69. Intrahistoria (Mar Horno)
Hace muchos años, la muerte encargó un vestido nuevo, cansada de sus enlutados harapos. Bellamente ataviada de carmesí, se peinó los largos cabellos y se puso su perfume de crisantemos. Sin cubrirse el rostro, fue a reunir a los miembros de su lista. Entró en una fiesta donde tenía que recoger al primero y cuando los invitados la vieron quedaron prendados de ella y la acompañaron. En vez de llevarse a uno tuvo que llevarse a todos, aunque para ellos no había llegado la hora. Fue después a recoger al segundo, pintor en la corte del rey, pero tuvo que llevarse también a sus discípulos. Fue a por el tercero, curtidor en el arrabal y sin remedio acarreó con todos los del gremio. Fue a por el cuarto, a por el quinto, pero millones la siguieron. Así fue como se originó la epidemia de peste negra en Europa. Y ahora, en este mismo momento, la muerte se está mirando con evidente desagrado al espejo, su precioso vestido rojo convertido otra vez en andrajos viejos. Os advierto.
Está de muerte. Realmente magistral.
Mi pamela roja te saluda, Mar.
Me gusta tu pamela roja, MªJosé. Un saludo
Como siempre, una gozada disfrutar de la prosa de Mar, sus imágenes, su cadencia, sus sugerentes invenciones… Por otra parte, sin embargo, me chirría el intento de precuela de la Peste Bubónica. El relato me estaba conduciendo deliciosamente a golpe de sugestivas imágenes,esperaba un desenlace potente e inesperado en esa línea, pero el cambio de rumbo me parece abrupto y explicativo, no completamente acorde con lo que venía prometiendo el texto… La última escena, eso sí, recupera la magia de nuevo, me encanta y aterroriza a partes iguales 🙂 Un abrazo y suerte!
Hola Nacho, qué alegría encontrarte aquí, cuánto tiempo!. Gracias por tu comentario.
Tremenda la ocurrencia de vestirse de rojo de la dama más temida, aquella cuya visita nadie desea. Un simple acto de estética, casi de coquetería, cambia la historia de Europa con una enorme mortandad, algo que provoca casi por accidente. Es su cometido, pero se le va de las manos.
Un relato intenso, con la Parca como personaje principal y la demostración de cómo un color puede tener una enorme carga simbólica detrás. Al final, el tétrico negro resulta mucho más deseable que el rojo y pone las cosas en su lugar. El primero es selectivo, natural; el segundo se lleva a la gente en masa, rompiendo el orden natural. Un relato a la altura de «La máscara de la muerte roja», de Poe, al que de alguna forma rinde un digno homenaje
Un saludo, Mar. Suerte
Hola Ángel. Algunos comentarios son mejores que los propios textos. Aquí el ejemplo. Muchas gracias por acercarte.
Tiene toda la pinta que «vista como se vista la mona» vamos a ir fatal. Aunque no sea lo mismo seguir a una guadaña que a una mujer de armas tomar vestida de rojo. Ni punto de comparación.
Cuando ya sepas qué se va a llevar (qué se nos va a llevar) la próxima temporada, nos avisas, vale??
Tienes razón Luisa, se vista como se vista, para nosotros es lo mismo. Yo creo que debemos prepararnos, no sé qué color le gustará ahora, jaja. Un beso.
Genial Mar. Esa fresa de «Os advierto» pone los pelos de punta. Muy bueno, como siempre
Muchas gracias Sara. Un beso.
Bello y amenazador relato. Me gusta ese salto «mortal» que lleva del tiempo histórico al momento presente.
Gracias Antonio. Yo la veo dispuesta a todo y espero que ahora no escoja el verde… Un abrazo y gracias por comentar.