Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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ENTCERRADO 1… de maneras y regresos

Os proponemos el primer ENTCerrado del año y os recordamos todas las condiciones que debéis cumplir para participar:

  • El relato no puede sobrepasar las 100 palabras sin incluir en su cuenta el título y la frase de inicio y de final obligatorias.
  • El periodo para su publicación coincide con el del concurso general, o sea, hasta el próximo 21 de febrero, incluido.
  • Cada autora o autor solo puede presentar un relato en esta propuesta.
  • El relato debéis publicarlo como “comentario” en esta misma entrada, y una vez hecho no se permitira correcciones ni cambios.

Estas son las frases obligatorias

Frase de inicio

  • Había cambiado la forma …

Frase final

  • … sabíamos que volvería.

Elegiremos 4 relatos para la final anual.

48 Responses

  1. 1 JUSTICIA EN EL PUEBLO

    • Había cambiado la forma de su cuerpo y ya no podría ocultarlo mucho tiempo.
    El amo la forzó sobre el heno y luego le dio un duro de plata.
    Se fue a la ciudad, tenía una dirección de una clínica que la acogería con la condición de dar a la criatura en adopción. Optó por ser madre, buscó un padre para su hijo, se casó y rehízo su vida.
    Hace dos días, el señorito apareció muerto y desnudo en el comedero de los cerdos, que hozaban, arrancando los genitales e intestinos, creando una guirnalda rojiza.
    Tenía una moneda en la boca.
    En el pueblo, sabíamos que volvería.

    1. 46. DELFOS

      Había cambiado la forma de mostrarse. Ya no usaba el viento entre las hojas, ni extraños dibujos en el fuego. Ahora se manifestaba con imágenes coloridas, con melodías sutiles, o con leves vibraciones. Nosotras lo habíamos esperado durante generaciones. Y aquel extranjero lo traía en su bolsillo trasero, descuidadamente, como un rico que no ha pasado estrecheces ignora su suerte. No nos importó su aspecto metálico y frío, la literalidad infantil de sus respuestas, sin la ambigüedad misteriosa de otros tiempos. Reconocimos en aquel rectángulo que cabía en la palma de la mano al oráculo que todos creían perdido para siempre. Porque nosotras sabíamos que volvería.

  2. 2.
    Había cambiado la forma de saludar por las mañanas. En las reuniones y cursillos era afable y comedido, tanto que apenas lo reconocía como compañero de trabajo, al que por cierto, se dedicaba con ahínco durante la jornada laboral.
    Un día, durante un descanso, le convocó el director a su despacho. Al rato regresó muy ilusionado.
    El viernes me anunció que se tomaba unas vacaciones que se había ganado a pulso. Y se marchó.
    Hoy, en la radio del chabolo, hemos oído el nombre de su pueblo donde ha aparecido una mujer asesinada, todos los reclusos hemos comentado y criticado su libertad condicional, porque sabíamos que volvería.

    1. 23
      Había cambiado la forma de acceder a la biblioteca. Recuerdo que la última vez no había más de una docena de personas. De pronto, alguien llamó mi atención. Me senté junto a ella, me pidió que tocase sus manos y susurrando me dijo que si escuchaba su historia, tal vez, escapase conmigo. Su olor, su compás al hablar me cautivó desde el comienzo y al cabo de unos minutos, salimos juntos abrazados. Al llegar a casa, busqué un selecto hueco en la estantería. Pero, si no compraba el libro, tendría que devolverlo y satisfacer esa infidelidad. Todos sabíamos que volvería.

  3. María José Viz Blanco

    3 SU FRIALDAD
    Había cambiado la forma de abrazarme. Lo notaba frío conmigo. Quizás tuviera que ver mi cambio de sexo o puede que no le gustase que hubiera adoptado su nombre, Ricardo, como propio, relegando el ridículo Milagros al olvido.
    Intenté acercarme a él, muchas veces, como cuando nos divertíamos jugando a los médicos, pero notaba el recelo en su mirada. Cuando le presenté a Javier, mi amor, se le abrió una puerta hacia su libertad. Huyó, pero los tres sabíamos que volvería.

