60. Martina y el miedo histórico (María José Escudero)
La mujer, trémula y cohibida, se quedó tendida sobre la tierra húmeda y sangrienta. De lejos parecía un bulto blanquecino, de cerca era un fardo gris y maloliente. Casi amanecía cuando vinieron a recogerla; le pusieron una chaqueta vieja sobre los hombros rendidos y se la llevaron a casa en silencio y con cautela.
La mujer era joven, casi una niña cuando empezó la guerra, pero una madrugada de espanto, mientras se aferraba a sueños destruidos, le brotaron hebras blancas en el pelo. También era valiente, incluso descarada, hasta que un peso inoportuno en el bombacho la puso en entredicho, y la abochornaba. -Estás viva -susurraban con alivio su madre y sus cuñadas. -Estoy viva -ella musitaba sin orgullo. Y qué tristeza vivir así, con este olor a miedo entre las piernas.
El grupo de soldados voluntarios se apostó frente a la hilera de condenados al desaliento. Inesperadamente, una voz de mando gritó contrariada: «Apartad a esa desgraciada de la tapia. ¡Rediós! Que se ha cagado encima».
La mujer se llamaba Martina y, tras aquella contienda sin sentido, se convirtió en una sombra perturbada y esquiva que vivió siempre con la mirada escondida y el corazón en un puño.
María José, nos cuentas con claras imagenes un destino poco agradecido y una vida inquieta y desafortunada. Suerte y saludos.
Terrible, muy bien contado.
La experiencia de la guerra no puede dejarnos indiferentes. Tu Martina debió de vivir aquello muy de cerca, demasiado. Muy buena historia.
Un saludo
JM
Que sin sentido la guerra, tremendo.
Mucha suerte y un beso
Mila
Es muy triste
La verdad q tiene q ser horrible vivir una guerra
Mucha suerte y un beso
Escatológico relato, pero alegoría de lo que son las mierdas, digo las guerras.
Triste relato, tremendas huellas, dejan las guerras en las personas. Un fuerte abrazo María José.
A veces pensamos en las guerras y contamos comportamientos heróicos, hechos que sobrepasan las respuestas normales de las personas. Ver, de repente, el miedo de una forma tan humana, es todo un logro. Muy buen detalle y muy bien narrado.
De como el miedo la salvo el cuerpo pero no pudo con el alma. Creo que has hecho una buena crónica de muchos de los perdedores. Suerte.
Las secuelas de la guerra son tremendas. Muchos, como Martina , no pudieron con esa batalla. No es fácil vivir como un vencido, no es fácil renunciar a un sueño, y la República era una gran promesa, sobre todo, para las mujeres.
Muchas gracias por vuestros comentarios, son un gran estímulo .
Terrible vivir una vida que va de un golpe a otro peor. Y encima ese miedo espeso que la llena entera. Una vida que parece estar muerta.
Entre los horrores de las guerras no solo cuentan las bajas durante la contienda.En nuestra posguerra murieron más personas que durante el conflicto. Además, hay que tener en cuenta los casos como el de Martina que han quedado «muertos» en vida. Suerte. Un abrazo.
Cruda radiografía de lo que deja puede dejar una guerra además de muertos en el camino. Era complicado encontrar equilibrio para narrar lo narrado, y sin embargo tú (a mi entender) lo has hecho con nota. Mucha suerte 🙂
» qué tristeza vivir así, con este olor a miedo entre las piernas.» Tremendo María pero tan gráfico y humano que nos lleva a todos detrás de la lectura a tener un sentimiento de horror, y es que el miedo es o debe ser algo muy parecido a lo que narras.
Abrazos y suerte