Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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02. Anatomía de un calamar

 

Daniela prefiere las sardinas asadas, con sus tripas intactas. Últimamente le apetecen mucho. Pero él ha traído chipirones. Los quiere rellenos.

Trata de evadir la mente mientras los limpia, aunque no puede evitar el temblor de manos al vislumbrar en esos ojos fijos e insensibles la mirada de su padre. Los tentáculos llenos de ventosas parecen sus dedos viscosos, atrapándola, explorando ásperos cada resquicio. Imagina su nariz ganchuda al arrancar los voraces picos de loro. Y esa gelatina blanca que se adhiere a sus dedos la lleva al borde de la náusea.

La arcada incontenible llega cuando, del interior de uno de ellos, sale un pescadito medio devorado, se escurre sobre el montón de entrañas y desaparece para siempre por el desagüe del fregadero. Recuerda otro desagüe, el sabor amargo del bebedizo de ruda y artemisia mezclado con lágrimas, dos pececillos ensangrentados perdidos por las cañerías. Recuerda querer morirse, recuerda querer matarle.

Suenan pasos. Traga saliva. Apura la labor con la receta que usaba su madre, como él exige. Meter ese relleno en los cuerpos es antinatural. Se estremece. Acaricia su vientre. Llora. La cadena del tobillo frustra, una vez más, su intento de alcanzar el veneno de las cucarachas.

 

14 Responses

  1. Javier Arroyo

    Hola Eva,

    Has conseguido estremecerme. Duro y magistral relato, muy bien contado. Suerte, aunque tu calamar no la precise.

    Saludos

  2. María Jesús Briones

    Genial, Eva. Tu relato insinúa otra realidad que creo se esconde tras estas impactantes imágenes. «Dos pececillos ensangrentados perdidos por las cañerías».
    Te deseo la suerte que el micro merece.

  3. CALAMANDA NEVADO CERRO

    Eva, tu fenomenal forma de contar esta historia le da un ritmo y una brillantez increible. Suerte y saludos

  4. Ángel Saiz Mora

    Imaginamos los monstruos con un aspecto repelente, distinto, que al menos sirve de avisador de quién tenemos delante. Pero a menudo nada externo hace vislumbrar a la mente enferma, que en público y con los demás sabe comportarse, puede que hasta tenga amigos y compañeros que elogien su buen carácter. Alguien capaz de retener a su propia hija, y hasta dejarla embarazada en contra de su voluntad, no merece llamarse humano. El miedo y la angustia de tu protagonista duele y llega.
    Un abrazo y suerte, Eva

  5. El paralelismo entre el calamar y esa deleznable relación de la protagonista con su padre sirve para contarnos una historia de horror perfectamente rematada con la imagen final.
    Aunque queda mucho por leer, apuntado queda como favorito.
    Suerte, Eva, y un abrazo.

    1. Eva García

      Un honor que así lo pienses, muchas gracias. El relato nació limpiando chipirones, como imaginarás, pero ahí acaba cualquier parecido con la realidad. Un abrazo maestro. y gracias.

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