26. Sentado en el muelle de la bahía
Escucho la canción de Otis una y otra vez. Recuerdo tu cara pecosa, tu forma de silbar, tu risa… Tu risa. Juntos permanecíamos sentados en el muelle de la bahía hasta que el sol, cansado, nos invitaba a dormir. Nosotros, díscolos, jugábamos con la luna hasta la mañana siguiente cuando ella, cansada, saludaba de nuevo al astro rey. Yo no me cansaba de ti. Tú no te cansabas de mí.
¿Qué es el amor?, preguntaste. Te respondí con un beso. Tu mirada, perdida entre las olas, discrepó con tristeza. Preferiste embarcarte para buscarlo más allá, donde los pescadores de almas te aconsejaron hallarlo. No te despediste de mí. De la luna, tampoco.
Vuelvo a estar sentado en nuestro muelle. El mar me saluda con su runrún perenne, pero no te trae de vuelta. Huiste de mis brazos para no confesar que me querías, por miedo al qué dirán, por miedo a esos mismos que ahora silban a tus espaldas y frecuentan los mismos muelles. Sentados en tu misma bahía.
La vida sigue.
Sitting on the dock of the bay…cómo me gusta está canción, así como tu relato.
Suerte, Fernando. Un abrazo.
Es una de mis canciones favoritas, Ginette. Me sirvió de inspiración.
Espero verte pronto en Santander.
Un abrazo.
La vida siempre sigue, desgraciada o afortunadamente, pero siempre mejor con música. Un saludo
Desde luego, Mar. Coincido contigo en la importancia de la música en nuestras vidas.
Un abrazo y un beso.
Hacía mucho tiempo que no escuchaba esa canción. Gracias por recordarnosla. Le va perfecta a la fotografía.
Mucha suerte.
Fue lo primero en lo que pensé al ver la foto. He querido mezclar imagen, música y literatura.
Un abrazo.
Un relato de amor nostálgico que se lee escuchando de fondo el oleaje y esa bella canción de Otis Redding. Hay que aceptar que la vida sigue. Mucha suerte, Fernando. Un abrazo.
Muchas gracias, María José. Era exactamente esa imagen la que quería evocar. Y si imaginamos la escena en una bahía tan bonita como la de Santander… No se puede pedir más.
Estoy deseando volver, ya queda menos.
Un abrazo.
Un relato encantador, Fernando. Un abrazo.
Muchas gracias, Alberto. Me alegra mucho que te haya gustado.
Un abrazo.