32. Atracción
Sentía que la luz mortecina del atardecer tamizada por el viejo visillo del salón la llamaba, y decidió ir a buscarla. Quiso levantarse, superar el encierro del antiguo sillón de orejeras, de sus piernas cansadas y torpes, de las voces insistentes con que su familia le mandaba sosiego. Intentó cruzar el pasillo y seguir la estela para llegar a su destino, pero se quedó sentada, incapaz, obediente, mientras su marido le daba paciente la papilla y sus pastillas.
La luminosidad, símbolo de vida, es fuente de atracción para cualquier criatura, hasta para las mariposas nocturnas. No en vano, el paso inmediato tras crear la Tierra fue aquello de: «Hágase la luz».
Tu protagonista tiene el impulso de seguir la estela de ese elemento vital, símbolo también de libertad, de la que carece por sus limitaciones físicas.
Un relato que muestra la desdicha de querer y no poder, la de la dependencia de los seres más queridos cuando el propio cuerpo se convierte en una cárcel, ajeno a la voluntad de quien lo habita.
Un abrazo, Ezequiel. Suerte
Gracias Ángel.
Veo que te ha llegado perfectamente la intención de mi relato, la angustia de quien quiere algo que le es imposible alcanzar, a veces, hasta la muerte.
Un abrazo.
Gran relato, Ezequiel. Captura al lector desde el principio y le acompaña con fluidez hasta que le revela su secreto con el final. Pienso que no le falta ni le sobra nada. Lo que dice genera expectativas, pero la clave está en lo que no dice. Duro y cargado de significado… de lo que fue y ya no es. Enhorabuena.
Un abrazo y mucha suerte.
Gracias, Josep María.
En mi trabajo (soy médico de paliativos) veo cada día el deterioro físico y la lucha de pacientes por sobrevivir o, en muchos casos, no. Es en esas situaciones cuando las familias (y los profesionales), con su mejor voluntad, se enfrentan a situaciones tremendamente complejas, no siempre acordes con los deseos íntimos del familiar (o paciente).
Me ha encantado la sensibilidad con la que cuentas esta historia de ese querer y no poder. Y los símbolos en los apoyas con sutilidad el dramatismo de la situación: luz mortecina del atardecer, el encierro del sillón, seguir la estela…
Mucha suerte, Ezequiel.
Gracias, Paloma. Intenté que los símbolos fueran un espejo de lo que pasa con asiduidad.