42.- Destino (Adrián Pérez)
Cansada de dar vueltas y vueltas durante años, la bailarina deja caer sus brazos y, tomando impulso, salta fuera de la caja de música. Ha oído hablar maravillas de su ciudad –dicen que incluso hay un tren que va por debajo de la tierra–, pero nunca ha visto más allá de estas cuatro paredes. Sin embargo, ahora está saliendo de la habitación, cruzando el salón, encontrando un resquicio junto a la puerta principal, atravesando el jardín y colándose entre los barrotes de la verja que da a la calle. Mientras camina, se ve en mitad de un gran escenario, junto a otras bailarinas –siempre tuvo ese anhelo–, y siente el clamor de un público que la hace brillar como la joya más preciada de todas las que custodió bajos sus pies. Es en medio de sus ensoñaciones cuando se encuentra con la señal de metro recortando el cielo y, bajo ella, el seis, su número de la suerte. Siente una corazonada. Baja corriendo las escaleras que la llevarán hasta el tren que tantas veces imaginó. Lo que aún no sabe es que el seis, además de ser su número favorito, es también el número de la línea circular.
En la ranchera «El rey», el destino del protagonista era «rodar y rodar». como el de esta pobre bailarina, acorde con el titulo. Para una vez que supera las barreras físicas que la mantenían recluida, se mete ella solita en un bucle. Eso sí, va a conocer una línea de metro y a sus pasajeros en profundidad. Seguro que su vida cambia, los entornos nos condicionan.
Hay historias que hablan de superación, en línea con eso que llaman autoayuda. El tuyo, sin embargo, tiene la singularidad de contar algo que también sucede: hay destinos que, aun con empeño, no parecen poder cambiarse, al menos en su esencia.
Un saludo y suerte, Adrián.
Hola, Ángel. Como siempre, eres certero y profundo en tus comentarios. El destino es algo que todos desconocemos, si bien hay quienes creen que todo está perfectamente planificado para cuando llegamos a esta aventura que es la vida. Yo no pondría la mano en el fuego por una versión u otra sobre la existencia del destino, pero qué más da mientras hagamos cada día aquello que nos hace sentir vivos.
Me parece que la pequeña bailarina va a seguir dando vueltas y vueltas, como en su cajita de música, a no ser que quiera arriesgarse y escoger una parada al azar. ¡Quizás así cambie su destino para siempre! Original propuesta, Adrián.
Hola, Gloria. La verdad es que estaría bien que la bailarina nos rompiera los esquemas y decidiera bajarse en cualquier parada y no se deje llevar por la hipnótica línea circular, siempre al acecho de quienes no se atreven a romper con la monotonía hacia la que suele llevarnos la vida. Gracias por comentar 😉