62. AQUELLOS TIEMPOS (Alicia Alguacil Agudo)
Estaba en la entrada de la casa en un alargado armario de cristal. Se veía su bonita esfera pintada con motivos florales y unas grandes agujas doradas. En la parte inferior del cristal, veíamos dos grandes pesas doradas que mi padre diariamente colocaba arriba para su buen funcionamiento.
Crecimos con su tic-tac, y no le prestábamos la más mínima atención, hasta que empezamos a salir como niñas adolescentes, entonces nuestra visión cambió y empezamos a verlo como nuestro enemigo, el que nos delataba si llegamos más tarde de lo permitido. Mi padre serio, señalaba los minutos que llegábamos tarde, que a veces eran demasiados y motivo de castigo. Así empezó nuestro odio a ese bonito reloj de pared.
No recuerdo quién fue, solo recuerdo que faltaba una pesa y hubo castigo para todas durante el verano. Aún hoy no la hemos encontrado, pero desde entonces llegamos siempre pronto. Él se paró a las 10 horas.
Tu relato dibuja con palabras que invitan a la nostalgia la eterna lucha entre la niñez y la edad adulta, la difícil adolescencia, tan complicada de manejar para los padres, que tiene en la hora de llegada a casa una de sus batallas: la de las hijas por buscar su propio espacio, que coincide también con su propio tiempo, en oposición al temor de los progenitores a que algo terrible pueda suceder a quienes tanto se quiere. Quizá no sea nada nuevo, pero está bien contado y nos hace verlo desde fuera, comprender a unos y otros, con independencia de haber sido adolescentes también, y/o padres después.
Un saludo y suerte, Alicia
Gracias, tus palabras me reconfortan al saber que he conseguido llegar a alguien.
gracias