Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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31. Blanca y radiante

Con su porción de tarta a medio terminar, Francisco mira el reloj: queda poco para que le lleven de vuelta a la residencia. Se levanta y anuncia que necesita subir al altillo. Sus hijos y nietos, reunidos por su cumpleaños en la casa familiar, se miran extrañados.  ¿Qué mosca le ha picado? Arriba solo quedan trastos viejos y algunas cajas con la ropa de la abuela, fallecida hace varios meses. Solo la hija mayor se atreve a decir que, a su edad, la escalera plegable es peligrosa y podría caerse. Él la mira con la determinación suficiente para que no insista más.

Deja atrás a su perpleja familia y se sitúa frente a los peldaños de metal. A medida que los sube, su corazón late más fuerte. Sospecha que es su última oportunidad de saciar el doloroso y secreto anhelo que le acompaña desde siempre. Cuando llega arriba, grita que está bien y que no le molesten. Cierra la trampilla y, sin perder tiempo, empieza a abrir cajas.

Minutos más tarde, está llorando frente al agrietado espejo. Por fin, a sus ochenta años, a salvo de miradas indiscretas, Francisco es la novia más radiante del mundo.

12 Responses

  1. Pobre Francisco, tener que ocultar toda la vida un secreto tan pesado. Pero así eran antes las cosas. Por suerte, ha podido ver cumplido su deseo aunque sea casi un extremis.
    Muy bien narrado, Sara, me encanta la frase final. Abrazote.

  2. Rosalía Guerrero

    Lástima que haya tardado tanto en decidirse. Aunque confieso que antes de llegar al final pensaba que echaba de menos a su mujer, o que la tenía momificada y vestida de novia en el desván. En fin, macabra que es una…
    Suerte, y el abrazo ¡¡te lo doy el viernes, oeeee oeeee!!!

  3. Rosa Gómez Gómez

    No debe ser fácil salir del armario a su edad.
    Una persona mientras funcione cognitivamente está en su derecho de hacer aquello que le apetece, tendemos a coartar la libertad de los mayores con la excusa de protegerlos. Menospreciarlos les hace sufrir y puede deteriorar no sólo su autoestima, sino su salud.
    Un relato con aire fresco.

    1. Sara SH

      Hola Rosa, completamente de acuerdo, deberíamos escuchar más nuestros mayores, en lugar de subestimarlos. Son sabiduría pura! Un abrazo y gracias por comentar

  4. Ángel Saiz Mora

    Qué liberador habrá sido esa transformación de Francisco, toda una vida de represión y disimulo por «el qué dirán», revelada y disuelta al final, cuando la evidencia del poco tiempo restante hace que los secretos y las convenciones sociales ya no tengan sentido.
    Un abrazo y suerte, Sara

  5. Hola, Sara. Te confieso que yo tampoco vi venir el final. Imaginé que Francisco extrañaba a su fallecida esposa, no que, a sus ochenta años, por fin pudo saciar ese «doloroso y secreto anhelo» que lo acompañaba desde siempre… Justamente esa frase me da la pauta de que ni sus hijos ni su esposa tenían idea de nada (y si su esposa supo tenerla, bien que se la supo callar).

    Un micro blanco y radiante como la verdad, en este caso, una verdad que da dolor leer (y me imagino que aún más vivir).

    Un abrazo grande,
    Mariángeles

    1. Sara SH

      Muchas gracias Mariángeles por leer y comentar, me alegro de que el final te haya sorprendido. Y sí, una verdad de lo más dolorosa, no quiero imaginar vivir así toda una vida.
      Un abrazo muy grande

  6. Relato con expectación hasta ver qué buscaría el abuelo en el altillo y sorpresa totalmente insospechada al final. Coincido con los comentarios anteriores, lo difícil que era en aquella época vivir una situación así (aún es difícil ahora…).
    Y el vestido ha hecho muy feliz a 2 personas, que ya es decir.
    Un abrazo, Sara.
    Carme.

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