  4. Paloma Casado Marco

    4 La bala
    Había cambiado la forma de andar y de lejos no lo reconocimos. Ya más cerca y antes de correr a su encuentro, Tomás y yo nos miramos nerviosos. De nuevo volveríamos a ser solo patrona y criado. Sus ojos reflejaban toda la tristeza del mundo y tuve que sobreponerme para aparentar alegría. Durante dos años fantaseamos sobre alguna bala enemiga que hiciera añicos su corazón. Ahora sabemos que únicamente supo alcanzarle la pierna derecha. Fuimos tan felices sin sufrir su violencia y sus humillaciones que casi conseguimos engañarnos. Los dos, sin querer confesárnoslo, sabíamos que volvería.

  5. Asun Paredes

    6 HASTA EN LAS MEJORES FAMILIAS

    Había cambiado la forma de saludarnos cuando regresaba a casa. Hacía tiempo que el beso de buenas noches se había transformado en un sonido gutural. Ya solo lo veíamos pasar por el salón para exigirnos el dinero que según él todos sus nuevos amigos recibían de sus padres.
    De nada sirvieron mis consejos ni las lágrimas de su madre cuando empezó a vestir manga larga incluso en pleno verano para ocultarnos lo que ya sospechábamos.
    Si tras la última discusión no cambiamos la cerradura de la puerta fue porque, aunque temíamos que su desesperación pudiera costarnos la vida, sabíamos que volvería.

  6. Ángel Saiz Mora

    7 MUNDO MICRO
    Había cambiado la forma de tratarnos. Pasó del “¡eh, tú!”, al “usted” y “por favor”. También disfrutamos de flexibilidad de horarios y días libres. Pero la memoria de un miserable es quebradiza. Por eso hicimos una colecta para adquirir nuevos artilugios de espionaje: micrófonos reducidos, cámaras ocultas y diminutas grabadoras de voz. Todo muy pequeño, pero efectivo, como el nuevo becario, de corta estatura y acreditado escritor de intensos microrrelatos. Las pruebas multimedia, acompañadas de un texto de chantaje redactado por él, estuvieron preparadas sobre la mesa del director, adúltero, corrupto e impresentable, a la hora que sabíamos que volvería.

  7. 8 La trampa
    Había cambiado la forma que tenía de mirar a las arañas. Mis alas de mosca, mis patas de mosca, mis ojos. Un placer oscuro me poseyó cuando las descubrí en los rincones de la habitación, agazapadas en sus redes seductoras. Me sorprendió un rumor de membranas, un zumbido que me elevaba sobre las sábanas aún calientes de una noche agitada por el azote carnal de la tormenta. Abajo, Caliope, se desperezaba exhausta. Una camada de larvas culebreaba alrededor de su placenta. Exuberantes, blancas, insaciables. Escuché su voz de pífano alentar el vuelo de las musas, incitar al estro hacia la seda, porque no sabíamos que volvería.

  8. Isabel Centeno

    9 Otra forma de amar

    Había cambiado la forma de querernos. Ya no nos miraba cariñosa ni nos daba besos inoportunos. Ahora parecía estar siempre al borde del enojo sin causa. Había empezado a trabajar y salía cada mañana corriendo y dejándonos solos a cargo de mi hermano mayor quien coordinaba desayunos y salida a la escuela. Yo extrañaba a mi antigua mamá, pero no se lo decía. Ella se iba cada mañana, fría y preocupada pero a diferencia de papá, ella sabíamos que volvería.

  9. Modes

    10 PROMETÍ QUE SIEMPRE TE AMARÍA

    Había cambiado la forma, pero no el fondo de sus sentimientos.
    Por eso cada noche se acercaba a la cama y, con su mano invisible, acariciaba con absoluta dulzura el rostro de su esposa dormida.
    Y en ningún momento le importó lo que ella y su amante le hicieron. Él aún la seguía amando.
    Con los primeros rayos de sol salía de la casa, prometiendo no regresar nunca jamás. Y, mientras se elevaba, nosotros sonreíamos con ternura y dejábamos el túnel de luz entreabierto, porque a la noche siguiente sabíamos que volvería.

