55. Ventarrones (María Rojas)
En este pueblo ventoso doña Moñitos escribía cartas ávidas de libertad. Una tarde, el viento sopló fuerte y las palabras se disolvieron quedando de ellas unos caracteres ilegibles de bordes erizados. Un mulatito, musiquero él, con paciencia de cirujano, a punta de timbal, rescató las palabras convirtiéndolas en melodías.
Doña Moñitos cambió la libertad por el amor.
Un viento huracanado, de esos que por acá llamamos tumbamuertos, elevó las cartas, los amores y las melodías hasta las garras azules de una estrella analfabeta.
Doña Moñitos y el mulatico se mosquearon por los abusos estelares. Nada pudieron hacer, los negros, tienen negada la visa a los barrios celestiales.