62. Calor de hogar (Salvador Esteve)
La vejez es una reacción exotérmica, el calor huye de tu cuerpo y, además, repele la transferencia de energía con otros humanos. En mi caso pronto percibí el helor. Primero mi mente se entumeció, luego todo mi ser se convirtió en un iceberg: un tempano de hielo sentado en el salón. Mi yerno siempre me aproxima su cubalibre para mantenerlo frío. Mi hija, cuando el vaho que desprende mi organismo le empaña la cristalería, me coloca una rebequita. Anhelo un verano caluroso que me derrita definitivamente. Solo espero no estropearles la moqueta.
La vejez, ese destino último, o penúltimo, que nos espera, en teoría a todos, con una innegable connotación que, no debería, pero a veces, es negativa: degradación física, sensación de no contar, de estar «de más».
Un relato en el que, a través del calor y el frío, despliegas una problemática tan real como posible, un micro para reflexión.
Un abrazo y suerte, Salvador
Hola, Salvador, tu micro describe el deterioro de la persona con una mezcla de tristeza y humor. Porque a pesar de que envejecer es lo más natural, no deja de ser una faena, aunque no hacerlo ya sabemos que conlleva una muerte temprana, lo cual es peor. Me encanta la frase final, qué considerado el anciano que se preocupa de «no estropearles la moqueta». Lo del yerno con el cubalibre acercándoselo para mantenerlo frío y el vaho que desprende el viejito empañando la cristalería, también tienen mucha gracia. Vamos, que logras con tus palabras arrancarnos una sonrisa tras otra, a pesar de que hablas del final de una vida. Todo un acierto. Me ha encantado. Suerte y un abrazo.
A mí, que ya no veo lejos ese helor del que hablas, este relato me ha dejado helada. Muy logrado el efecto de frío absoluto.
Ángel, Juana, Edita, muchas gracias por vuestros comentarios. Generalizar siempre conlleva una porción elevada de injusticia, pero para muchas personas la vejez es sinónimo de soledad, y no solamente física, sino también afectiva. He querido que la ironía del anciano sea una crítica ante esta triste realidad. Os reitero mi agradecimiento. Abrazos calurosos.✍
¡Qué título tan irónico y acertado!