24. La corta vida de un loto blanco (María José Escudero)
“Al principio, me sentí halagada. No me daba cuenta de que todo era una encerrona, como cuando Amul, retozón y bullicioso, me impedía el paso en el callejón. Y, aunque el hombre era tan viejo como mi padre, parecía bueno y sosegado. Reconozco que me complacían sus regalos. Sobre todo, los dulces de colores y aquella muñeca que tenía más vestidos que todas mis hermanas y yo juntas Tampoco negaré que me cautivaron los aretes dorados y el payal, que cerré los ojos y me los dejé colocar por sus manos invernales y rugosas. Sí, es verdad, todo aquello me agradaba. Sin embargo, ahora, él y la noche llegan de repente hasta mi lecho con su aliento enojoso, y ya no me agrada, no…
Ramya dice que he tenido mucha suerte de ser yo la elegida, que ya no andaré descalza por las calles estrechas, que seré rica. También me susurra, entre risas, que me quedaré viuda pronto. Pero seré yo quien muera antes, lo sé muy bien, porque Amul, distante y silencioso, ya ni me mira”.
(Nota escrita por Denali y abandonada junto a su sari nupcial antes de arrojarse sobre las oscuras aguas del lago de Pushkar)
Como dice un refrán, tan sabio y antiguo como la cultura a la que pertenece tu protagonista, para vivir no solo hacen falta medios, también motivos. De poco sirve tener la subsistencia y necesidades materiales cubiertas, si el precio a pagar conlleva la renuncia al amor verdadero, si lleva implícita la sensación de haber sido utilizada como una mercancía. Además, si siente que eso no es ninguna suerte, como le cuentan, será tildada de loca o desagradecida. Ese final trágico, en una persona sensible, que ve marchitada su juventud y rotas sus ilusiones, es tan triste como hermoso en sí mismo es este relato, en un ambiente que no le permitió otras opciones y donde nadie la entendía.
Un abrazo, María José. Suerte
Los matrimonios concertados son una práctica común, aún hoy, en algunas partes del mundo y afectan sobre todo a las mujeres que, siendo niñas , se ven abocadas a un enlace por conveniencia o tradición sin poder hacer nada para cambiar su destino. Para todos, pero en especial para el género femenino, es muy importante el lugar donde se nace. No sabemos la suerte que tenemos.
Muchísimas gracias, Ángel por tus atinados comentarios, por tu aportación, porque dan un valor añadido a mis humildes relatos. Te leo siempre con mucho interés. Gracias de nuevo y un beso.
Muy triste tu relato, en contraste con la ternura que desprende. Es verdad lo que una vida puede ser, según el lugar de nacimiento. Niñas abocadas a ser esposas demasiado pronto y sin voz ni voto para elegir a sus maridos.
Sin embargo tu protagonista parece (o yo lo he entendido así), termina sintiendo afecto por su esposo, pues lamenta que ya no la mire.
De cualquier forma mal final para una joven.
Un abrazo Mª José y felicidades por tu relato.
Amul es un amigo de juegos, quizá el verdadero amor de Denali que, al dejar de ser libre ella por ese matrimonio concertado, ni siquiera puede mirarla.
Muchísimas gracias, Asun por la visita y el comentario. Un besuco.
Qué triste y delicada historia de amor y desamor.
La protagonista «muere» por el amor de un joven pobre como ella. Pues, aunque, ahora, ella es rica, tras su matrimonio con un hombre mayor (casi de la edad de su padre), no puede disfruta de esa riqueza, sabiendo que su verdadero amor ni siquiera la mira.
Qué romántico y triste telato, pero cuánta verdad esconde.
Mucha suerte, María José.
Un abrazooo
Nacer mujer en algunos paises como la India es una desgracia, una carga, sobre todo, para las familias pobres y las bodas concertadas siguen siendo una tradición a pesar de haber sido prohibidas por Ley en 1961. Y lo peor es que, a menudo, son niñas menores las que se ven obligadas a casarse y renunciar al amor. Lamentablemente, su vida no es nunca como una película de Bollywood. Muchísimas gracias por la visita y el comentario, Amparo. Nos leemos. Un beso.
Hola María José, me ha gustado mucho tu relato; una tragedia que desfortunadamente se sigue dando. Mucha suerte.
Un saludo
María
Me alegra un montón que te haya gustado esta triste historia, María. Hay muchas niñas Denali por el mundo que no pueden escapar a su destino.Muchas gracias por acercarte y comentar. Un abrazo.
Cuánto daño se nos hace a las mujeres permitiendo casos como el de tu relato. Cuánto queda aún por cambiar en ciertas mentalidades y culturas. Qué penita que con dinero se pueda comprar «casi todo».
Me has recordado a uno que escribí hace tiempo, «Artículo de comercio», donde trato el mismo tema: una realidad que hay que refrescar de vez en cuando que ni podemos ni debemos olvidar.
Gracias por escribirlo; por esas excelentes, «manos invernales y rugosas» por ese magnífico «aliento enojoso».
Un abrazo, María José.
Es verdad, nos queda mucho por hacer en este mundo injusto que , a menudo, parece ir para atrás. Debemos recordar que no estamos aquí para callar ni para pasar de largo ante la injusticia. Muchas, muchas gracias por tus palabras, Rosy. Un beso.