76. TIEMPOS DE CAMBIO (Óscar Quijada Reyes)
Algunas personas estaban muy cambiadas, entre ellas mi hermano.
─¿Qué es lo que te pasa, te vi llegar muy nervioso a la tienda? ─Inquirí de él.
─Si alguien me vio hablando solo esta mañana es posible que imagine que estoy trastornado, pero es que no puedo entender lo que está sucediendo. Es complicado vivir al ritmo de los demás, tal vez necesite comprender mejor. Si quiero estar calmado, ¿por qué algunos se comportan como si tuviese que ir a la velocidad de la luz? ¿Y si yo fuese el apurado? ¡Seguramente objetarían que quieren desplazarse con tranquilidad!
─¿Te refieres a que te opones a lo frenéticas que se han puesto las cosas?
─Sí, pero eso no implica que, a fin de cuentas, en unos minutos encienda mi coche y corra los mismos riesgos. Conduciré de forma vertiginosa, porque las cosas han cambiado mucho, es como si ahora todo es más colorido. También es verdad que he quedado rezagado con la velocidad de la gente, me gusta tomarme mi tiempo.
─Oye, viejo, ¿y esa saeta que le pusiste al automóvil?
─Soy lento, la puse de manera simbólica, significa que tienen que darme cuerda para que arranque.
Si nos parásemos a pensar en la vida frenética que la mayoría llevamos, es muy posible que nos detuviéramos y nos lo tomásemos con más calma. Lo que sucede es que no sería posible. Es inevitable verse arrastrado por la vorágine cuando se vive dentro de ella. Las personas de natural calmado no tienen más opción que intentar cambiar, si quieren no perder ese tren de alta velocidad que no se detiene por nadie.
Ya sabes que me alegra volver a leerte de nuevo, Óscar
Un abrazo y feliz año