  10. Esperanza Tirado Jiménez

    11 VIDA BASURA

    Había cambiado la forma en cómo veía el mundo. Encerrada entre cuatro paredes devoraba montañas de comida basura.
    Quisimos ayudarla, pero en su gordura no veía más allá. Nunca supimos el desencadenante; aunque intuíamos que aquel vecino de manos sebosas y mirada oblicua era parte principal del problema.
    Una noche, sus sueños se poblaron de estruendosas sirenas de policía. Por la ventana vio cómo su vecino, esposado y rodeado de severos uniformados, gruñía como un cerdo a punto de ir al matadero.
    Su mente hizo ‘clic’.
    Nos dijo: ‘Quiero volver a ser yo. No más miedos’.
    Y despertó.
    De un modo u otro, todos sabíamos que volvería.

  11. 12 ERA PREVISIBLE

    Había cambiado la forma de nacer. En las últimas décadas, obligados por el fervor feminista, los hombres asumían el rol de gestantes. Durante nueve meses interminables, compaginaban su trabajo habitual con el lastre de la preñez exógena. Las estadísticas mostraban resultados irrefutables: incremento de féminas en puestos relevantes, equiparación salarial, claro retroceso de la violencia machista… Pero el paulatino descenso del número de nacimientos se hizo alarmante. Antes de que el envejecimiento extremo de la población fuera irreversible, las autoridades, mayoritariamente mujeres, actuaron en consecuencia: quedarían prohibidos los embarazos en el varón, recuperando la vieja costumbre del parto femenino. Aunque nadie osara manifestarlo, todos sabíamos que volvería.

  12. Yolanda Nava Miguélez

    13 RECOMENZAR

    Había cambiado la forma de tratarme. Me mantenía presa en sus amenazas, alerta a sus caprichos, tan rota como las puertas y los muebles de la casa.
    Hasta que tocó fondo. Verlo esposado fue extraño, no sentí alegría, tampoco pena. Pero siempre fue buen buceador y salió a flote.
    Cuando volvió con un perdón entre los labios no me extrañé. Lo conocía bien. Lo había parido. Cerramos para siempre la puerta del pasado. En el fondo creo que ambos sabíamos que volvería.

  13. Alberto Muñoz

    14 EN DESAPARICIÓN
    Había cambiado la forma de mi reflejo. Mi imagen intentaba pasar desapercibida. No quería que siguiese observándola como si fuera una aparición, ni que supiese que había logrado traspasar el umbral. Se me parecía tanto, que me preguntaba si era otro o era yo mismo desdoblado, otro yo escindido de mí. Notaba sus sensaciones como si fueran mías. Respiraba en sus pulmones. El espejo comenzó a empañarse. Mi otro yo se desvanecía al otro lado. Yo sentí también que desaparecía. Creo que ninguno de los dos estábamos ya en la casa vacía, pero tanto mi yo de aquí como mi yo de allá sabíamos que volvería

  14. Nuria Rozas

    15 TÉCNICAS DE RESPIRACIÓN
    Había cambiado la forma de respirar. Se concentraba en coger aire profundamente por la nariz y, para ello, alzaba el vientre y dejaba el pecho quieto. Muy despacio. Aguantaba el aire diez segundos, como les decía la profesora en clase, y luego, lo soltaba por la boca. Muuuy suave. Hasta quedar vacía. Sin meter ruido. Una vez. Dos. Tres… No dejaba de temblar pero, al menos, conseguía apartar de su mente la idea de que él pudiera encontrarla, en el rincón que aclimatamos días antes para que se escondiera en caso necesario, tras un armario, porque sabíamos que volvería.

