8. LA CORRUPCIÓN ES CONTAGIOSA
Sí, como si de un hongo se tratara, blanco por fuera pero venenoso por dentro, tenemos una epidemia de corrupción que ataca a altos cargos y se contagia también a cargos medios y bajos, porque para la corrupción no hay jerarquías, sólo tiene que encontrar un campo abonado para esparcir sus esporas. El abono preferido para que la corrupción arraigue es la avaricia, no importa que el infectado tenga muchos recursos, siempre quiere más, ya que uno de sus efectos es la ceguera que produce en el contagiado, incapaz de rechazar lo que le tienta, aun sabiendo que lo que hace está penado tanto por las leyes humanas como por las divinas. Pero esa ceguera le hace alucinar que sus actos van a quedar impunes, porque él es el que ostenta el poder y los demás son meros esclavos generadores de riqueza y no tiene más que blanquear su imagen para parecer honrado, con la principal arma de la que dispone el corrupto, la mentira, sin ésta no sería posible la infección y menos aún el contagio.