Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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13. Catalepsia (Susana Revuelta)

—«Las siete y media es un juego vil, y un juego que no hay que jugarlo a ciegas, pues juegas cien veces, mil, y de las mil ves, febril, que o te pasas o no llegas» —se burlaba siempre que ganaba doña Elvira, recitando las estrofas de don Mendo.

Mientras llegaban la parentela y vecindario, doña Elvira y su hija, con velos negros y rosarios enroscados en las manos, esperaban en el velatorio improvisado en el salón jugando a las cartas. Ni  el réquiem que se repetía en el disco rayado, ni el tufo a incienso, bálsamos y cirios, les distraían. Fueron los gritos de Laurita lo que les hizo dar un respingo.

―Qué inoportuna la puñetera cría ―gruñó la abuela mientras se giraban hacia el ataúd.

Vieron entonces a la niña, que se había encaramado al féretro del abuelo y se entretenía arrancándole uno a uno los pelos de la nariz.

—¡Ha resucitado, mirad, está llorando!

Una lágrima involuntaria, eso era todo. Un acto reflejo causado por la depilación, le explicaron ambas, enviándola a la cocina. Antes de sellarle con cera derretida los labios, le taponaron con dos bolas de algodón la nariz y después regresaron a su partida.

 

5 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    No sabemos a ciencia cierta si la explicación de la lágrima es válida, quizá el muerto no lo estaba, o sí, lo que está claro es que doña Elvira y su hija ya le han dado por amortizado y están más interesadas en seguir con su partida.
    Un relato que, bajo la aparente sencillez de un suceso menor, enmascara una actitud de una crueldad absoluta.
    Un abrazo y suerte, Susana

  2. Tremendo relato, Susana, por lo tremendamente bien escrito y por lo tremendo que cuenta… Me recuerda a un documental visto hace años, que explicaba el por qué los velorios eran/son tan largos y mostraba una serie de ataúdes que tenían mecanismos que se activaban desde adentro (banderas, por ejemplo) para que el «muerto» pudiera activarlos y avisar a los deudos que, de hecho no lo estaba… ¡Pobre «finado»! No me gustaría estar en su pellejo, sintiendo algodones en las fosas nasales, cera caliente en la boca y oyendo a madre e hija timbear ahí, tan campantes… Tremendo mal la ludopatía, que ni a los duelos respeta…

    Besos,
    Mariángeles😇😇

  3. Isabel Cristina Fernández Sánchez

    Qué tremenda historia tan mínimamente y bien contada. Explica perfectamente hasta donde puede llegar una persona que padece esta patología. Magnífico micro. Enhorabuena

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