Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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DÍA DEL LIBRO 2024. SEGUNDA FASE

Nos ha encantado celebrar el

Día del Libro de 2024

leyendo este medio centenar de recreaciones alrededor del universo inconfundible de Cien años de soledad.

Muchas gracias por vuestra participación.

Además, ha sido una sorpresa recuperar en esta convocatoria a autoras/es que hacía tiempo que no leíamos y que hemos recuperado con mucha ilusión. Como el compromiso es no revelar el nombre de ninguno de los participantes no puedo hacerlo públicamente, pero, gracias por acudir en un día tan especial.

Ya hemos terminado la primera fase del concurso. Todos los relatos han cumplido las condiciones en el número de palabras y la utilización de las frases propuestas.

El jurado encargado d ella primer selección ha estado formado por Rosana Alonso, Ernesto Ortega y JAMS y tras una única tanda de votación se han seleccionado los 14 relatos que nos han permitido hacer un corte tal y como recogimos en las bases (entre 10 y 15 textos).

Estos son los 14 relatos (mantenemos el número original de participación) que pasan a la SEGUNDA FASE.

3 ANTICIPACIÓN

Aureliano bebía los vientos por sus ojos porque tratando de que ella lo quisiera terminó por quererla.Había hecho apuestas con Gabo de que al finalizar las lluvias él sería elegido como alcalde y ella sería la alcaldesa. Su amigo se había reído mientras pedía otra ronda de tequilas, recordándole que el padre de la joven tenía otros planes en mente. Gabo sabía que, según dejó escrito el sabio Melquíades, el destino de Aureliano era ennoviarse con su tía Úrsula, claro que esto no se lo iba a revelar ahora, cuando aún no había escrito ni la mitad del libro, saber que ni él ni ella, ni siquiera el propio Macondo, existían, podía ser la ruina de su amigo.

 

5 EL PRECIO

Se llamaba Remedios, como su bella antepasada que flotó hacia los cielos. Aunque solo compartían el nombre: cuando asomaba a la calle, los pájaros caían fulminados del susto y las iguanas verdes se tornaban amarillas. Su rostro ahuyentaba a cualquier pretendiente. Sin embargo, Reme poseía una inteligencia extraordinaria capaz de resolver cualquier problema filosófico o mundanal, de predecir malas cosechas, catástrofes inminentes, embarazos deshonrosos y enlaces desventurados. Mas solo prodigaba sus acertados consejos con las buenas gentes que le inspiraban afecto.

Rogelio, contrabandista y vividor, llevaba meses tratando de camelarla para que le desvelara el secreto de la riqueza infinita. Su ambición no quedó sin penitencia: porque tratando de que ella lo quisiera terminó por quererla sin ser jamás correspondido.

 

6 REPOSO DE LOS CAMINANTES

De sol a sol vagan por los caminos, dispuestos a ganarse el sustento.

Algunos caen antes de tiempo, yaciendo entre margaritas amarillas o malas hierbas. Sin tener siquiera un madero para señalar con una cruz su lugar de eterno reposo.

Todos los caminantes conocen los terrenos que pisan, llenos de huesos de aquellos que deambularon antes que ellos; sabiendo que uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra. Y que todos ellos son uno. Y algún día alguien también transitará sobre ellos. Estos mismos que ahora dejan sus huellas y su sudor en busca de pan.

 

14 LOS VIAJES DEL ABUELO

Uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra, decía siempre mi abuelo. Él, que nunca salió del pueblo donde enterró a sus padres, sus hermanas, su mujer e incluso al menor de sus hijos, colmaba su sed de aventuras pasando la tarde en Macondo, investigando en Baker Street, surcando los mares de Lilliput, paseando por Oz o viajando en tren hasta Hogwarts. Por eso no nos sorprende que, ahora que ya no puede leer, sobre su tumba haya crecido un colosal árbol que llega hasta las nubes, cuyas ondulantes ramas están siempre atestadas de aves migratorias que, de camino a casa, paran a susurrarle al abuelo los increíbles secretos de sus maravillosos viajes.

