109. Los tesoros de la jungla
Cuando los representantes de la “Petrol Kaos Company” llegaron al corazón de la selva, encontraron una tribu. Le preguntaron al hechicero cuál era la mayor riqueza de la zona y el hechicero, sonriente, les contestó que no tuvieran duda, que seguro conseguirían algún bien. Procedieron a la deforestación durante meses y al no encontrar nada de valor, volvieron al hechicero pidiéndole explicaciones. Él les contesto con la misma sonrisa: “Os he dado un sueño. Durante estos meses lo habéis perseguido y ha sido el centro de vuestras vidas”.
Los delegados de la corporación se marcharon con el ceño fruncido y maldiciendo el poblado enlodado por sus máquinas. El hechicero se compadeció de ellos y, en un ritual consabido, se transformó en jungla.
Y recordó lo complicado que es sobrevivir con una sonrisa.
Las sonrisas son poderosas, pero a veces no resultan suficientes para sobrevivir. Los sueños también están bien, pero siempre que acaben por cumplirse, de ahí la frustración de los hombres y sus máquinas. Al menos, tras la desolación volvió a surgir la jungla.
Aunque el hechicero piense que es complicado, ojalá fuera posible que hubiese un borrón y marcha atrás para la desolación del entorno.
Un relato lleno de simbolismo, mensajes y espiritualidad, que por suerte termina imponiéndose sobre lo material.
Un abrazo y suerte, Antonio
Gracias una vez más por tu riguroso comentario, Ángel. Un placer leerte y que pases por aquí. Un abrazo