69. Cicatrices disimuladas
Matías maquillaba cadáveres. Los dejaba tan guapos que a los familiares les costaba reconocerlos. Sus amigos le preguntaban por qué había elegido tal oficio y él respondía con evasivas, zanjando la conversación, si se alargaba, con un silencio inquebrantable.
Era un tipo feo, el más feo del barrio, según la unanimidad de sus vecinos. Quizá por eso eligió enmendar caras ajenas, como un ensayo remunerado para cambiar la suya en el momento en el que se considerara capaz.
Empezó trabajando en el cine. Los actores protestaban por las arrugas que sus egos se negaban a reconocer, y él se defendía asegurándoles que no eran de ellos, sino de sus personajes. Cansado de tratar con divos trasnochados, decidió ir a una funeraria a prestar sus servicios, donde todos se dejaban hacer sin queja alguna.
Cuando se creyó preparado, tomó su material y se perfiló los ojos, la nariz, los pómulos, la boca. Al salir a la calle, las antiguas miradas de desagrado se convirtieron en otras de total indiferencia. Por primera vez en su vida se sintió bien, libre de las ataduras de su rostro. Solo le preocupó una nube, que lloviera, que las gotas borraran su maquillaje de hombre invisible.
El rostro no debería ser considerado una tarjeta de presentación, en tanto cualquier persona merece ser valorada en su conjunto y no solo por un detalle, pero esa máxima de “la primera impresión es la que cuenta” la tenemos demasiado presente, incluso de forma inconsciente.
Tu protagonista ha fundamentado su actividad y casi toda su vida en ese hecho que padece, pues en el reparto a él le toco perder, con un diseño poco favorecedor desde el inicio. Gracias a su trabajo, que ha ido desde el maquillaje de altivos actores al otro, más agradecido, de los difuntos, ha perfeccionado la técnica hasta hallar lo más apropiado para su propio caso. Así ha conseguido, si no agradar, al menos no causar enojo de forma involuntaria. Muy mal lo tuvo que pasar cuando considera la indiferencia de los demás un regalo, convertirse en invisible, siendo, además, un remedio provisional, ya que si llueve todo se irá al traste.
Un relato con una carga de profundidad latente, la de que la belleza o lo que entendemos por tal puede llegar a ser una tiranía y una obsesión, a la vez que un lastre cuando se carece de ella, capaz de condicionar toda una existencia. También puede extraerse una reflexión sobre la superficialidad, la mala costumbre de desechar a las personas de entrada, otorgando demasiada importancia a su aspecto.
Un abrazo grande y suerte, Pablo
Amigo Ángel, no puedo imaginar un mejor enteciano de honor para este año que empieza.
Eres una parte fundamental de este mundo enteciano. Me atrevo a decir que tu generosidad para con nosotros es infinita. Tus comentarios deberían formar parte del concurso, o ser premiados. Siempre que te leo pienso lo mismo, que sabes leer muy bien los entresijos del relato, no solo la superficie, sino lo que hay debajo.
En este caso me da mucha alegría que hayas expresado tan bien la historia del amigo Matías.
Te mando un fuerte abrazo y te doy las gracias por tus palabras y por ser como eres.
Pablo
Prosa limpia y concisa.
Temática original.
8 (Notable alto).
Comentario conciso y claro.
Valoración excelente.
Subidón.
10. (Sobresaliente alto).
Gracias, Mødes. Un placer leerte siempre.
Parabéns!
Excelente blog
Ótima matéria
Obrigado.
Lamentablemente vivimos bajo la tiranía de la estética de superficie (o superficial, que es lo mismo pero con un toque de desprecio). Yo digo «lamentablemente» pero segurísimo que hay muchos guaperas por el mundo que dirán «afortunadamente», porque viven de eso, con eso y para eso. De ahí el éxito de los gimnasios y los laboratorios de productos de belleza y otras mentiras. A veces los veo y me dan un poco de envidia de lo bien -que parece- que viven, pero al segundo, como la zorra, digo, «están verdes».
Me ha encantado lo bien que has dejado caer una realidad actual con la estética de los guapos, los feos y los invisibles (que somos mayoría).
Un fuerte abrazo y que sepas que para mí eres un jodido guaperas.
Me encanta tu comentario. Tu reflexión es muy acertada y no puedo estar más de acuerdo. Yo veo bien que se cuide el cuerpo por temas de salud pero es verdad que lo del culto a cierto tipo de belleza está a la última.
Te quería dar un consejo, Isi. ¿Yo guaperas? Ve al oftalmólogo urgentemente. ?.
Abrazaco.
Como siempre, original, aparentemente divertido, y con una gran carga de profundidad.
Interesante micro.
Saludos afectuosos, Pablo.
Me llega mucho tu mensaje, sobre todo por lo de original y lo de la carga de profundidad.
Un beso fuerte, María Jesús, y gracias por pasarte por aquí.
Bonita vuelta de tuerca Pablo. Me ha encantado tu relato. Suerte.
Besicos muchos.
Me alegran muchos tus palabras, Nani. Esa vuelta de tuerca se me ocurrió casi al final. Menos mal que te gustó. ?.
Saludos y mil gracias.
Tu protagonista invisible me ha recordado al del «El perfume», por su búsqueda de la aceptación de los demás. Me ha encantado, padrino.
Un beso y mucha suerte.
Qué recuerdo tan bonito, ahijada. Gracias por pasarte. Me encanta que te encante. ?
Este Matías tenía sentido práctico, aparte de un amor propio que para sí quisieran muchos guapos, con eso de dejar el maquillaje de su cara para cuando supiera hacer bien el trabajo, y todo a costa de los demás; aunque este sutil detalle de humor, al igual que otros que hay en el relato, no logra ocultar su sentido triste, el de la vida de un personaje estigmatizado por su fealdad hasta el punto de condicionar, entre otras cosas, su elección de oficio. Me encanta el efecto de sorpresa de las dos últimas palabras, al tiempo que me sobrecoge su crudo significado. Gran título, por cierto, acorde con el desenlace.
Enhorabuena, Pablo, y mucha suerte con él. Un abrazo.
Yo ya tengo suerte. Mi suerte es leerte, Henry, ya sea en este comentario lleno de cariño hacia mi relato o contestando con esa humanidad y humildad que te caracterizan los más que certeros comentarios que estás recibiendo por esa maravilla que has escrito en esta convocatoria, y que es una lección de cómo desarrollar una magnífica idea de principio a fin. Suerte es tenerte por aquí entre nosotros para disfrutarte. Si Matías te hubiera conocido se hubiera maquillado de Enrique Mochón, una persona irrepetible descendiente de un adorable chimpancé. ?.
Un fuerte abrazo, amigo mío.
Jajajjajaj
Qué cosas dices (cuánto disparate y desatino, ?), amigo. La suerte es mía de tenerte siempre al otro lado. Un fuerte abrazo, Paul.