5. INVENTARIO
Al fin llegó mi hora.
He tenido una vida larga y plena, pero si hiciera un inventario de los momentos verdaderamente importantes seguro que me sorprendería al comprobar que no fueron tantos como yo, ingenuamente, pensaba.
Así que he decidido emplear el poco tiempo que me queda no en recordar mis grandes fracasos o mis pequeños triunfos, no en evocar los años ligeros ni los tiempos de plomo, sino en repasar, con una sonrisa, mi pequeña colección de huellas de esas que nunca se borran, de emociones especiales que, sin hacer apenas ruido, se instalaron para siempre en mi alma y me cambiaron la vida.
Una lágrima sincera, una risa espontánea, una palabra de ánimo, una ayuda oportuna, un reproche certero, una mirada de amor. Olores, tactos, sonidos, sabores…
Hasta el silencio de la nada, lejos del bramido.
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Todos somos coleccionistas de instantes, aún sin ser conscientes de ello.
protagonista, al final de su vida y demostrando verdadera sabiduría, hace recuento de lo que le ha merecido la pena, que no es otra cosa que aquello que le dejó huella. Quizá ha necesitado una existencia completa para darse cuenta de lo que realmente importa, los pequeños momentos, no por sencillos menos importantes, pero al final lo ha comprendido y apreciado, sabiendo poner el broche final más adecuado a una gran historia, sin dudam la suya. A mí me gusta cómo la has contado, en especial dos puntos clave y de lo más acertados: el título y la frase final.
Un abrazo y suerte, Purificación
Una vez más, muchas gracias, amigo. Y estoy de acuerdo contigo en cuanto a ese título y la frase final. El primero, como resumen conciso de lo importante, y el último, como despedida en busca de la eterna calma. Un beso, Ángel.