  15. 16 RECURSOS
    Había cambiado la forma en que trataba a su novia. Ella lo excusaba. “Los nuevos compañeros del gimnasio son una mala influencia”, decía. “También es verdad que me compré alguna falda demasiado corta.” Yo no daba crédito. Para colmo el tipo había desaparecido sin dejar rastro. Esto no podía estar pasándome a mí… ¡Qué será de una escritora a la que se le descontrolan los personajes! Pero ya había pensado para el siguiente capítulo en hacer venir del pueblo a la abuela con la que creció a ver si entraba en razón, pues tanto la protagonista de la novela como yo sabíamos que volvería.

  16. Ton Pedraz

    17 EN EL EDÉN
    Había cambiado la forma de tentarla muchas veces, pero hoy, cuando se volvió para mirarla de ese modo, las dos sabíamos que volvería.

  17. 18 TEST DE PATERNIDAD
    Había cambiado la forma de acercarse a nosotros. Ya no ocultaba su verdadera identidad. Con el rostro cubierto, trepó veloz y con suma maestría para evitar nuestra caída desde el alféizar. En ese momento, y sólo en ese, la multitud rompió en aplausos liberándose de los nervios que les paralizaba. Mientras, nosotros, nos mantuvimos jugueteando, lanzando ráfagas aún inexpertas de telas de araña. Y es que sabíamos que volvería.

  18. Salvador Esteve

    19 TRAVESÍA
    Había cambiado la forma, la esperanza se había convertido en incertidumbre. Un manto de miedo arropaba nuestros cuerpos, las olas nos lanzaban escupitajos de desprecio y el salitre de sus aguas impregnaba nuestras heridas. La abarrotada barcaza era zarandeada por el viento, que nos mostraba el camino de regreso, de la derrota. Lanzamos los cuerpos de compañeros, hermanos, mujeres y niños, pecios de ilusiones perdidas. A los elementos suplicamos, en silencio, una oportunidad.

    Amaneció, la quietud del mar calmó nuestros pensamientos. El sonido de un barco en la lejanía iluminó nuestros rostros. Tras la bruma, la esperanza se abrió paso tímidamente; sabíamos que volvería.

  19. 20 CALOR DE HOGAR

    Había cambiado la forma de vernos y amenazó con irse. Porque estaba harta. De nosotros, de sus hermanos, de cariños, besos y arrumacos. ¡Nos parecía mentira que a sus treinta y tres decidiera dar el paso!
    Me pidió que le acompañara a ver uno, amplio, buen precio, en una excelente zona, con dos chicas universitarias, un médico…

    «Mamá, que dejo el piso». Me dijo por teléfono.
    «Pero hija, si es perfecto y tus compañeros, majísimos».
    «Sí, mamá, el piso está bien y mis compañeros son muy majos pero les noto algo fríos y distantes… tengo que seguir buscando».
    Lo teníamos clarísimo, al mes sabíamos que volvería.

  20. Eva García

    21 ALICIA

    Había cambiado la forma de mirarse al espejo. Ya no se estudiaba de reojo al pasar ni se dedicaba a peinar sus canas delante. Ahora escudriñaba el fondo durante horas, en silencio, sin pestañear apenas, buscando no sabíamos qué o a quién más allá de la superficie de plata. Un día desapareció. Pero cuando leímos los comentarios y anotaciones al margen en el diario de sus anteriores aventuras dejamos de preocuparnos: sabíamos que volvería.

  21. 22 DOBLES PAREJAS
    Había cambiado la forma en que Lucas, el prometido de mi hermana, y Sandro, mi novio, nos cortejaban mientras echábamos la partida de póker de cada tarde. Ahora, ambos parecían más atentos y cariñosos con la pareja contraria que con la propia, así que, puestas de acuerdo, fingimos sentirnos ofendidas y los despedimos aparentando mucho enfado. Nosotras, como ellos, también somos siamesas, y aquella pareja sabíamos que volvería.

