70. Fisioterapia de choque. (Montesinadas)
Reconoce al instante el tatuaje en su espalda. El dibujo de la cabeza de un tigre que se deforma cuando le hunde los dedos para detectar el punto gatillo al que quiere acceder. La misma espalda que había visto cogiendo la cintura de su mujer en la vereda del río, no una vez, sino muchas en su juventud y quién sabe si ahora también. La cabeza rallada del animal ocupa la superficie completa del trapecio, ese músculo que sube hasta la base del cráneo y que dice que lo está matando de dolor. ¡Qué sabrá él de la muerte!
El azar ha puesto a su próxima víctima a merced de sus criminales manos. Pero si lo hace, romperá su promesa. No debe arriesgar más de lo necesario ni llevar al trabajo sus problemas personales. Cumplir esa sencilla norma le ha permitido disfrutar de una buena salud mental, capaz de equilibrar sus dos vidas, y le ha mantenido la sangre fría necesaria para llevar a cabo, sin dejar pistas, las muertes que le encargan. La misma sangre fría con la que en estos momentos retuerce el cuello del hombre que apenas oye el crujir de las cervicales.