Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

BLANCO Y NEGRO

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en BLANCO Y NEGRO

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán relatos que desarrollen el concepto BLANCO Y NEGRO. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE DICIEMBRE

Relatos

ABRAZO NEGRO

Toca limpieza a fondo en la habitación de mi hija. La ayudo. De repente, me quedo frente al póster de la portada del último disco de su cantante favorita. La chica es guapa: melena larga, velo blanco y una prenda entre hábito de monja y camisa de fuerza.

—Mola, ¿verdad?

—Mmm —contesto—, me recuerda a las monjas del colegio al que iba. Cuando nos daban clases vestían de negro y cuando iban de misioneras, de blanco; entonces hasta las feas nos parecían guapas. Recuerdo también que, según mis padres, no podíamos tener tele si queríamos ir de vacaciones, había que escoger.

«Pues las monjas del cole la tienen y van de vacaciones a África», les había contestado. Aquello me había costado una buena bronca; ellas no iban de vacaciones a África, iban a «salvar almas».

A mi hija le aburren mis batallitas.

—¿Y?… ¿Te gusta el póster o no?

—No demasiado, veo muchas ataduras en todo aquello: un hábito, una camisa de fuerza…

—No está atada, se está abrazando a sí misma —me interrumpe.

—Vale, si tu lo dices… pero creo que…

Mi hija pone los ojos en blanco y se da media vuelta.

Más no puedo hacer.

AMOR EN JUEGO (IsidrøMorenø)

El largo periodo sin enfrentamientos entre ambos bandos, había desencadenado unas relaciones muy estrechas en el angosto espacio reservado al descanso. Allí todos permanecían en pacífica convivencia, mezclados sin considerar raza, sexo, condición social o religión.

Una hermosa dama con tez de ébano compartía rincón y lecho con el apuesto rey adversario, convirtiendo su relación de odio enemigo en ciega pasión.

Cuando al fin ambos ejércitos ocuparon el tablero para enfrentarse en nueva batalla, la enamorada dama de color, sin pensar en la traición, con un ingenioso y fingido despiste, eludió dar jaque mate a su amante secreto, el monarca blanco.

Un celoso y despechado alfil negro –testigo de la jugada–, para abortar la fuga de los monarcas, se comió el caballo blanco, los delató y, mientras pedía la recompensa, fue devorado por un peón.  ¡Que se joda! –dijo la torre.

Hoy, en el jardín de la ruinosa casa abandonada, he visto aquel ajedrez con las fichas ajadas e inertes sobre un descolorido tablero, abandonado a la intemperie.

Desde aquella batalla, el rey blanco, desanimado y melancólico, no volvió a saltar al tablero. La reina negra había sido decapitada y nadie ha encontrado aún su hermosa cabeza de ébano.

06. CLÁSICOS POPULARES (Ángel Saiz Mora)

El gran intérprete, enfundado en un traje negro, fue recibido con aplausos.

El gran intérprete detuvo su recital. Ceños fruncidos e improperios cayeron sobre un individuo que, convertido en oveja negra, abandonó la sala de conciertos.

El gran intérprete no pudo continuar. Dijo que la conocida melodía de aquel móvil le había dejado la mente en blanco.

El gran intérprete aprovechó que estaba infectado sin remedio por el pegadizo estribillo, como si fuese una peste negra, para escribir una sinfonía con variaciones a partir del célebre tema.

El gran intérprete, también compositor, aunque gris, cosechó un éxito inesperado, pero no lo disfrutaba, a sabiendas de que nunca volvería a crear algo de semejante calidad, de que una obra es irrepetible o mediocre, igual que lo que es blanco no es negro, o se está vivo o se está muerto; que para que algo perdure, algo debe desaparecer.

El gran intérprete tuvo un oscuro presentimiento acerca del hombre que, con su interrupción, le había inspirado una obra inmortal, aunque nadie le contase que al salir del auditorio ese infeliz cruzó sin mirar, ni que mientras agonizaba, atropellado sobre el negro asfalto, en su teléfono sonó de nuevo: “Hola, don Pepito”.

