88. LA CAJA (Mar González)
Sentado, con los pies colgando hacia el abismo desde la azotea, acaricia la tapa de la caja con la emoción contenida desde que tiene uso de razón. Ha pasado de generación en generación desde que los antiguos iniciaron un viaje sin retorno en busca de un futuro que no llegaron a conocer.
Lo que quedó atrás se ha convertido en leyenda. Su esencia se custodia en una colección limitada de cajas como ésta con las semillas que harán germinar una nueva era. Eso cuenta la historia.
La abre con delicadeza. Irradia una luz verde que contrasta con el grisáceo de todo lo que le rodea. En el fondo puede ver la imagen del prado del que tantas veces oyó hablar. Las flores que intentaron plantar sin éxito en esta tierra inhóspita. Los árboles llenos de fruta comestible.
Pero la caja está vacía. No quedan semillas, si es que alguna vez las hubo. Contempla cada detalle de las imágenes para que no se le olvide nada y cierra la tapa con cuidado.
Abajo le esperan ansiosos. Mientras desciende uno a uno los escalones, recuerda las últimas palabras de su padre: los recuerdos huelen a hierba mojada, como la esperanza.
Tu relato dibuja uno de los mundos más funestos que puedan imaginarse, un futuro distópico donde los haya, en el que el planeta se habrá degradado tanto que la vegetación será solo un recuerdo, con las últimas semillas guardadas como tesoros en cajas, la mayoría ya vacías. A pesar del drama, se atisba una leve esperanza al final, que solo puede ser verde, aunque queden pocas referencias para saber cómo era ese color.
Una historia narrada con sensibilidad, oficio y pinceladas líricas, con un toque de atención inquietante que nadie debería desdeñar.
Un abrazo y suerte, Mar
Mil gracias Ángel! Después de tus comentarios tengo que volver a leer mi propio texto y redescubrirlo. Es genial.
un abrazo
Quizás, dentro de ese futuro inhóspito que has dibujado, la esperanza esté, precisamente, en nuestros recuerdos. Quizás ellos puedan guiarnos (como especie) hacia esas escasas semillas para salvarnos
Muy buen texto, Mar. Espero que al jurado no le pase desapercibido, porque es una gran alegoría con un profundo mensaje
Muchas gracias Manoli! Me alegra que te guste.
Un abrazo