    EdH2019

  22. La Marca Amarilla

    24 FAKE

    Había cambiado la forma, o eso nos dijeron: el círculo pasó a ser cuadrado. Hubo quien dijo que lo había conseguido ver, pero no, fue una posverdad. Y pasado un primer momento de emoción, de convulsión en las redes, se nos presentó ante nosotros como siempre; sabíamos que volvería.

  23. 25 CALEIDOSCOPIO
    Había cambiado la forma de los espejos de la entrada. El abuelo jugaba con los ángulos para formar un caleidoscopio en el que girar, convertido en una peonza espacio-temporal.
    Lo observábamos con curiosidad burlona,pero en el solsticio de invierno no se sentó a presidir la mesa.
    Era frecuente que los ancianos se desorientasen. Lo encontrarían. Así lo aseguró la policía.
    La Noche de San Juan llegó con esquirlas de estrellas en sus canas. Abrazó a la abuela y dijo:
    -He visto infinitas variedades de este mundo. Ninguna os gustaría más que este hogar.
    Sabíamos que volvería.

  24. Gloria Arcos Lado

    26 ANSIADO REGRESO

    Había cambiado la forma de presentarse en público, pero sin duda, era él.
    Es el hombre que marcó mi vida, aunque parece no reconocerme.
    Mi memoria intenta regresar a aquel episodio, cuando al despuntar el alba, mi madre nos informó que ese día mi padre se iba lejos, a ganar dinero.
    Pero no podíamos intuir que estaría fuera tanto tiempo.
    Hoy, cuando mis padres se funden en un tierno abrazo, y nos informan que durante estos veinte años ha estado encarcelado por motivos políticos en Cuba, sus hijas-con una gran sonrisa- le decimos a mi madre:
    “Sabíamos que volvería”.

  25. 27 TESTIGOS Y CULPABLES
    Había cambiado la forma en que nos miraba. Durante unos días temimos que hubiese descubierto lo que habíamos hecho con su hijo hasta que, como en otras ocasiones y a escondidas, empezó a llenar una maleta. Necesitaba estar a solas con los recuerdos y llorar pero sabíamos que volvería.

  26. Pilar Garrido Aláez

    28 SUS LABORES
    Había cambiado la forma de tejer bufandas, ahora las hacía de muchos colores y punto del revés. En el pueblo todo el mundo las usaba porque ella generosamente las regalaba.
    Hace cuatro días apareció una vecina con los ojos en blanco y una muy apretada al cuello, todavía tenía la taza de café en la mano cuando la encontraron sentada a la mesa de la cocina, la misma escena que doña Amparo hace un año.
    En casa, nos mirábamos en silencio y callábamos así que tomamos la decisión de esconder el baúl donde guardaba las lanas antiguas, porque si encontraba los ovillos negros, sabíamos que volvería.

  27. Antonio J. Álvarez

    29 DE PASO

    Había cambiado la forma de volar.

    Mientras en Tombuctú es invierno, en Helltron es verano. Cuando es primavera en Haychi, el otoño aparece en Molock. No te reprocho que intentes cortarme las alas. Pero, igual que el río no es nunca el mismo río, las albas o los atardeceres pueden parecerse, pero son solo de quien los mira. No sé cómo no comprendes mi nostalgia caribeña, mi alegría salvaje de páramo. Te aconsejaron mal, nadie debería enamorarse de un ave migratoria, ni planear en una estación que sabíamos que volvería.

  28. 30 EL PAISANO

    Había cambiado la forma de comportarse y hasta de fumar. Ocurría siempre que la parienta se iba, diciéndole que le esperaba en menos de una hora en casa. Con ella las caladas las daba sin tragarse el humo, y dejaba caer al suelo las pavas por la mitad. Sin ella apuraba los cigarrillos hasta quemarse los labios y lanzaba las colillas poniéndolas entre el corazón y el pulgar. Y nos invitaba a los de la barra a todos los chupitos de anís.
    Para cuando ella regresaba a las tantas, con su cara avinagrada, ya le habíamos cogido la cartera para pagar la bebida, porque sabíamos que volvería.