05. LA VERDAD EN LOS OJOS (Juan Manuel Pérez Torres)

Combatía la lluviosa tarde y el tedio de la soledad repasando los recuerdos desordenados de un cajón y se detuvo en una foto en blanco y negro. Él la miraba, ella le sonreía. No recordaba aquel momento, pero el contraste no dejaba lugar a los matices, la duda y el amor, como la herida y la cura, eran los extremos del contorno de sus vidas. El negro de lo vivido junto al blanco del tiempo olvidado eran como la verdad y la mentira, como el sí y el no. Y, sin embargo, entre ambos, se borraba todo el gris del mundo, donde habitaba la ambigua vida, real e incierta. Después de un rato cesó la lluvia y un claro celaje dejó ver el arco iris.
Siempre pensó que aquella era la fotografía de un amor o de una costumbre. Hoy, al encontrarla en el cajón, supo la verdad: el color estaba a buen recaudo en sus pupilas.

4. BLANCO Y NEGRO (Mariángeles Abelli Bonardi)

Nunca disfruté del encendido del árbol ni decoré, con verdes y con rojos, una casa de jengibre.

Cuando llegaba la época más colorida del año, yo no permitía, en mi salón de clases, ningún tipo de adorno navideño.

Después de probar de todo sin resultado alguno, terminé por asumirlo: mi vida se reducía a sólo dos colores. Y entonces, cuando ella me ofreció esos lentes, supe lo que era realmente ver…

Bajo el muérdago, mirándola a los ojos, me incliné para besarla: Iris, la bella optometrista, curó mi daltonismo y mi soledad.

 

03. ORACIÓN COPULATIVA ( Fernando García del Carrizo)

Me miras amenazante desde arriba y produces en mí sentimientos contradictorios. Desde mi pulcra inocencia, siento temor, a la vez que me atrae con violencia encontrarme y fusionarme contigo. Inmaculada y blanca, pienso que ha llegado el momento de aceptar mi destino y dejarme traspasar por ti. Me eriza el toque de tus labios que me manchan con líneas negras. Las cosquillas que produces me excitan y disparan mi deseo. Estoy lista. Quiero algo sublime, sin mediocridad. Nada de medias tintas. No permitas que acabe por ahí tirada, como algunas de mis hermanas. Dámelo todo. Cúbreme con caligrafía exquisita y escribe en mí una poesía o un relato que se publique, llegue lejos y me haga eterna.

02. Solo es un juego

La batalla se estaba tornando cruel y aniquiladora. La infantería de primera línea había, prácticamente, desaparecido; la mitad de nuestra caballería y algún que otro comandante habían sucumbido a aquellas hordas bárbaras. Desde primeras horas de la mañana, en las que nos aprestamos en nuestra posiciones dispuestos a recibir el primer ataque, tuve la certeza de que aquella batalla no la íbamos a ganar. Los comandaba un mariscal ruso, renombrado estratega, cuyo estandarte mostraba una luna blanca sobre fondo negro. En los primeros compases no hubo que lamentar víctimas, pero pronto la sangre comenzó a correr a lo largo del campo de batalla, caímos como árboles bajo un vendaval. Ahora, nuestras filas, exiguas, agotadas, están rotas. Mi señor queda desprotegido y sé que solo yo, puedo darle un respiro, una oportunidad para escapar. Ordenaron que me pusiera delante de mi señor para recibir el ataque que ella, la gran señora blanca, le dirigía a él. Recibí con entereza su acero, me llevé las manos a la herida para no dejar que mis tripas se vertieran por el suelo. Doblé las rodillas y escuché: «¡Jaque!». Mi sacrificio le salvó y caí sobre el tablero sabiendo que no volvería a ver amanecer.

01. NEGRO SOBRE BLANCO

Don Mateo, seguramente, perfila algún personaje absurdo para otro relato.

Nadia, mientras tanto, pasa el trapo, en silencio, por el fondo del escritorio. Al levantar un papelito doblado junto a la lámpara, un inesperado arrebato de curiosidad la empuja a guardarlo en el bolsillo del mandil. Continúa su labor. Lo leerá más tarde.

Después, mientras pasa el plumero por la librería, imagina las intensas vidas de Karenina, Bovary, Ofelia, Eyre… Y al mismo tiempo, no entiende bien qué hace ella allí, malgastada, cuando es capaz de imaginarse en labores mucho más interesantes: podría ser una gran actriz, o una buena cantante, si alguien la hubiera escuchado alguna vez…

Al final de la jornada, mientras se desviste del uniforme blanco y negro, sus dedos se enredan en la doblez de esa cuartilla que don Mateo debió dejar junto a la lámpara y que ella ha recogido no sabe muy bien por qué razón.

