23. Adalberto, infierno y paraíso (Toribios)
A los quince años, Adalberto leyó aquel libro sobre Suecia por el que supimos que por allá había expendedores de condones, baños de vapor y la costumbre de llevar a las novias a dormir a casa.
Encandilado, Adalberto decidió contestar el anuncio de Birgit, una chica de Kiruna, que pedía amistad con chicos españoles aficionados a la pesca. Aunque Albert (así firmó la carta) no tenía ni idea de sedales ni de carretes, pronto enseñó orgulloso las fotos de aquella vikinga rubia y exuberante como el más avezado pescador mostraría un gran salmón.
Tras varios años, la cosa fue avanzando, y quiso Bertín conocer a la bella. Lo hizo un otoño, cruzando Europa en trenes cutres. Lo primero que sintió al llegar fue frío, pues Kiruna era puro hielo ya en octubre, aunque en las fotos siempre hiciese sol. Lo segundo fue decepción, pues Birgit no era rubia y tampoco escultural, sino morena y con cara de esquimal.
Pero quiso Fortuna, ayudada por Diana, que surgiera entre ambos algo más que amistad. Algo tuvo que ver el calor compartido en la sauna del hogar.
Tu relato me recuerda los años 60, cuando aparecieron los primeros turistas del norte de Europa. En esta ocasión es el protagonista quien viaja hasta Suecia. En medio del hielo conoce el calor del amor.
Un micro contado con dulce ironía. Suerte con él, Antonio. Un abrazo.
«La suerte de la fea, la linda la desea», dice el refrán. Y hay otro refrán que dice que «La mentira tiene patas cortas». Él no dijo su verdadero nombre en la carta,y ella mintió sobre su aspecto. Sea como fuere, sauna mediante, las diosas Diana y Fortuna obraron su magia, así que todos contentos… Lo mejor del micro, más allá de su buen final, es cómo versa sobre cuestiones que nos suelen sobrevolar a los humanos: el deseo de aceptación, el temor al rechazo, y cómo se suele «aderezar» la apariencia para evitar uno y lograr la otra…
Muy bueno, Antonio. Me gustó.😘😘😇😇
La apariencia y hasta los disfraces van por un lado, mientras que el amor y el entendimiento siguen el suyo; éstos últimos van tan a su aire que a veces parecen movidos por el capricho y la falta de explicación lógica. El que una chispa prenda es un verdadero comienzo que repele cualquier frialdad externa, pues insufla calor en el corazón.
Un relato que habla de la importancia de saber mirar. Los ojos nunca son suficientes, incluso a veces engañan, pues distraen y confunden, dan por hecho o rechazan sin verdadero fundamento. La verdadera observación es algo muy completo y profundo.
Un abrazo y suerte, Antonio
Gracias, Carmen. Efectivamente, evoca tiempos pasados. Por los 70 se publicó en España la traducción de Suecia, infierno y paraíso, de un tal Enrico Altavilla, que hablaba de costumbres sexuales de los nórdicos. Ahí me inspiré para esta historia de frío y también de comienzos.
Gracias Mariángeles. Me gusta tu lectura. No había pensado en que Berto/Albert/Bertín cambiase en nombre con fines de guapear su persona, pero está muy bien. Por lo demás, haces un análisis estupendo de lo que subyace. Saludos.
Gracias, Angel. Como siempre agudo, sensible y analítico. Desde luego, hay frío y hay calor, y también sentimiento. Un abrazo.