  29. María Elejoste (Mel)

    31 Libertad cuenticional
    Había cambiado la forma de aullar. La abuelita sintonizó sus audífonos para oír mejor. No había duda, la misma señal de alerta que antaño. Se levantó de la cama y se vistió, no tenía hambre pero sí mucha, mucha sed atrasada. Cargó las balas y ajustó la mira telescópica para ver mejor. Su dedo no temblaría al disparar al leñador. Tras salir de la cárcel todas las niñas sabíamos que volvería.

  30. 32 SILENCIOS
    Había cambiado la forma de moverse y de mirarte. Se había mostrado amable y comprensivo, tal vez demasiado. Pero, cuando su media sonrisa abrasó tu pecho y su socarronería puso en duda tu denuncia, ¡supiste que era él!… Supiste que era él cuando ocultó, bajo el mostrador, el mordisco de su mano derecha —la que tapó tu boca, mientras la zurda violaba tu piel—. Supiste que era él y callaste. Con la cabeza gacha, chorreando resignación, rabia e impotencia, abandonaste la comisaría. Como, tiempo atrás, hicimos nosotras, aunque sabíamos que volvería.

  31. 33 CUENTA ATRÁS

    Había cambiado la forma de vivir en casa desde que se fue papá. Mamá volvió a salir a la calle, pero sin maquillarse tanto como antes ni se ponía los días nublados gafas de sol. Mi hermana dejó de echar el pestillo de su habitación cuando se iba a dormir. La abuela nos visitaba de nuevo y, solo entonces, subíamos el volumen del televisor. Yo, con el calendario que me hice, descontaba el tiempo. Conforme avanzaba, la tristeza impregnaba el rostro de los demás otra vez. La semana pasada se cumplieron ocho años y un día desde que se marchó papá, y todos sabíamos que volvería.

  32. 34 REGRESIÓN

    Había cambiado la forma de vestir, su acento al hablar, lucía un peinado anticuado y volvía a usar sombrero de ala ancha. Aquello me alarmó, aunque pensé que sería algo pasajero. Pero cuando empezó a llamarme Víctor, mi preocupación fue en aumento.
    De nada me sirvió decirle que se confundía, que su nombre no era Ilsa, que, a veces, la memoria podía jugarnos malas pasadas. En cuanto escuchó en la radio las primeras notas de «As time goes by», ya no pude retenerla más a mi lado. Todos mis esfuerzos fueron inútiles.
    Desde que me eligió a mí en lugar de a Rick, ambos sabíamos que volvería.

  33. 35 EL EXTRANJERO
    Había cambiado la forma de comunicarse con la familia. Ahora su voz parecía la de una soprano. Asentíamos con la cabeza ante peroratas indescifrables. Había perdido el buen gusto. Combinaba sus pantalones con vestidos de mamá. Se alimentaba de las plantas del invernadero que con tanto mimo cultivaba la abuela. Dejaba rastros de baba a cada paso. Le encantaba abrazarnos, eso sí, pero nos quitaba toda la energía. Se extasiaba viendo documentales en televisión. Rara vez miraba al cielo y cuando lo hacía, soportábamos sus ataques de pánico. Aunque aquella fatídica noche del 2017 mi padre se dirigió a la nave con decisión, todos sabíamos que volvería.

  34. Carmen Alonso

    36 Una anciana especial
    Había cambiado la forma de doblar las servilletas del comedor otra vez. A sus noventa y seis, Leonor era feliz con aquel trabajito de habilidad manual que le habíamos encargado en la residencia y que le ocupaba toda la mañana.
    Un día, sin dejar de sonreír, las doblaba con forma de barco, -porque me gusta navegar-, dijo. Al siguiente, con forma de pajarita,- porque algún día me iré volando.
    El día que nos dejó había conseguido una nueva manera y dobló las servilletas en forma de cohete espacial, -para subir al cielo, claro.
    Y se marchó al lugar del que vino y a donde sabíamos que volvería.

