16. LA PUERTA DEL MAL (Mercedes Marín del Valle)
Consultó su reloj antes de llamar. Tenía cita. Un hombre lúgubre, de pelo pobre y gafas obsoletas, saludó distraído y la hizo pasar a una habitación. Mientras él se preparaba, ella observó sin disimulo los detalles de aquel cuarto. Tres sillas de terciopelo rojo, una mesa vestida, una lámpara de araña, un mueble abarrotado de figuritas de cerámica, un jarrón con flores de plástico, retratos antiguos en marcos plateados y un par de imitaciones de Van Gogh. Aberrante. Lo más opuesto a su concepto de decoración.
Se sintió incómoda, por el lugar y por la intención que la había llevado allí, pero la rabia acumulada le dio la fuerza para reponerse. No permitiría que su marido la abandonara. Los celos, inquilinos de su estómago, no la dejaban comer ni vivir. Era hora de poner fin a su sufrimiento.
Antes de entregarse totalmente al ritual, la voz de su madre resonó en su mente: “Desear el mal ajeno suele atraer tu propia desgracia. “ Cerró los ojos pensando, que nada podía ser peor que aquel sentimiento de frustración sostenida, luego, dejándose seducir por el sonido hipnótico del mantra susurrado en lengua desconocida, mostró su lado más oscuro. La vela negra vibró.
Una mujer capaz de todo con tal de no perder a su pareja, hasta de usar magia negra, aunque le cause daño a aquel a quien tanto idolatra; le prefiere antes perjudicado o muerto que en brazos de otra, bajo la embriaguez de un egoísmo desesperado.
En lugar de recurrir al diálogo, o desplegar sus encantos y argumentos para volver a interesarle, ha escogido el camino más oscuro. Ni siquiera el sensato mensaje de su madre sirve para frenarla. Está decidida a traspasar esa puerta.
Un relato escalofriante y la muestra de hasta dónde puede llegar una mente obsesionada, incapaz de darse cuenta de que el amor verdadero consiste en desear el bien del otro, no lo contrario.
Un abrazo y suerte, Mercedes
Hola Ángel. Cuánto bueno por aquí.
Cómo muy bien dices las personas que quieren a otras nunca le harían el mal pero en este caso se confunde el querer con el controlar y ahí viene el problema.
Igual que esas personas pueden acabar tan mal cómo lo que desean, tú tienes el cielo ganado por ser una persona que siempre mira bien por todos nosotros.Un abrazo Ángel feliz tarde.
Hola Juan. Querido amigo. Conocí por casualidad a una señora que hacía ese tipo de trabajos malsanos. Me comentó que tenía la agenda repleta y que está a la orden del día desear mal a los prójimos y prójimas. Qué barbaridad!!! Y yo que pensaba que habíamos evolucionado.. La señora estaba achacosa, y es que desear el mal no sale gratis.
Gracias por tus bonitas palabras hacia mi y mis composiciones. Como te decía, esto no sería igual sin ti. Abrazos y felicidad.
Tu historia da un poco de miedito. Creo que esa ha sido tu intención y lo has logrado, al tiempo que nos enseñas distintas «artes» existentes que desconocemos para alertarnos.
He vibrado como la vela negra, que espero nunca se encienda para mí.
Suerte y un besito virtual, Mercedes
Hola María Jesús como le comentaba a Juan, estos procesos son más comunes de lo que creemos así que como tú bien dices que Dios nos coja confesados y que nadie ponga sus malos ojos sobre nuestro corazón y nuestra persona. Gracias por venir a mi espacio. Un abrazo y felicidad para ti.
Mercedes,
Muy bien recreado todo el ambiente, la verdad que da respeto solo pensarlo. Me ha gustado mucho esa expresión de los celos inquilinos de su estómago, muy ingeniosa. Está genial!
Abrazos
Hola, Aurora. Gracias por visitarme. Ya ves que hay gente para todo y alli donde menos lo esperas, salta la liebre, jajaja.
Deseo que tu estés bien pertrechada y seguro que llena de luz para que nadie pueda intentar robártela. Con ese nombre tan precioso ya estás bendecida.
Abrazos y felicidad.
Hola, Mercedes. Son muy malos consejeros los celos de esta señora, pues le hacen abrir una puerta que le será imposible cerrar, y a ella más que a nadie… Leo tu micro tan bien ambientado, tan certero, y se me vienen a la mente unos cuantos refranes, especiamente éste: «el mal que uno hace, vuelve»…
Me impresionó tu comentario sobre la señora que hacía trabajos malsanos, con la agenda repleta… parece mentira que haya gente que los haga, y gente que busque hacérselos a alguien por celos, por querer controlar y poseer al objeto de su… ¿amor?
Aunque dé miedito, ¡que bien escrito el micro!
Cariños,
Mariángeles
Malísimos consejeros porque pueden conducir a una realidad inexistente. La mente por sí sola puede ponernos trampas difíciles de salvar cuando no estamos al cien por cien.
Mariángeles, deseo que tengas un día precioso y agradezco de corazón tu lectura y comentario. Abrazos desde Extremadura.
Una vez abierta la puerta, el umbral hacia la locura queda en manos de sentimientos que escapan a tu control. Muy buen relato, Mercedes. Un abrazo y suerte.
Hola, Salvador. Gracias por tu visita y comentario, y, como bien dices, cuando no eres capaz de desechar el ruido mental mentiroso y agobiante, solo surgen ideas peregrinas que dañan sobre todo al que las recrea.
Un abrazo veraniego. Que estés feliz
Hola, Mercedes.
Los celos son ya un mal en sí mismos. Abrir puertas a fuerzas oscuras no creo que vaya a reportarle a este personaje, ni a nadie, buenas consecuencias.
Tu narrativa, como siempre, muy completa y llena de detalles descriptivos.
Espero que estés pasando un verano sensacional. Un refrescante abrazo, apreciada Mercedes.
Hola, Barceló. Siempre un placer encontrarte por estas páginas.
Los celos patológicos a quien más daño causan es al que lo sufre, sobre todo porque lo anulan como persona y lo convierten en una alimaña.
En este relato he querido dejar una reseña sobre esas personas de velas negras y otras insanas prácticas que son cómplices silenciosos e interesados.
Te deseo un feliz verano, amigo. Abrazos.