Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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25. Ashiatsu

Clava sus pies en mi espalda marchita. Un erial de piel ceniza que se contrae a cada paso. Carne de arena que se abre separada por dedos de diamante. Marca sus huellas en mis huesos de cristal. Cruje el hedor del miedo con el peso dormido de la culpa. Un rastro de pisadas que se pierde en las nalgas delgadas del viejo en el que habito. Baila sobre el mar de sal y kril que embate mis costillas. Tendus, demi plié, grand plié con sus plantas palmeadas, con sus alas de cisne, con la voz rotunda de quien lleva la muerte pegada a los talones. Nunca hablamos ni para ajustar el precio. Camina, baila, salta. Exhala el grito ancestral que aprendió de sus demonios, que transciende de su cuerpo de pez exiguo y abisal, que traspasa los muros transparentes de Pompeya. Arde el niño que me queda entre las piernas. Deja escapar lágrimas calientes, la lava de azúcar que dormita en el pozo del olvido. Polvo fósil, sangre estancada en las acequias del tiempo. El mar, otra vez, en el hueco almohadillado de una cama plegable de masajes. Vale lo que pide. Sin reproches. Hasta que vuelva la próxima semana.

19 Responses

  1. Ahí va el relato de un maestro. Atentos los ojos a la maravilla que solo ocurre de tanto en tanto. Mi admiración más profunda y sincera, Juancho. Mientras los demás nos peleamos con las palabras, tú jugueteas con ellas…
    Abrazo fuerte

    1. Con lo que me queda todavía por aprender no me creo yo capaz de enseñar nada a nadie Salva, pero agradezco tus palabras aunque siga aprendiendo cada día de todos los que escribís por estos y otros andurriales en los que nos vamos encontrando.
      Abrzssss!!

  2. Jesús Garabato Rodríguez

    Hola, Juancho. Atendiendo a la invitación que nos haces por ahí arriba, y lamentando no haberlo hecho antes (una especie de «desencanto», puede que mal entendido, hace que limite en exceso mis comentarios) vuelvo a visitar tu relato. Además, he aprovechado para hacer un repaso por todos los que has publicado hasta ahora en la página. Muchos ya los había leído, claro. Como me pasa a mí, supongo que será lo que buscamos todos, al participar en estos foros. Yo soy de los que no está, tampoco, demasiado versado en asuntos lingüísticos ni literario-teóricos, pero, desde que descubrí este mundillo de los microrrelatos (hará unos dos años y medio) he leído (en la mayoría de ocasiones, varias veces y con atención) miles de relatos. Cómo dices, esta «experiencia», hace que veamos (aunque podamos estar «equivocados») cosas, relacionadas, por ejemplo, con la «originalidad» del texto, con la «sugerencia», con la «forma… Yo tengo un gran problema: al principio, me fijo más en la forma que en el fondo del texto, entonces cualquier palabra, frase o construcción que considero «no adecuada», me impide disfrutar totalmente del relato. Me pasa igual con lo pudiéramos llamar «originalidad»; aun reconociendo que casi todo está inventado, cuando has leído diez mil relatos, por decir algo, lo que a ti te suena a visto, para otro es una novedad…
    Me parece que me estoy saliendo del asunto, perdona. Pero es que poco decir de tu relato. Me gusta como está escrito, con esa frases cortas, como si fuesen pasos y esas otras, más largas, que parecen caricias. Me gusta esa «dualidad» de algunas expresiones con connotaciones sexuales. Me gusta haber tenido que buscar información sobre algunos términos (yo, sacándome del Ikebana…). En el «contexto» de tu relato me parecen muy adecuadas expresiones como «carne de arena» (al poder abrirse), «cruje el hedor del miedo» (al romperse con el peso de la culpa). Aunque suponga meterme en algún berenjenal más, en textos donde parece estar buscado a propósito ese «extrañamiento» en algunas frases, ya no me gusta tanto. Me gusta, aunque no sea la expresión adecuada, que sea «lineal», en el sentido de que parece guiarnos por un camino. Con esto no quiero decir que no me gusten otro tipo de relatos, pero prefiero los más «naturales», aunque podamos darle nuestro estilo, o un aire poético, o hacer trabajar más al lector…
    Pues nada, que a mi me ha gustado. Esperando no haber metido demasiado la pata, un abrazo.

  3. Elena Bethencourt

    Hola, Juancho. Siguiendo la invitación que me haces a comentar tu relato sin piedad, he venido a buscarte 😉

    Me he llevado una sorpresa al ver que tú eres el autor de Ashiatsu. Cuando entré en esta página encontré dos relatos que me impactaron especialmente y este era uno de ellos. Solo recordaba el nombre y no de quién era (lo siento, no te conocía).

    Dicho esto, ya está claro que me gusta. Me parece original, tiene ritmo y poesía. Las metáforas a mí personalmente me fascinan. Frases geniales como que la señorita que pisa al protagonista tiene «la muerte pegada a los talones» y muchas más.

    Por otra parte, como pides sinceridad, pues te diré algo más, siempre teniendo en cuenta que decir nuestra verdad no significa estar en lo cierto. Hay dos partes que a mí personalmente me gustan menos que el resto: «el hedor del miedo» y «Arde el niño que me queda entre las piernas. Deja escapar lágrimas calientes, la lava de azúcar que dormita en el pozo del olvido». Y hasta ahí puedo decir 🙂

    Un saludo,
    Elena

    1. Gracias por devolverme la visita Elena y por tu sincero comentario. La verdad es que coincido contigo, tampoco yo estoy demasiado contento con ese «hedor del miedo», creo que de alguna manera te saca del relato, te hace preguntarte de qué es de lo que tiene que tener miedo el protagonista, y aunque yo si lo tengo interiorizado, no sé si se llega a ver en el resto del relato. La otra parte a la que aludes tampoco acabó de convencerme del todo, demasiado explícita para lo que a mí me gusta, quizá muy lírica, y eso sí me gusta, pero hubiera preferido ser algo más sutil. Espero verte en la próxima ronda y que nos sigamos leyendo. Un placer. Bsssss!!!

        1. elena

          Los emoticonos los pones de la manera tradicional: dos puntos, guión, cierra paréntesis. Luego cuando se publica sale la carita aunque tú no la veas al escribir. 🙂 Si utilizas punto y coma pues te sale otra variante y así.
          ¡Vaya, vaya, acabo de llegar y ya te estoy enseñando! 😉

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