  35. Pablo Núñez

    37 El método

    Había cambiado la forma de flirtear en el pueblo desde que el cine sustituyó los bailes del sábado. Los besos furtivos en las últimas filas pasaron a ser los primeros escarceos del noviazgo. Con el tiempo, nuestros andares y posturas se convirtieron en una mezcla de los gestos de aquellos personajes que llenaban la pantalla; incluso el Padre Damián tenía un aire a Montgomery Clift en «Yo confieso». Se metió tanto en la piel del actor, que murió tras ver «De aquí a la eternidad». Días después del sepelio, mientras proyectaban «Río Rojo», llevamos un caballo a la puerta del cementerio, pues sabíamos que volvería.

  36. Pepe Sanchis

    38
    Había cambiado la forma en que se nos aparecía. Durante muchos años lo conocimos vestido de militar. Pero esa noche, al cabo de tanto tiempo, le vimos con una capa de seda y un solideo morado.
    Martita, la más pequeña de la familia fue la única que se atrevió a preguntarle por esa transformación tan espectacular. Pero él, como siempre, permaneció callado mientras avanzaba por el salón.
    Tendremos que acostumbrarnos a que nuestro tío Jacinto, el general, después de ciento cincuenta años desaparecido, haya regresado convertido en obispo.
    En el fondo, todos sabíamos que volvería.

  37. manuela123

    39 SUSPICIUS MIND
    Había cambiado la forma de hacer autostop. Sacó de su mochila un cartón con el nombre: Menphis en mayúsculas rojas, eligió su mejor sonrisa, izó el cartón y levantó el pulgar cual bandera.¡Fantástico!en menos de quince minutos una Harley Davidson frenó en el arcén. Ella subió después de ponerse el casco. Antes de arrancar,el motorista,preguntó si iba a ver el sepulcro. Ella, contestó que 41 años después, todavía, se decía que no había muerto.El motorista arrancó tarareando….suspicius mind. Ella se agarró, con lágrimas de emoción, a su cintura. Sus fans sabíamos que volvería

  38. María José Escudero

    40 El visitante: Tiempo sin sol y sin luna
    Había cambiado la forma de mirarnos. Se estaba haciendo viejo y parecía cansado. Sin embargo, aún mantenía sus costumbres y nunca veía saciado su deseo. Por más miedo al hambre que a su cólera, guardábamos silencio en su presencia: Stefan ya había comprobado en la piel y en el estómago que el monstruo no soportaba que lo llamaran abuelo. Pero mi pálida Erika todavía era revoltosa y espontánea. Por eso me apresuraba a dormirla, si presentía una visita.
    Cuando se marchaba, dibujábamos ventanas sobre el hormigón del zulo y aunque imaginábamos su muerte y nuestra huida, nunca sonreíamos porque sabíamos que volvería

  39. Enrique Mochón Romera

    41 Voluntarios

    Había cambiado la forma de mis brazos. Ahora tenía los codos al revés, de modo que al doblarlos me tocaba la espalda con las manos. En cuanto al otro tipo, le había girado la cabeza hacia atrás, provocándole serios problemas de orientación. El mago estuvo un rato haciendo reverencias entre aplausos, mientras ambos nos movíamos por el escenario desconcertados e intentando una pose natural, hasta que de pronto se disipó a la vista de todos. Aterrorizados, empezamos a protestar vehementemente, aunque nuestros aspavientos debieron resultar tan grotescos que el público prorrumpió en carcajadas. Incluso mi compañero de penurias y yo acabamos riendo con ellos. Sabíamos que volvería.

  40. Yoya Muiños Alonso

    42 MERECIDAS VACACIONES

    Había cambiado la forma de vestir,la de arreglarse en general.Mamá ya no prepara el desayuno en silencio,ahora la oímos cantar por la cocina y nos despide al salir para el colegio con una avalancha de mimos y besos.Para la cena se pone el vestido más bonito y unos pequeños pendientes que acompaña con un toque de brillo en los labios.Sonríe,está preciosa y se lo decimos,se ruboriza,pero le encanta escucharlo.
    Hoy su rostro es igual de gris que su vestido y un pegote de maquillaje intenta camuflar un moratón en su rostro.No hace falta hablar,sabíamos que volvería.