Cuando la abre maldice a su autor, —escritorcillo presuntuoso del tres al cuarto llega a llamarlo—, por, con un cinismo inútil, mostrarle lisa y llanamente cuál es su extravagante papel protagonista mediante esas doscientas palabras que comienzan con «Don Mateo, seguramente, perfila algún personaje absurdo para otro relato».

81. VERSIÓN OFICIAL

Me divierte observarlo dramatizar el derrape, exagerar la lluvia golpeando el parabrisas, recrear el instante en que el coche resbala hacia la cuneta. Lo hace con una especie de orgullo: le gusta presumir de que estábamos destinados a encontrarnos. “De película”, explica, y gesticula como si todavía estuviese interpretando la escena. Lo repite en cenas familiares y reuniones de trabajo, a amigos y desconocidos que se cruzan en nuestras vidas.

Dice que fue un milagro que saliera prácticamente ileso, que el guardarraíl y la suerte se confabularon para protegerlo. Yo recuerdo otras cosas: el olor del motor caliente, la quietud absurda después del golpe, la forma en que me miró cuando lo ayudé a salir por la ventanilla rota.

Repite que, si no hubiera pasado por allí justo en ese momento, hoy quizá no estaría vivo. Que el destino me colocó en aquel tramo de carretera. Nunca lo contradigo. Creer en señales le reconforta.

¿Para qué decirle que conocía su ruta, que llevaba días siguiéndolo a distancia, que fui yo quien movió aquel contenedor mal aparcado unos centímetros, los justos para obligarlo a frenar?

Al fin y al cabo, yo también creía en el destino.

80. Injusticia (Salvador Esteve)

Me siento frustrado y menospreciado por la historia. No afirmo que todo el mérito sea mío; el joven humano, de aspecto débil e introvertido, también contribuyó con su propio esfuerzo y seguramente aportó su granito de arena. Sin embargo, no debemos olvidar que, como buen, eficaz y aguerrido gusano, fueron mis fauces y mi voracidad las que aceleraron la putrefacción y provocaron que la manzana cayera.

79 ¿Afortunado?

En mala hora me ofrecí a llevar a Joaquín: el navegador ha elegido un camino alternativo. ¡Malditos atajos! Será mejor volver atrás porque esta carretera se estrecha por momentos. Vaya por Dios. Mi teléfono, sin batería, y el de mi amigo, sin cobertura. Perdidos en medio del monte y ahora el motor empieza con ruiditos sospechosos. “Pup, puup, puuuufffff”. ¡Mierda! Nos tocará andar un buen trecho para llamar a una grúa. ¿Hacia la derecha o hacia la izquierda? Llegamos a un Club Paraíso con su colorido cartel. Nada más entrar, los ojos se me van al escenario donde una bailarina, ligerita de ropa, menea su trasero con una cadencia hipnotizante. Me embelesa la melena ondulada cayendo sobre su espalda, la cintura de avispa, su vaivén con la música, esos muslos descomunales adornados con tatuajes de lunas… No me puedo creer que en una noche tan desastrosa acabe teniendo ante mí a la mujer de mi vida para cambiar mi futuro. ¿Qué coño hace aquí Estrella? La verdad, me siento liberado, últimamente nuestra convivencia se ha convertido en un infierno. Pues con el móvil de Joaquín le saco una foto y me ahorraré una pasta en el divorcio.

78. Elixir de juventud (Blanca Oteiza)

Mientras yo me consumía encerrado en el laboratorio buscando un bálsamo que hiciera desaparecer las canas de mi cabellera, no comprendía cómo mi mujer cada día estaba más joven. Ese brillo en sus ojos y esa piel tersa y suave sin la menor arruga. Cuanto más tiempo pasaba, más me ofuscaba en la pócima mágica que devolviera el color de la juventud a mis cabellos.

Una tarde, abrí por casualidad el armario donde mi esposa guarda su arsenal de belleza y lo encontré lleno de los botecitos desechados de mi experimento.

 

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