Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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50. Fuego

Hemos dejado atrás el coche y caminamos por la carretera pegajosa. Yo intento no pensar, porque temo que el menor pensamiento haga que el cerebro se me funda definitivamente. Él no se calla:

 

—Hace mucho calor.

—¿Queda mucho para la gasolinera?

—Este calor es insoportable.

 

No pasa nadie. Quizás porque ya no quede nadie. Rezo, por este orden, por:

   1.Que se calle.

   2. Que aparezca la gasolinera.

   3. Encontrarnos con alguien, lo que demostraría que el mundo no se ha derretido.

   4. Que se calle de una vez.

   5. Que la puta gasolinera no se haya incendiado espontáneamente.

 

—Qué calor, no puedo más.

 

Hay una tierra de labor abandonada. Alguien, antes de todo esto, dejó una pala entre los surcos. Lo miro. Se me ocurre de pronto que tal vez en lo más profundo de la tierra quedará algo de frescura, el abrazo de un resto de humedad donde las lombrices se refugien de este calor. Me mira. Comprende.

 

Dos horas después, reemprendo el camino, con la única compañía del bidón de gasolina,  vacío, sí, pero silencioso. Ojalá la tierra le haya aliviado por fin del calor. En todo caso, ya nadie oirá sus quejas.

1 Response

  1. Ángel Saiz Mora

    Dicen que en la vida cada cual acaba obteniendo lo que busca y merece. Tu protagonista ha facilitado al pasajero satisfacción a sus demandas, ha dejado de pasar calor y ha dejado de todo. Llama la atención la frialdad del conductor, que realmente piensa que ha hecho una buena acción.
    Un abrazo y suerte, Tomás

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