53. ANGUSTIAS (Yolanda Nava)
Angustias viste un luto deslucido, comido por el sol hambriento del patio interior. Nadie en la finca sabe a quién se lo guarda pues llegó ya con él y ella es más de silencios que de dar explicaciones. Si te aventuras a preguntar cómo está, por toda respuesta lanza un suspiro largo que no cesa hasta que no se te mete bien adentro y te contagia su pena, que no por ser ajena duele menos.
La primera afectada fue Felicidad, la del primero, que estuvo sin pintarse las uñas ni ponerse tacones una semana. Después le tocó a doña Rufina, la portera, lloró durante tanto tiempo que la portería se le llenó de renacuajos diminutos, casi transparentes.
Al que más o al que menos le ha salpicado la pena de doña Angustias y cada uno la lleva como puede. A mí se me ha metido dentro al abrir para ventilar y llevo días sin salir, presa de malos augurios. Me ha telefoneado el vecino del quinto, dice que él tiene el remedio, que si quiero baja y me la quita. Le he instado a que pruebe antes con doña Angustias, los males hay que cortarlos de raíz.
Qué bueno, Yolanda, me encanta. ¡Suerte!
Saludos.
Un gran relato. Mucha suerte
¡Genial!
Muy bueno, se echa de menos la continuación.
Una auténtica maravilla, Yolanda. Besos y mucha suerte, este va al libro seguro.
Hay que tener cuidado con los nombres que los padres ponen a los hijos, porque marcan su existencia, y de qué manera, como le sucede a tu protagonista. La pobre necesita ayuda y ánimo. Esperemos que ese vecino sepa dar con la clave para cortar de raíz su congoja que, además, es contagiosa.
Un relato triste, desde luego, pero no por ello se disfruta menos.
Un abrazo y suerte, Yolanda
Qué magnífico contraste entre la pena que suscita el relato y la respuesta al solícito vecino del quinto.
Muy bueno, Yolanda. Felicidades.
Excelente texto, Yolanda, narrado de forma magistral, me encanta la metáfora de los renacuajos en la portería. Y sí, no lo pensamos muchas veces, pero las emociones son tremendamente contagiosas, y cuando enraizan son difíciles de arrancar.
Un abrazo.
Muchas gracias a todos!
Belén, me lees con muy buenos ojos, ojalá estuvieras en el jurado.
Eso es lo que necesita, la tal Angustias, que le quiten la penas y de paso que entre el sol en todo el edificio. Me ha gustado tu relato, Yolanda.
Suerte y un abrazo.
Genial. Esa pena del vecindario que me ha atrapado, y con un final muy bueno. Gran propuesta, Yolanda. Suerte y un abrazo.
Muchas gracias también a vosotros, Rosy y Pablo, por leer y comentar.
Me ha gustado mucho, la historia en sí y tu magistral forma de contarla. Enhorabuena.
Gracias Rosalía.
Me encanta Yolanda, siempre elegante. La tristeza se derrama por el bloque de viviendas pero no logra llegar al quinto piso… Mucha suerte
Está claro que a la señora Angustias le falta una vitamina, pero con un vecino tan servicial seguro que consigue aliviar su pena. Ella y todas sus vecinas.
Me encanta tu propuesta, Yolanda. Es original y con un final divertido. Mucha suerte.
Es que las comunidades son así, que lo mismo sientes pena por la vecina que te la quieres restregar, una derrama de tristeza que otros quieren usar en su beneficio, me gusta por lo que transmite y por la carnaza del final. Bravo!!Besotes
Gracias también a vosotros: Mar, Maria José y Manuel por leer y comentar.
Fuerte abrazo.