67. ANTIPATÍAS (Concha García Ros)
Siempre tan brillante, poniendo el toque de gracia a los dibujos de Pablito: que si los rayos de sol, que si las monedas del tesoro, ahora una estrella enorme, después la corona del rey… Así durante años, salvo aquellos días. Aquellos escasos días en los que el niño se sentía triste o decepcionado y, llevado por un espíritu de mil diablos, descargaba toda su frustración rasgando fuertemente el papel y llenándolo de oscuridad. Entonces conseguía ser por un rato el protagonista. Aquellas creaciones, por otro lado, terminaban en la papelera.
Y durante años resistió como pudo, así que ahora que a sus trece Pablo sólo lo usa a él en sus bocetos, que ese arrogante Amarillo se aguante, se fastidie, pase por lo que él pasó, condenado a un largo exilio.
El color amarillo se identifica a menudo con la alegría, con la luz. En ocasiones recibimos esa apertura, esas ganas de vivir con los brazos abiertos. En otras, preferimos la oscuridad. El estado de ánimo todo lo condiciona.
Tu personaje, con los años, ha renegado de esa luminosidad, dejándose vencer por unas tinieblas permanentes. Mucho ha tenido que sufrir y evolucionar en negativo desde que era niño. Cada persona tiene (o tenemos) nuestras manías y fobias, todas ellas se fundamentan en algún motivo. En el caso de tu personaje, queda abierto a la imaginación del lector.
Un abrazo y suerte, Concha
Gracias, Ángel, por tu comentario. Mi personaje se ha adentrado en esa etapa complicada de la adolescencia, donde se suele perder la luminosidad de la infancia, aunque también, por suerte, suele ser un estado transitorio. ¡Un abrazo!