81. Descorazonado
Los habitantes del truculento barrio vieron pasar un bólido azul que los dejó envueltos en una nube bullosa de polvo de estrellas.
Asombrados de ver por ese territorio de canallas semejante artefacto trazaron una cruz en el tapiz verde y siguieron en lo suyo.
El oficiante dio el golpe preciso. La bola se deslizó, trazando con pericia el rodar de otras bolas, que exorcizadas, se rindieron al tacazo. Admiración del adversario y mirones.
La artista capturó el momento de la geometría jugada.
Lo que a todos extrañó fue que en el primer plano de la pintura apareció el endemoniado bólido azul. Lo conducía un hombre diminuto sin corazón en el pecho.