55. Cuando la calle era el mundo (María José Escudero)
En aquel tiempo, era conocido que en la casa de vecinos donde vivíamos, se rezaba el Ángelus en el primer piso, se cantaban coplas atrevidas en el segundo y en los techos inclinados del sobrado se recitaban, a escondidas, versos prohibidos. Mientras, ajenos a la Historia y sus historias, los niños ocupábamos la calle y un bullicio de canicas y peonzas, de muñecas y patines se mezclaba para celebrar la alegría de un día sin escuela. A menudo, algún jubilado de ceño fruncido nos alertaba de los peligros: “Se acerca un camión, chavales”. Y nos apartábamos entre empellones y risas imposibles de contener. Luego, cuando la amenaza desaparecía, al grito de “este rabo pide pan y este otro mazapán”, el juego continuaba. A veces, del balcón de la señora Hortensia se escapaban notas de piano y todo se detenía unos instantes. Incluso el colchonero, que vareaba la lana en la acera, permanecía ensimismado al escuchar tan magnética melodía. Hasta que las voces apuradas de las madres nos llamaban a comer y se rompía el hechizo.
En aquel tiempo, la calle era el mundo. Todavía ignorábamos que la felicidad sabe a pan con chocolate, que la vida toma carrerilla… y vuela.
La felicidad era eso, lo más sencillo, porque la infancia es la patria a la que no podemos volver. Los que tenemos una edad recordamos esas vivencias que cuentas tan bien.
«La calle era el mundo», efectivamente, un universo compartido, lleno de interrelaciones, juegos, detalles, afectos, vida, en suma, pero sobre todo, felicidad y alegría.
Los recuerdos entrañables hacen que nos demos cuenta de los dichosos que fuimos con muy pocas cosas. En la época actual tenemos más medios, posibilidades y recursos teóricos, pero algo debe de fallar porque nunca estamos conformes del todo. Estos tiempos pasan sin dejar tanto poso como aquellos.
Un título apropiado para un relato con el que muchos nos identificamos.
Un abrazo, María José, suerte y que pases estas fiestas de la mejor manera posible.
Magnifica imagen de la calle cómo espejo del mundo. En ella ocurre toda la actividad vital que nos has pasado ante nuestros ojos como una película.
Feliz Navidad, María José
Qué bonito María José! Me he visto en mi calle hace muuuuchos años, con los pies helados y las manos en los bolsillos, preparado con otros chicos del barrio para subir a pedir el aguinaldo. La felicidad estaba ahí, escondida entre la miga y la corteza de un pan que, para qué engañarnos, yo tiraba la mayor parte de las veces, eso sí, no sin antes haberle dado un beso.
Mucha suerte!!
Bsssss!!!
Hola, María José:
Qué nostalgia desprenden estas escenas antiguas que tan bien nos has dibujado con palabras. Pues sí, los que las vivimos, sentimos que «la calle era el mundo», que tan acertadamente resumes. Es verdad que recordamos más los momentos felices y llegamos a veces a idealizarlos, pero no cabe duda que tuvimos momentos muy dichosos viviendo en la calle, con una sensación de libertad que ahora es impensable, sobre todo en las ciudades. Suerte, Feliz Navidad y un beso.
A veces, paso por mi calle y no puedo evitar recordar el bullicio de aquel tiempo de juegos y risas. La felicidad nos hacía guiños y no lo sabíamos. Un poco de nostalgia sí que hay…
Muchas gracias, Paloma, Ángel, María Jesús, Juancho y Juana María,por vuestra visita y vuestros amables comentarios. Aprovecho para desearos una feliz Navidad. Gracias de nuevo. Besos para todos.
A pesar de que el planeta giraba igual, cuando la calle era el mundo, todo parecía más simple, más sencillo y controlado. Ahora que nuestro mundo aparenta que lo es todo, nos asomamos al recuerdo para buscar lo esencial y darnos una lección a nosotros mismos. Gracias por las imágenes y el recuerdo, María José. Suerte y abrazos de pan con chocolate.
Muchas gracias, Rafael por acercarte y comentar esta escena nostálgica. Y también por ese abrazo de pan con chocolate. Un abrazo del mismo sabor para ti y Felices Fiestas.
Hola, María José.
Un relato de auténtica nostalgia. Los recuerdos buenos traen felicidad.
Un cálido abrazo y feliz año 2022, que lo tenemos ya a la vuelta de la esquina.
Un abrazo, Ángel. Feliz Año Nuevo y gracias por acercarte por aquí. Un abrazo.