Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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14. París

Me asomo a los almuerzos pausados de los fantasmas y envidio su bienestar. Al principio, iluso de mí, me gastaba alguna moneda en esos preciosos cafés tratando de emularles. Un día tuve la suerte de recalar en una mesa recién abandonada. Tal vez demasiado apresuradamente. Pero no recabé en el hecho de que su salida acelerada fuera provocada precisamente por mí. ¡Cómo podía imaginarme yo que mi sola presencia iba a espantar a alguien! No lo vi venir. Y cuando los camareros empezaron a alentarme a que me marchase, yo al principio no comprendía.

Delante de mí veo a un gendarme que se acerca pausado y no deja de mirarme. A mi vez le miro a los ojos. Un brillo de desafío recorre la calle. Parece que todo se detenga. Incluso la gente parece apostar en ese duelo imposible. Casi puedo oírlos jalear, y yo, trémulo y sudoroso, ya no puedo defraudarles.

Tengo miedo al dolor. Y tengo mucho miedo a la cárcel. No soy bien recibido allí. Y no quiero más albergues ni expulsiones, ni multas, ni desprecios. Cuando hui de mi país me engañaron los oropeles. Nunca imaginé que hubiese algo peor que el hambre.

 

4 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Nacer en un país devastado por la pobreza, la corrupción y las guerras, rodeado de otras naciones en situación similar, condiciona y de qué manera. Intentar huir del hambre y la necesidad a un lugar próspero supone un viaje peligroso. Tener un mal recibimiento, ninguna comprensión y recibir terribles prejuicios ha de ser un infierno.
    Reflejas muy bien esta realidad desde la experiencia creíble de uno de sus protagonistas, alguien que no parece tener nada más a lo que aferrarse, un superviviente con escasas esperanzas, un drama de nuestros días que no cesa, al contrario.
    Un abrazo y suerte, Susana

  2. Susana Díez

    Quería destacar la propia extrañeza del personaje. La visión de los otros es la que le hace sentirse distinto. Muchas gracias por tu atinado comentario.

  3. Isabel Cristina Fernández Sánchez

    Hola Susana, expresas muy bien la vida de un inmigrante, que normalmente llega en patera a nuestro país y sufre ese recibimiento y esa incomprensión; lo peor es que en cualquier país de Europa te reciben así si eres de piel negra.
    Enhorabuena por contarlo en tan pocas frases y con las palabras exactas.

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