1FC. ENCUENTRO 10
20 Yolanda Nava
Los participantes aquí señalados tendrán que publicar en el espacio reservado a los comentarios de esta entrada del blog, un relato INÉDITO de un máximo de 100 palabras antes del plazo fijado. En esta ocasión reduciremos las condiciones a una sola, y aprovecharemos para hacerle un pequeño homenaje a esas canciones de los años 80 y 90 que ya son eco de una época.
EL TITULO del RELATO será: Cómo pudiste hacerme esto a mí
PLAZO: antes de las 20 horas del LUNES 2 de febrero.
Cumplido el plazo, recibiréis en vuestro mail un enlace para que votéis a un relato de otro encuentro (se os asignará al azar)
El resultado de este encuentro se hará público en una entrada general de la sección EnoTiCias.
Holaaaa, eco, ecoooo, o hay un poltergeit en mi ordenata o esta entrada aparece vacía, por favor, poned las condiciones y el título que estoy impaciente por empezar.
Gracias!
Gracias por la rapidez.
Vale, vale… pero qué prisas… Tira tú primero, tira, que a mí me da la risa floja…
No, primero tú por favor, es que pensé que acababa antes el plazo, pero hay tiempo 😉
CÓMO PUDISTE HACERME ESTO A MÍ
Me lo repetías con machaconería de metrónomo. Cómo pudiste, cómo. Pasaba un rato y venga. Cómo pudiste. Parecía que se te había olvidado y otra vez a la carga. Cómo. Y así un día tras otro, una semana, dos. Cómo pudiste, tío. Un mes y otro. Cómo. Yo tengo paciencia, vaya, pero hasta cierto punto. Cómo pudiste. Y lo malo es que se me acabó olvidando qué te había hecho. Cómo. Así que no tuve más remedio que endilgarte el marrón aquel y llamar a la pasma. Lo que no sabía es que acabaríamos en la misma celda.
COMO PUDISTE HACERME ESTO A MÍ
Aunque me resisto a creerlo, todo apunta a que has sido tú. Por primera vez desde que estamos juntos te has ido sin despedirte, y tu abrecartas está junto a ellas que yacen exangües en el suelo. Creí que te gustaban. Las alisabas con mimo y me consolabas de las burlas de la gente, qué sabrán ellos de la auténtica belleza, de lo diferente: nada –decías convencido-. Pero una punzada de dolor en la espalda, y otra de decepción muy cerca del alma, me confirman que es cierto, que me has cortado las alas, que no me quieres libre.
Leídos seguidos podría parecer que un relato prolonga el otro por la primera persona y el reproche/ acusación, pero qué vuelco da cada uno por lo criminal y por lo pasional que los diferencia. Suerte.