Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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74. Todos a una (Rosy Val)

El médico era un mujeriego. El cura demasiado moderno. El maestro y el alcalde descaradamente rojos. Tampoco le gustaba el pan de la Rupela ni le compraba los melones al frutero. Le irritaban los perros, las mozas con los mozos. Prefería las calles de aceras vacías… de niñas y rayuelas, de chicos y peonzas, de sillas a la puerta. Jamás se juntaba con las demás mujeres: “No soy ninguna alcahueta. No zurzo calcetines. ¡Yo no meriendo mortadela!”.

Recuerdo a la Honoria, rolliza y pejiguera, en su intocable 600 y sus invariables viajes a la capital. A los convecinos reunidos, acordando la manera y el día en que acaecería el último. Y a Saturnino, el pregonero y alguacil, después de sonar la corneta, cantando aquel singular bando:

“Se hace saber por orden del pueblo, que hoy la iglesia cerrará sus puertas a feligreses y penitentes. En la taberna del Tiburcio, se servirán gratis vermuses y perrunillas. Las mujeres prepararán viandas, los hombres la bebienda. Los quintos vestirán el salón de plenos con guirnaldas y farolillos, y entrada la tarde, aviaos con nuestros mejores hatos, aguardaremos tras los visillos del ayuntamiento a que el coche fúnebre abandone las calles desiertas”.

35 Responses

  1. Jesús Garabato Rodríguez

    Perfectamente escrita y ambientada la crónica que nos dejas, Rosy. Nos muestras de forma eficaz a ese, o esa, cascarrabiaas y aguafiestas, habitual en cualquier pueblo. Su personalidad y forma de actuar ha servido para unir, al menos en una ocasión, a todos los vecinos queriendo cumplirle el deseo de que, a su paso, permanecieran las calles vacías. Enhorabuena y suerte. Saludos

    1. Si el pueblo así lo ha querido, quiénes somos nosotros para llevarle la contraria.
      Jesús, estoy muy agradecida por tus palabras, sobre todo porque tenía muchas dudas… si gustaría, incluso dudé si mandarlo o no…
      Un abrazo grande.

  2. Ángel Saiz Mora

    Has descrito muy bien el ambiente de esos pueblos entrañables, que venían a ser una gran familia, en general bien avenida, donde no había secretos. Gran contraste con nuestras impersonales sociedades urbanas, se supone que evolucionadas. No obstante, en todos los colectivos siempre hay excepciones que confirman la regla, ovejas negras que no acaban de integrarse. Tu protagonista hubiera querido vivir de forma anónima en un piso de una gran capital, sin trato con ningún vecino. Aún así, en el pueblo se le rinde un homenaje de calles vacías en su último paseo, como a ella le gustaban, lo que no quita para que su despedida sirva de excusa y, todos a una, organicen una pequeña fiesta colectiva, acorde con el alegre espíritu mayoritario.
    Un abrazo, Rosy. Suerte

    1. Se adelantaron, no tuvieron paciencia con la Honoria, creo que tenía intenciones de irse a vivir a la capital…
      Muchísimas gracias por ver mis historias así de bien.
      Un besote

  3. María

    No pues, sí… le dieron «por su lado». Excelente relato, Rosy, que deja entrever otra vida en esa capital… Qué manera de encontrar el personaje… yo sigo buscando… ¡Muchas felicidades, maestra!

    1. María, así se sube la autoestima,vaya un subidón.
      Espero que hayas encontrado ya a tu personaje… estaré encantada de conocerlo, aunque antes, tendrás que darme más pistas…
      Un beso enorme y muchas gracias por ser tan generosa conmigo.

  4. Martín Zurita

    Hola, Rosy
    Un título magnífico (Todos a una como en Fuenteovejuna) y una recreación perfecta de un pueblo de otrora. Qué estupendamente nos ofreces la jerga de aquellos tiempos. Un personaje muy bien retratado, como apunta María, que da pábulo a la organización de esa pequeña fiesta colectiva que sugiere Ángel, que, como señala Jesús, deja las calles vacías. La muerte generando vida no deja de ser una bendita paradoja al margen de la iglesia. Estupendo relato el tuyo. Besos.

    1. Martín, para magnífico tu comentario,(aunque exagerado, ;-)), pero a quién le amarga un dulce?
      Eres muy amable y te doy las gracias por acercarte hasta aquí.
      Un beso enorme.

  5. Andaaaa, la pobre Honoria. Tanto que protestaba, tanto que abominaba las costumbres de los otros y al final, ahí se fue como todos, con los pies por delante.
    El muerto al hoyo y el vivo al bollo.
    Vaya este brindis por las costumbres de los pueblos. Zurzir, coser, lavar o pasear, cualquier excusa es buena para «criticar» un poquito al de al «lao»
    Ahora tenemos la televisión ¿Dónde encajaría ahora la Honoria?
    Por eso se fue.
    Felicidades y buenos deseos de que pases un bonito día.

  6. María Jesús Briones

    A través de unos personajes bien dibujados con características propias, recreas el mundo rural , creando una atmósfera muy creíble, y ese punto de inflexión que es Honoria, la rebelde, que pasa de ocupar el 600, al coche fúnebre.
    Besito virtual, Rosy

  7. Me gusta tu análisis, Maria Jesús, creo que buscaba eso, que este pueblo y sus vecinos tuvieran una vida no muy alejada de lo normal. Es un honor que te acerques hasta mis letras.
    Un beso, idéntico al tuyo… 🙂

  8. «El pez por la boca muere.» Solito, agregaría yo. A esta mujercita le queda chico el término «mala onda». Y no hay dudas de que partió al cementerio en su ley: solita y sola.

