07. Teorías cromáticas
Explicar los colores a tu hijo es todo un ejercicio de creatividad. Intento que sea divertido, porque está comprobado que así todo se aprende antes.
Siento a mi niño en su silla y la acerco a la mesa. La mesa es azul, siempre comenzamos con este color. Como el azul del cielo, le digo, y pregunta si mamá es también azul. Cambio rápidamente de color y acerco a sus manos la pelota roja. Roja, como los tomates de la ensalada, y ríe, porque no le gustan. Pasamos al amarillo, como el peluche que le ayuda a coger el sueño. Y como el sol, afirmo. Toca el verde, y recuerdo cabizbajo el vestido que llevaba ella, que acabó rasgado y ensangrentado, y recuerdo el coche volcado, y al bebé inconsciente…
Me busca con sus manos y palpa mi cara hasta encontrar esas lágrimas que intuye, pero que no puede ver.
Uys que penita, pobre mamá. Bueno Alvaro, deseo que ese pequeño protagonista aprenda muchísimo y que las lágrimas de su padre puedan ser de felicidad. Suerte. Feliz noche.
Gracias Mercedes. La mamita sí, pobrecita, pero los que quedan, y cómo quedan, da aún más pena, es la parte más dura de un accidente.
Abrazos.
Curiosa pedagogía de los colores con sorpresa final. Impactante y poético. Suerte.
Antonio, gracias por leer y sobre todo por comentar.
Un abrazo.
Dura tarea la de ese padre viudo, pero no lo es menos la del niño, huérfano de madre, que ha de conformarse con conocer los colores solo en teoría. Una pérdida irremplazable y una gran limitación pesan en un ambiente donde subyace la tristeza y la dificultad no es pequeña. Pese a todo, no se rinden, ambos tratan de salir adelante, apoyados uno en el otro.
Un relato muy humano, directo al corazón, con un componente de inevitable pesadumbre que se incrementa de forma progresiva hasta el golpe final, pero que también, a la vez, es un ejercicio de supervivencia.
Un abrazo, Álvaro. Suerte
Siempre bienvenido tu atento comentario, Angel. Siempre.
Un abrazo para tí.
Estoy segura de que en la mente del niño, su madre brilla con su propio es indescriptible color.
¡Suerte, Álvaro!
Seguro que así es, Alicia. Gracias por pasarte por aquí y dejar tu amable comentario. Un abrazo.
Teorías cromáticas muy creativas y la mar de dolorosas. Si el niño de la historia hubiera palpado mi cara, hubiera encontrado lo mismo que encontró en las mejillas de su papá.
Un micro difícil y emotivo, pero no por ello menos excelente.
Felicidades, ÁLVARO.
Un beso desde la Patagonia Argentina,
MAB
Gracias, Mariángeles, por leer el micro y por tu acertado y reflexivo comentario.
Ya ha llegado ese beso patagónico. Va otro de vuelta.
Abrazos riojanos.
Uno de los aspectos de toda tragedia es que muchas de sus consecuencias son irreparables. Aunque la vida sigue después, solo con la fuerza que muestran tus dos personajes se le puede hacer frente a pesar del dolor y las secuelas. Mucha suerte con esta gran propuesta, Alejandro, tan bella como triste.
Un abrazo.
Muchas gracias Enrique. Siempre necesitamos asideros para continuar, pero en algunas ocasiones son realmente imprescindibles. Me gusta el nombre que me pones: han existido grandes Alejandros. Un abrazo.
El esfuerzo del padre para describir los colores, la ceguera del niño y el origen trágico de esta dura realidad contra la que luchan cada día van en gradación ascendente hasta las lágrimas del viudo.
Un micro magnífico, triste y bello, Álvaro. Suerte y un abrazo.
Tristeza y esperanza. Sobre todo, esperanza, de la que dicen que es verde.
Un abrazo Carmen.
Un relato bien contado que no deja indiferente.
Abrazos
Un completo comentario de ocho palabras que me alegra el día, y la semana…
Gracias María, un abrazo.
El tiempo apaciguará la pena a medida que la dicha inunde la vida de su hijo. Doloroso relato, me ha encantado, Álvaro. Un abrazo y suerte.
Así lo espero, Salvador. Que el tiempo pinte de colores el futuro de los dos protagonistas.
Gracias por tu lectura y comentario, y un abrazo.
Hola, Alvaro. A veces, por el lugar donde me encuentro, leo los relatos de pasada: una espera en la consulta del médico, la parada del autobús, un momento de asueto con interrupción inesperada… Cuando tengo tiempo releo y, si puedo, comento. Acabo de repasar tu micro y disfrutarlo más pausadamente.
Una historia triste y melancólica, pero con enseñanza de superación. Creo que ese niño, gracias a su padre, es muy capaz de imaginar las distintas tonalidades de color y que, además, distingue mejor que otros los tonos de color que produce la voz de las personas.
Un cálido saludo y mucha suerte.
Muchas gracias Barceló, por tu lectura, tu relectura y tu apreciado comentario. Saludos cordiales.
Una preciosidad de relato, a pesar de su amargo final
Te deseo mucha suerte, Alvaro.
Besos.