24. Evasión (Ezequiel Barranco)
La especialidad del joven indigente, que hacía malabares en el semáforo de debajo de mi casa para ganarse algún sustento, era la cascada con cinco mazas, pero cada vez que tiraba una por encima de tres metros, se convertía en paloma y desaparecía. Cuando se quedó sin ninguna, hizo los mismo con pelotas, pero se transformaron en gorriones al elevarse demasiado. Probó con bastones, que se hicieron jilgueros y finalmente con un diábolo, que se alejó con el vuelo majestuoso de una gaviota.
Harto de perder sus utensilios, se hizo acróbata. Entretenía a los que lo miraban con bailes, contorsiones, piruetas y saltos, pero su número más impactante era el triple gran salto, que hacía desde lo alto de un contenedor cercano. El último ejercicio que le vi, a principios de otoño, fue espectacular y superó su propio récord de altura. Hoy vuela feliz con otras cigüeñas, camino de tierras más templadas.
Quizá no haya mayor felicidad que la de evadirse de una realidad adversa (como es el caso de la indigencia de tu protagonista) y caminar hacia cielos de libertad.
Una historia llena de hermosa fantasía.
Un abrazo, Ezequiel.
Suerte
Un placer escribir, sobre todo para recibir tu comentario.
Gracias.
Un relato fantástico, como cuando un mago lanza algo al aire y se convierte en paloma, en confeti o simplemente desaparece convertido en éter. Volar. Cuánto habremos soñado con volar, con elevarnos más allá, mirar desde arriba: sueños. Para los japoneses, la cigüeña es símbolo de longevidad, salud y felicidad. Suerte y abrazos, Ezequiel.
Gracias, Rafael, por tu comentario.
La simbología de la cigüeña es un valor añadido a mi relato.
¡Que relato tan hermoso, Ezequiel!
Felicidades. Me parece un relato sorprendente y cargado de poesía.
Ese sentirse más puro, más alejado de la contaminación propia y ajena. Describir un micro de tal manera, que, al punto nos deja un punto de inflexión por si hay que hacer el cambio de un plano más cómodo del personaje a otro más incómodo y como escritor genial que es Ezequiel, no lo vemos.
Es q es realmente un gozo y otra clase de literatura cada lectura de un microrrelato de Ezequiel
Gracias,Gloria,me alegro que te haya gustado.
Gracias, Antonio, la poesía acompaña muchas veces nuestras vidas. Hay que descubrirla y contarla.
Marta, un subidón leer tu comentario. Muchas gracias un un beso.