    Me gustó mucho, ROSY, sobre todo porque en 200 palabras pintaste de cuerpo entero al personaje, y eso no lo hace cualquiera.

    Cariños,
    Mariángeles

  9. Salvador Esteve

    La Honoria nunca se integró física ni emocionalmente con su pueblo, huía de apegos y complicidades. Con un lenguaje muy cuidado, nos adentras en los sentimientos del desafecto por un entorno que no ha elegido. El final, con ese irónico bando, genial. Muy bueno, Rosy. Abrazos y mucha suerte.

    1. En efecto Salvador, por que aparte de no integrarse, miraba por encima del hombro a los demás… Es que mi «Honoria» era muy suya.
      Gracias por dejarme este agradable comentario.
      Un abrazo.

  10. Hola, Rosydemiarma.
    A esas aguafiestas hay que darles lo que merecen.
    Qué chulo el micro con sus «vermuses y perrunillas», con ese lenguaje tan bien traído y con ese cierre magistral.
    Te deseo mucha suerte y te dejo ya docenas de abrazos.

    Pd: Las perrunillas me encantan, me encantan.

  11. Querida Ana, este comentario dice mucho de ti, lo buena gente que eres, de tu sensibilidad… pero me temo que en este caso, la Honoria tenía un poquito de mala leche. Vamos, o eso dicen quienes la conocieron, 😉
    Un abrazo fuerte y ¡¡¡Gracias!!!

  12. Mi Towanda, lo tuyo empieza a ser pasión de amiga, me preocupas… jajaja
    Muchas gracias, preciosa, recibidos esas docenas de abrazos. Yo te mando solo un beso, pero ¡ASÍ DE GRANDOTE!

  13. Describes tan bien esas gentes y costumbres, que más que leer tu relato consigues que paseemos por él. Es como si viviéramos dentro y lo estuviéramos contando con la familiaridad de lo que se conoce de toda la vida.
    Muy difícil lo que has logrado, Rosy. Enhorabuena.
    Un abrazo.

  14. José Luis González

    Una verdadera estampa de pueblo, con alguacil pregonero incluido lanzando el bando a toque de corneta, aunque el seiscientos le da un toque más contemporáneo. Lo que me resulta curioso es lo del médico. Y lo digo no solamente porque aparece en tu relato, sino porque en algún otro también lo he visto. Hoy día, hay muchísimos pueblos a donde el médico va ciertos días de la semana. Pero allí no vive permanente. Y tampoco la farmacia abre todos los días de la semana.
    En fin Rosy, como decía al principio, una bonita estampa pueblerina muy bien contada, con una prosa acorde a aquellos tiempos, e incluso el primer párrafo con un toque poético agradable de leer.
    Suerte

    1. Hola, Jose Luís, pues la historia he querido encuadrarla en los setenta, y como curiosidad, Honoria se sacó el carnet de conducir gracias a su padre, que creo que era así como se conseguía de aquella, ¡¡¡con el permiso de algún varón cercano!!! 🙁 Y es verdad lo que dices de los médicos, pero el de mi cuento, vivía en el mismo, aunque también atendiese los pueblos vecinos.
      Me ha gustado mucho encontrarme con tu comentario.
      Gracias y un abrazo.

  15. ¡Hala, Rosy, qué desenlace tan bueno!
    No me lo esperaba.
    Sus convecinos le dieron el último adiós como a ella le gustaba: «Le irritaban los perros, las mozas con los mozos. Prefería las calles de aceras vacías…»
    Me ha gustado tu relato, Rosy: original, realista, simpático, triste, duro… (chica, lo tiene todo 🙂 )

    Un abrazo grande.

    1. ¡Sageraaaaaaaa, la Amparito, precisamente ella, la especialista en inesperados y fabulosos desenlaces! jajaja
      Muchas gracias, Petra, me ha encantado verte por mis humildes letras.
      Un abrazo, aún más grande.

  16. Enrique

    Qué mejor respuesta a la muerte de una persona así que un contra-homenaje, por mucho que, paradójicamente, viniera a cumplir con esa poco grata voluntad que mantuvo en vida. Muy bueno, Rosy. Me gusta mucho tu retrato del personaje, pintoresco como corresponde, y con esas palabras de su boca que lejos de legitimar su actitud contribuyen a reprobarla. Encuentro también muy ingenioso el modo en que resuelves la historia a través del pregón.
    Enhorabuena y un fuerte abrazo. Suerte!!

  17. MªBelén

    Siempre hay algún vecino que no está de acuerdo con nada, que todo le irrita y prefiere la soledad que verse inmersa entre los habitantes del pueblo.
    Bien se han portado o bien se han vengando al reunirse todos y dejar las calles vacías para que su cuerpo pase hacia la ciudad que quizá era lo que ella anhelaba siempre.
    Me encanta la manera en que nos lo has mostrado, parece que ya me iba a engalanar para acudir a ese vermuses y perrunillas gratis.
    Fantástico Rosy.
    Un beso bonita.

    1. ¡Vamos a darnos prisa, que las perrunillas se acaban! 🙂
      MªBelén, encantada de verte por aquí, veo tu nombre en la lista de últimos relatos, ahora iré a comprobar con qué bellas palabras adornas tu historia.
      Un beso enorme.

  18. Rosy, creo que esta Honoria llevaba una doble vida. Por eso era intratable en el pueblo, pues no quería que se enteraran de lo que hacía en la capital, interpreto que escondía algún secreto. Un estupendo relato que me ha gustado mucho.
    Saludos.

  19. Una descripción fantástica de la protagonista, con su particular carácter, y un bando municipal (también bastante peculiar), te han bastado para hilvanar una historia excepcional. Me gusta mucho el modo como lo has conseguido.
    Suerte y besos,

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