07. En barbecho
Mamá dice que ser dueña de una granja es como tener un tesoro, que ya lo entenderé cuando sea mayor, aunque no la veo muy contenta, porque se encarga de arar, regar y sembrar la tierra ella sola. Siempre se queja de que yo le diera miedo a papá y decidiese abandonarnos antes de que naciera, en el momento que más lo necesitaba para cuidar la cosecha, y que por eso nadie habla con nosotras ni nos dejan ir a la iglesia los domingos, que es lo que hacen otras mamás y papás con sus hijos.
Yo no entiendo cómo mi papá pudo asustarse sin ni siquiera haberme visto, y entonces pienso que debo ser muy fea y me pongo triste, igual que a veces parece sentirse mamá. Todas las que sé que no me quiere mucho y me grita enfadada. O las que empieza a beber de la botella que guarda en su habitación, y se abraza ella sola para darse calor. O cuando se acuerda del campo que sigue en barbecho sin aprovechar sus mejores años para cultivarlo porque no encuentra ningún hombre que quiera ocuparse de él. Y me mira como si yo tuviese la culpa.
¡Mil gracias, Juan! Se hace lo que se puede y como mejor se sabe, y ahí andamos, aprendiendo un poco de todos.
Un abrazola, qué menos, después de tu hipérbole.
Ser madre soltera, hasta no hace mucho tiempo, era un estigma terrible, no solo para la mujer, también para la descendencia. El padre biológico que disfrutó de un momento y no asumió responsabilidades causó mucho más daño que el que imagina, si es que imagina algo y le queda algo de conciencia. La desesperación de esta madre conduce a la amargura, a la inacción y a la bebida, ante la realidad de tener que afrontar sus mejores años sola, con una sensación de abandono terrible y su hijo como víctima inocente.
Un relato lleno de maestría en el contar de forma indirecta y con elegancia.
Un abrazo y suerte, Rafa
Muchísimas gracias por tu lectura y visita, Ángel. Y, por si nadie te lo había dicho, que lo dudo, para elegancia, de largo, la tuya.
Un abrazo.
Una maravillosa historia contada desde la aparente inocencia de una niña pero con el toque perfecto de crudeza y amargura. Sorprendente y magistral. Abrazos y suerte, tocayo.
Siempre es muy agradable que una historia nuestra llegue con tal intensidad a un lector. Me alegro de que la hayas disfrutado.
Muchas gracias por la visita, el comentario, el deseo y los abrazos, Rafael. Desde aquí te mando otros de vuelta.