 

16 TIQUISMIQUIS

Con más de noventa años, a doña Gertru no le faltaban achaques; que si tos una semana, que si lumbago la siguiente, que si reuma cuando cambiaba el tiempo…; pero uno no se muere cuando debe, sino cuando puede, y nada permitía augurar cuál sería la causa de su fallecimiento cuando este llegara.

Tres días con fiebre hicieron que los sobrinos, ansiosos por heredar, se movilizaran y llamaran a un doctor de confianza quien, después de que el párroco ya le hubiera administrado los santos óleos, la auscultó, le tomó el pulso y expidió el oportuno certificado de defunción. Aún así, doña Gertru, que nunca fue de buen conformar, desde el ataúd pidió recurrir a una segunda opinión.

 

23 MIGRACIÓN

La vieja Reme era eterna. No acumulaba tiempo ni arrugas, sino vivencias y emociones. En torno a su hamaca desgranaba consejos, aliviaba penas, relataba vivencias que eran mentira y mentiras que parecían de verdad. En su nívea melena anidaban exóticas aves que traían a sus oídos secretos de otros lugares, noticias sorprendentes y fórmulas de brebajes que alargaban su vida. Iban y venían conforme sus ciclos migratorios, pero el último invierno fue especialmente crudo, ningún ave anidó en su pelo, tan solo un negro cuervo rondó su casa. La encontraron cubierta de escarcha, con su melena cercenada. Alguien musitó, mientras la amortajaba, que uno no se muere cuando debe sino cuando puede.

 

26 RÍOS DE TINTA

A través de las ventanas, los vecinos miran con impotencia cómo el pueblo se va desdibujando con cada nuevo chaparrón; el último los ha tenido recluidos más de dos años, pero hoy, al fin, luce un sol radiante.

Y, como uno no se muere cuando debe, sino cuando puede, se acuerda y el tiempo le acompaña, poco a poco todos comienzan a salir de sus hogares con pasos indecisos y, en cuanto sus ojos oxidados se acostumbran a la luz, se lanzan a perseguir caracoles por las calles licuadas. Todos menos Melquíades que, ajeno al barullo, termina de escribir un nuevo capítulo antes de que se seque la tinta.

 

29 LO QUE TRAE LA CALIMA

Las tardes en que la calima engulle el pueblo, él se apresura a meter las macetas del patio para que las hormigas, enloquecidas por el fragor inaudible de la arena, devoren las fragancias de la albahaca y el orégano. Sus cuerpos diminutos metabolizan las esencias y las esparcen por la casa, claveteando las paredes con hileras de nostalgias antiguas. Aureliano, con los ojos cerrados, aspira con deleite los domingos de comidas familiares, las cenas bulliciosas con los amigos, las veladas románticas mirándola a los ojos entre aromas de lasaña y vino.

Después se va en paz a su cama desierta, consciente de que el secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad.

 

37 EL PACTO

El abuelo César aprendió a leer de viejo. Decía que él era un hombre de campo y los libros no se podían ni sembrar ni plantar.

En el entierro de la abuela Daniela no soltó ni una lágrima, pero cuando nos escuchó hablar de “Cien años de soledad” se preguntó si en ese libro alguien se sentiría tan solo como él.

Con el maestro del pueblo pactó un trueque secreto de lecciones por hortalizas, y en menos de dos vendimias ya leía de corrido.

En Macondo se vio reflejado más allá de los espejos de Melquíades. Pero sólo cuando llegó a la frase “porque tratando de que ella lo quisiera terminó por quererla” comprendió sus sentimientos por la abuela.

 

38 DOLENCIAS

La doctora Green es una eminencia. Dice cosas como que uno no se muere cuando debe, sino cuando puede, o que siempre hay que creer a los niños, aún sospechando que se inventan la dolencia. Ayer, llevé a mi Alvarito a su consulta porque decía que tenía una planta en la barriga que al crecer le daba hipo. La doctora le hizo una radiografía y me mostró el resultado guiñándome un ojo. Su hijo tiene razón, mire, un rosal con sus espinas y todo. Esta tarde mismo le operaremos y santas pascuas. Después, se quedó observando la reacción del niño, que comenzó a berrear a moco tendido. ¡Qué crueldad, asustarlo así! Para confortarlo, tuve que darle tres bolitas de abono.