  41. JOSEP MARIA ARNAU

    44 MONA SE QUEDA (Josep Maria Arnau)
    Había cambiado la forma de actuar. Ya no teníamos que escondernos cuando llegaba a casa. Ahora sonreía, hablaba bajito, le hacía carantoñas a mamá y solo bebía agua. Hasta que una tarde se fue dando un portazo. La abuela empezó a musitar cosas sobre una mona vestida de seda. Y Juanín encontró, escondida en un cajón, aquella botella medio vacía. Antes de que cayera la noche, hicimos las maletas… Sabíamos que volvería.

  42. Blanca Oteiza Corujo

    45. Cómplices
    Había cambiado la forma de mirar las olas. Los días de tormenta soñaba con ella, nos despertaba en la noche con sus gritos. En casa todos lo sabíamos, la mar le llamaba. Sólo era tiempo de espera entre mareas.
    Hacía tiempo que la sirena había sido devuelta a las profundidades. Él quería reunirse con ella, pero el vidrio de la pecera se lo impedía. El colorido que una vez le acompañó, iba mutando a un gris sin brillo.
    Aprovechó una noche agitada por el viento, de fuerte oleaje que llegaba a las ventanas. Nos despertamos por la mañana sin su compañía angustiada. Aquí, todos sabíamos que volvería.

  43. Belén Sáenz

    46. LA DESPEDIDA
    Había cambiado la forma. Aquel técnico con destornillador en el bolsillo de atrás se había transformado en un científico de manos pulidas. El generador que él había ensamblado y que fue durante años corazón de nuestro pequeño invernadero ecológico agonizaba entre chirridos y calenturas. Sonrió al reconocer su estilo exclusivo de trenzar los cables. Le acerqué una silla y me situé respetuosamente detrás. Acarició la chapa abombada, rezumante de óxido; luego me hizo una seña con la cabeza. En silencio, desconecté el enchufe. El viaje desde la universidad estadounidense donde investigaba había sido largo y cansado, pero no dudamos en avisarle para el adiós. Sabíamos que volvería.

  44. Esther Cuesta

    La otra

    Había cambiado la forma de vestir y el color de su pelo. Su tono de voz bajó dos octavas, lo que nos paralizó de miedo. Nos preguntábamos cuánto duraría esta vez. Los más atrevidos bucearon en sus ojos cuando acercaba su mirada, algunos incluso dijeron haberla visto en el fondo de su pupila y no hemos vuelto a verlos en clase. Los exámenes estaban cerca y procurábamos no provocar a la otra que llevaba dentro. Sabíamos que volvería.

  45. Paloma Hidalgo

    ESPEJISMO

    Había cambiado la forma de divertirse, ya no disfrutaba arrancándoles las antenas a las hormigas, tirándoles piedras a los perros, o robando nidos. Dejaron de llamarnos desde el despacho del director del colegio, y cesaron las peleas con los chicos del barrio. La adolescencia le sentaba tan bien a nuestro monstruo, que nos permitimos soñar con un futuro diferente. Hasta que vimos en el periódico, en la reseña de una joven desaparecida, la foto de la nueva amiga de nuestro hijo, y volvimos a instalarnos en la realidad, que tarde o temprano, ambos sabíamos que volvería

  46. Marta GR

    SUSURROS

    Había cambiado la forma de aquella escultura tantas veces que, al final, decidió abandonar el proyecto. Aquella criatura deforme era el producto de meses de intensa sequía creativa, señal inequívoca de que su vida como artista tocaba a su fin. Todos en el taller sabían lo melodramática que podía ser Alice.
    De repente, volvió junto a su creación y sin mediar palabra la destruyó. Extasiada y segura de sí misma, comenzó a rehacerla.
    Estos mortales…las musas también necesitamos desconectar de vez en cuando. Todas sonreímos al ver a nuestra compañera susurrándole al oído.
    Sabíamos que volvería.

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