32. Pupa
El hijo de la portera es un bicho – escucha decirle mamá a papá durante la comida. Y no puede evitar imaginarlo con repulsivas antenas y enormes ojos. Es tal el pavor que siente ante la posibilidad de cruzarse con él en las escaleras que finge estar enfermo para no tener que salir de casa. Así, pasa los días metido en la cama, arrebujado entre las sábanas, sin probar bocado. La madre, preocupada, se asoma a la puerta preguntándose cuando saldrá de la habitación.
Pronto – le tranquiliza el padre – Ya se le adivinan las alas.
Un ser angelical ha de ser, a la fuerza, capaz de detectar la presencia de un antagonista del averno.
Un relato con pereonajes contrastados, narrado bajo la sensibilidad infantil de una de las partes, cercana al ‘mobbing’, con explicación divina que solo se desvela al final.
Un abrazo y suerte, Raúl
¡Muchísimas gracias Ángel!
Un afectuoso abrazo.
Tanto miedo al niño bicho y al parecer él termina convirtiéndose también en insecto. Yo lo veo como la llegada a la temida época de la adolescencia.
Lo que es indiscutible es que la adolescencia es un periodo de cambios y los adolescentes, en ocasiones, se sienten como un bicho raro.
Parece un guiño a La Metamorfosis de Kafka. ¿El niño no se llamará Gregorio? Jefe. Saludos.
Algo de eso hay. De hecho, he querido jugar con esa idea en el título del microrrelato. Pupa es además una fase de la metamorfosis.
Quién sabe si estos dos volaran juntos… ya dicen que del amor al odio hay un paso.
Me ha parecido excelente tu relato, Raúl, en cualquiera de los posibles significados.
Felicidades.
¡Muchas gracias Manoli!
Y sí, quién sabe.
Que echen a volar por fin los hijos es lo que más desean sus padres.
Qué más decir, aparte que me gustó por imaginativo e ingenioso.
Sonrisas mil.
Nolis
¡Mil gracias!
Muy bueno.
Abrazos marinos.
¡Gracias María!