 

39 FOLLETÍN

Desde que llegó con su cabecita asomada entre los bártulos que inundaban la carreta, la abuela quiso construir su hogar aquí. Decidió casarse, eso sí, siempre con gente del pueblo: un alcalde, «la erótica del poder», decía ruborizándose; dos carteros, «es tan romántico el correo», suspiraba al recordarlos; un sereno, «menudas noches en vela», soltaba entre risitas; el médico, «ese sí que sabía dónde palpar», resoplaba y se santiguaba una cara roja como un tomate; y el maestro, «y yo que creí saberlo todo», asentía mirando al cielo. Pero todos se le fueron, «uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra… o más», explicaba satisfecha por ser tan de aquí.

 

41 APRENDER A MORIR

Primero ―me explicó el coronel Aureliano Buendía― sientes un despegarse del suelo de la planta del pie derecho que dirías torpeza o cojera, acompañado de un ligero mareo como de haber bebido vino sin aperitivo. Luego, casi imperceptibles, el traspiés del corazón y la admiración por las palomas son señales inequívocas. Todo el cuerpo se torna liviano y las primeras levitaciones son breves, hasta sobrepasar la coronilla de los viandantes. Es ahí cuando hay que deshacerse de los poemas de adolescencia ―si nos avergüenzan― y leer novelas con voz de funeral. Con práctica, llegado el momento porque «uno no se muere cuando debe, sino cuando puede», solo tendrás que cerrar los ojos y dejarte ir.

 

43 CRÓNICA DE UNA MUERTE ALTERADA

Muchos años después, frente al panteón familiar, el hacendado Juan Ernesto Mendoza había de recordar aquella tarde en que su amante intentó persuadirlo de que se casara con Amalia. Una mujer enjuta como raspa de sardina y propietaria del latifundio más grande. Él aceptó. Sin embargo, no cumplió con todo lo acordado, a pesar de la promesa de su amante: “Será rápida y serena”. Lo impidió su matrimonio porque tratando de que ella lo quisiera terminó por quererla. Y descubrió que en la noche plúmbea de sus ojos habitaba la bondad. Hoy Amalia ya lo espera bajo tierra. En el mismo cementerio donde yace “la otra” desde que los tres compartieron café. Tenía razón: su muerte fue rápida y serena.

 

47 EL CEMENTERIO DE MANOLÍN

El jefe de mi padre dice que uno no se muere cuando debe, sino cuando puede. Por eso padre siempre se muere en vacaciones, para no faltar al trabajo. Alguna vez ensaya una muerte súbita en un puente, o para navidades, pero indefectiblemente el primer día hábil está al pie del cañón para darlo todo.

Como en vacaciones papá está muerto, terminamos yendo al pueblo a enterrarlo y de paso nos quedamos unos días, esperando que resucite justo a tiempo para volver a trabajar.

Lo enterramos siempre en el cementerio viejo, detrás del bar de Manolín. Para ahorrarle tiempo, porque, aunque no lo confiese, y nos obligue a llorar mucho su pérdida, todas sus muertes las pasa en el bar.

 

Y esta SEGUNDA FASE se inicia ahora con la invitación a que forméis parte de la última decisión.

En este último proceso el jurado tendrá 4 integrantes porque a los tres de la primera fase se unirá el resultado de la votación popular. Cada uno de los integrantes (Rosana, Ernesto, JAMS y la Votación popular) tendrán el 25 % de la valoración final, y en caso de posibles empates, el voto popular servirá de desempate. Cada integrante votará a TRES RELATOS.

Para conseguir saber qué tres relatos serán los propuestos por la votación popular te invitamos a que entres EN ESTE FORMULARIO y hagas tu propuesta de 3 relatos. Lo mantendremos abierto hasta el 2 de mayo de 2024.

Os recuerdo que tendremos DOS RELATOS ganadores y otros TRES RELATOS FINALISTAS y de estos sí que conoceremos sus nombres.

Muchas gracias por participar.

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