49. Los combatientes (Montesinadas)
La explosión ha levantado los árboles de cuajo. Un nubarrón de polvo y tierra lo cubre todo. Caen piedras, trozos metálicos y pájaros muertos sobre mi cuerpo. Deben ser huesos humanos y miembros lo que impacta en el casco. Hundo la cara en el barro de la trinchera y sólo deseo que esos restos no sean de él, que su cuerpo no sufra daños, y sus ojos, donde encontré la parte de cielo que a cada uno le corresponde en esta vida, conserve esa mirada herida de la que me enamoré. Hemos camuflado nuestro amor en todas las batallas, como centinelas siempre en guardia, pero jamás hemos abandonado el combate, ni dimos la espalda al enemigo.
Una voz de mando ordena seguir hacia delante, nos incorporamos, los dos estamos enteros. Con el fusil apuntando a la nada, saltamos las alambradas de púas sin temor a morir, ya vivimos ejecutados cada mañana, como si estuviéramos frente a un pelotón de fusilamiento en cada desayuno, en las duchas, en las literas. El infierno lo tenemos en nuestras propias filas. Quizás, por eso, antes de entrar en el campo de minas, nos miramos y en acto de servicio nos cogemos de la mano.
El amor no tiene fronteras, no conoce límites ni convenciones sociales, simplemente sucede, entre dos personas, sean cuales sean. También puede darse en cualquier lugar, hasta en el infierno de una guerra, no menos infernal que una situación de incomprensión, de tener que esconder algo que debería ser natural y proclamado a los cuatro vientos, de ahí que para tu pareja protagonista el riesgo a morir no sea mucho peor que el escarnio al que puede que sean sometidos o piensen que pueden serlo. Todo va bien mientras estén juntos.
Un relato lleno de sensibilidad, una chispa de esperanza en medio de la peor de las desolaciones.
Un abrazo y suerte, Manuel
Gracias Ángel como siempre por tu lectura y comentario, crack que eres un crack, un abrazo.
El amor es más fuerte, como dice una canción, más allá de quienes conforman la pareja que más allá del destino seguirán juntos contra todos quienes denigran esa relación que no sabe de renuncias.
Muy buen texto Manuel y un mensaje que más allá de quienes no estemos de acuerdo da esperanza para quienes lo viven.
Un gran abrazo y suerte.
Gracias por leer y comentar, muchas gracias, saludos!
Qué bellísima historia de amor, Montesinos, tan bella como dolorosa, y ese final, de la mano, sin miedo a nada.
Me ha encantado, casi tanto, como haberte visto por Cantabria… 😉
Un besazo.
La gran Rosy Val pasando por aquí, me alegra que te haya gustado y que nos hayamos visto tan en familia. Besotes, gracias.
Hola Montensinos,
Me ha encantado tu historia, como describes el infierno exterior de la guerra y el infierno interior de la pareja debido a la incomprension y los prejuicios.
Me gusta especialmente esa frase final » como acto de servicio nos cogemos de la mano».
Enhorabuena.
Creo que fue Bukowski quien dijo algo así como que en la guerra y en el amor todo vale, menos arrastrarse. Me parece fantástica esa imagen final con los soldados entrando en el campo minado, juntos de la mano y con gran valentía en todos sus sentidos . Genial, Manuel.
Abrazo
Pues si no era Bukoswki se le puede conceder esa cita tan potente con la que estoy totalmente de acuerdo. Gracias Aurora por tus palabras y la lectura. Saludos!
Fernando agradezco mucho tus palabras y que te haya encantado, a mí me encanta tu lectura y de nuevo muchas gracias. Te leo, abrazos.
Muy buena propuesta, Manuel, suerte. Un abrazo.
Gracias Ana Tomás me alegra que te haya parecido interesante. Un abrazo!
Amor y guerra; difícil de combinar. Luchar contra el enemigo y contra los tuyos incapaces de aceptar un amor entre «hombres de pelo en pecho». Qué bello y qué duro a la vez, Manuel.
Un abrazo.
Es una bella y dura historia de amor muy bien contada y que me ha encantado.
Enhorabuena y suerte, Manuel
Un abrazo
Encontrar la parte de cielo que a cada uno le corresponde en esta vida es lo más hermoso que nos puede pasar,y más si se está en guerra, donde creo que el amor se vuelve un bien precioso, tanto como la vida…
Será que, como soy argentina, tus combatientes me han hecho pensar en la guerra de Malvinas: era 1982, yo tenía ocho años, y les mandábamos leche en polvo y dibujos infantiles a los soldados… No dudo de que haya habido allí historias como las de tu micro…
Conmovedora historia, Manuel.
Besos desde la Patagonia Argentina😘😘
Mariángeles😇😇
Me gusta mucho. Esos soldados tan valientes, esos hombres enamorados. Peleando juntos en todas sus guerras. Y ese final tan de Telma y Louis.
Genial.
Muchas felicidades, suerte y… gracias.
Hola Montesinos, como muy bien expresas en tu relato, con toda la sensibilidad y toda la entereza del mundo, el infierno siempre está más cerca de nosotros de lo que se pudiera pensar. En muchas ocasiones nos encontramos con otras personas a las que les gusta ser policías y jueces del resto.
Me ha gustado mucho, sobre todo la manera en que lo has contado porque aunque podría ser un tema recurrente, a veces no está en qué cuentas sino en cómo lo cuentas.
Un abrazo y feliz tarde. Siempre te estaré agradecida porque tú me recomendaste venir a esta página y fue un hallazgo feliz.
Tu relato es un grito contra la guerra y contra la intolerancia frente al que es diferente. Capturas al lector en las primeras líneas y ya no lo sueltas hasta el revelador final. Estremecedor, consigue también transmitir un significado que perdura más allá de la lectura. Enhorabuena, Manuel.
Un abrazo y mucha suerte con el relato.
Dos luchadores natos en diferentes versiones de guerra, a cada cual más dura. Como pareja homosexual, ante los intolerantes. Como soldados, viéndose obligados a ocultar su condición en ese ambiente tan hostil. Hasta que deciden terminar con tanto sufrimiento y, venciendo al miedo, resuelven irse juntos de esta vida mostrándose tal como son. Un relato con imágenes muy potentes y un mensaje que denuncia lo difícil que lo tienen algunas parejas para vivir su amor con libertad. Enhorabuena, Manuel. Un abrazo y suerte.