66. Belleza perdida (Elena Bethencourt)
El coleccionista busca la belleza de las cosas imperfectas. Por eso, en su arcón de los recuerdos guarda un portarretratos con una esquina rota, una taza de té con una pequeña grieta, musgo seco que se aventuró a nacer sobre una piedra, una flor de cerezo inmortalizada en un libro, una foto de familia con un rasguño y los bordes color sepia. Busca la belleza, sí, pero no la encuentra.
Luego contempla a su mujer mientras duerme a su lado: las arrugas que aran surcos en su piel como el campesino en la tierra; la flacidez de sus músculos; las manchas en las manos; los hilos blancos de la melena… Sabe que la ama, o quizás no, pero un día la quiso, cuando era bella. Aún así, no se da por vencido, busca la belleza, pero no la encuentra.
Abre el arcón donde guarda el mechón de aquella estudiante de ojos llenos de estrellas, el anillo de la profesora de piano, el delantal de la panadera, collares, escapularios, medias… También los trozos de periódico con la noticia y las fotos de sus dueñas. Se estremece. Vibra. Suspira. «En fin, nada es perfecto», murmura, «ni la belleza».
¡Ay, Elena, vaya volantazo final! Me deslizo por un micro lleno de la belleza que no encuentra el protagonista, y cuando empiezo a vislumbrar sus infidelidades, zasca, ¡sorpresa macabra mayúscula!
Me gusta, por todo lo dicho: la belleza y el giro final.
Aprovecho para felicitarte por ese premio Iscariote, merecidísimo, y también por tu Minimundos. Sin duda, un gran año para tí y para la literatura.
Un abrazo y suerte.
Gracias, Rosalía, ay, sí, la cosa iba muy bien, todo poético, pero fíjate, dejé el relato un rato y mira tú, volví a él de otro talante, jajaja. Gracias, un abrazo.
La búsqueda de la perfección imposible, convertida en obsesión, ha quebrado la razón de edste hombre, dispuesto a cualquier.cosa con tal de tratar de atesorar aquello a lo que no se puede llegar, porque no existe, sin darse cuenta, probablemente, de que el mayor imperfecto es él, además de dañino y peligroso.
La historia de una supuesta sensibilidad mal entendida, transmutada en crueldad total .
Un abrazo y suerte, Elena
Gracias, Ángel, la belleza es tan relativa, y menos mal, si no, ha nos hubiéramos extinguido. Un abrazo por toda tu generosidad.
Lo siento pero me cae mal este personaje que busca tan desesperadamente la belleza. Injusto con los demás, pero se ha mirado en el espejo?
Perdona, está tan bien conducido que deriva a sentir eso por el. Quizá sea porque a medida que cumplo años atribuyo a la “ belleza física” menor importante. Eso no excluye reconocerla cuando la tengo delante, pero ya está.
Gracias por comentar, Rosa. Afortunadamente no tenemos que simpatizar con los personajes ni sintonizar siquiera. Mis personajes suelen ser buena gente, este no tanto, probablemente no se da cuenta de su deterioro y sin embargo juzga el ajeno, a muchos nos pasa eso; en realidad, la mayor parte de nosotros somos imperfectos.
Me encanta la sutileza genial de ese último párrafo. Es un gran texto que va a acabar en el libro sí o también. Un abrazo para ti, para el relato justicia, porque suerte no la necesita.
Jo, mil gracias, si a la maestra le gusta, no se hable más, jaja. Gracias, Ana, por leerme y comentar. Un abrazo.
Vaya con el personaje. Tres párrafos para que lo amemos, desconfiemos de él y acabemos odiándolo. Gran micro, y como de costumbre, con una musicalidad bárbara. Mucha suerte
Gracias, Jesús. Así es la vida, así son las personas, un compendio de cosas, algunas un poco negativas, otras un poco buenas. Gracias por leer y comentar. 🙂