena.
    Como siempre un gusto leerte Javier.
    Un abrazo grande.

  14. Había sido glotona la Parca… ¡Menos mal! Y realmente debe haber estado de rechupete ese cocido, porque para tentarla a ella… ¡Mamita!!!
    Me saco el sombrero ante la doña y ante usted: no cualquiera hace esperar a la muerte…

    Un beso grande,
    Mariángeles

  15. laly Del Blanco Tejerina

    Me encanta Javier. Ya lo había leído, hoy con la selección lo releo y «me encanta màs».
    Enhorabuena. Lastima competir contigo! Preferiría que tu relato no fuera tan bueno (humor leonés)

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