9. ENCUENTRO ASIMÉTRICO (Edita)
Deambulo por un centro comercial buscando lo que no hallo. Creo haberme cruzado con una mujer conocida y vuelvo la cabeza. Ella también se gira. Durante unos segundos, intercambiamos miradas incómodas y sonrisas tontas; enseguida eliminamos la distancia para saludarnos efusivamente. ¡Hace tanto tiempo que no nos vemos…! Conversamos un buen rato. Nos ponemos al día narrando detalles de nuestra situación familiar y laboral actual. Luego pregunta por mi hermana Carmiña. Quien me conoce no se libra de evocarla a ella. Tiro de ese hilo para seguir charlando. Le cuento lo unidas que estuvimos siempre desde su nacimiento, solo un año después del mío: vestidas como gemelas, la escuela rural, la primera comunión, las labores agrícolas, el instituto, la cama estrecha compartida en la pensión, misma carrera universitaria… De repente, somos conscientes de que entorpecemos la circulación de los demás compradores. Nos despedimos apresuradamente con un fuerte abrazo, saludos a la familia, deseos de volver a vernos pronto y, por supuesto, un beso para Carmiña de su parte.
Lo siento, hermanita, nunca sabrás qué persona se interesa por ti y te recuerda con cariño porque no tengo la menor idea de quién era esa señora.
La relación entre personas gemelas siempre resulta curiosa, en tanto se establecen entre ellas conexiones que puede que ni imaginemos desde fuera. Ello no quiere decir que estén libres de bajezas, como la envidia o los celos, ostentosos en el caso de tu protagonista, que bien hubiera querido para sí la vivencia de su hermana que una desconocida le ha revelado.
Un abrazo y suerte, Edita
Creo que no has entendido muy bien el texto y es la primera vez que ocurre. Algo habré hecho mal. No son gemelas ni se tienen envidia. Ja ja ja.
Muchas gracias de todas formas por tu interés.
Pues ya lo siento, que también me equivoco, faltaría más. Con mi visión errónea de las gemelas el relato me parecía bien, pero al leerlo por segunda vez y afinar me ha parecido mejor.
Ahí va otro abrazo y mis disculpas.
¡Pero qué discculpas! Lo que faltaba. Por si una lectura y su comentario no fuera ya bastante, te has molestado en repetir. Mil gracias.
Hola Edita:
Sí que te has expresado bien, Carmiña nace un año después que la narradora.
Yo me siento identificada con la narradora por mi falta de retentiva para asociar caras y nombres. Puedo seguir la conversación sin problemas, pero luego que nadie me pregunte con quién he hablado. Me representa.
Un abrazo y suerte.
Qué bien, qué alivio que se entienda. Gracias al cuadrado, Rosalía.
Yo también creo que se entiende muy bien. Es divertido! Me identifico mucho. Empiezas a largar sin ton ni son hasta donde puedas… Y luego, ni idea. A ver que le cuenta a su hermana, jeje. Enhorabuena!!
Tal cual como lo has interpretado. Muchas gracias.
Muy bueno tu micro, Edita, y gran final. Yo creo que algo parecido, aunque quizá sólo en los primeros momentos ante un encuentro sorpresivo, nos ha pasado a much@s alguna vez. Un abrazo grande, guapa.
Aunque no es totalmente autobiográfico, sí que me he inspirado en mi torpeza para recordar caras y nombres.
Muchísimas gracias por tu comentario.
Yo llegué a pensar que, por la evocación que hace de su infancia con la hermana, y por el último párrafo, que había fallecido y se dirigía a su espíritu. Está claro que cada persona es un mundo a la hora de percibir con los sentidos.
En las diferencias está lo divertido.
Una interpretación nueva y original. Muchas gracias.
Hola Edita, describes una escena bastante habitual que creo nos puede pasar a todos los que tenemos hermanos. De hecho creo que a mi me ha pasado también jaja..Alguien que sabe quién eres porque a la que en realidad conoce es a la hermana.
Aunque lo relevante es el final, que después de una larga conversación tu protagonista no tenga ni idea de con quién ha hablado.
Resulta divertido.
Muchas gracias, Pilar, por leer y comentar.
Todo peso del relato recae en el título, muy bueno, Edita. Empatizo con la prota.
¡Abrazo!
¡Qué bien! Muchas gracias.