55. La sonrisa
Se había especializado en razas extintas y al investigar la del planeta Tierra se sorprendió de la semejanza de los terrícolas —aunque de carcasa menos metalizada—, con los de su planeta. Según los datos de su PENTHEX-Z9, los terrícolas fueron portadores de un disco duro que les capacitaba para el entendimiento, la comprensión y la habilidad para resolver problemas. Pero avanzando en su investigación desterró cualquier vestigio de inteligencia. ¿Cómo calcular si no la necedad de sus acciones? Las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero a la atmósfera destruyeron la capa de ozono propiciando su propio exterminio y el de todos los seres orgánicos.
Mas sus sensores alcanzaron niveles máximos de temperatura al encontrarse con el primer plano de una terrícola y la mueca de esta. Al procesar la información descubrió que se necesitaban doce músculos para generarla. Lleva dos ciclos galácticos calculando cómo programarla.
Somos una especie capaz de lo mejor y de lo peor, sin desdeñar la magia inexplicable, pero potentísima, de una sonrisa, uno de los gestos más poderosos, que existen, capaz de encender hasta un corazón inanimado por encima de toda lógica y frío análisis.
Como una sonrisa, tu relato es sencillo y de lo más atrayente, hasta capaz de enamorar.
Un abrazo y suerte, Rosy.
Muchísimas gracias, mi querido Ángel, por ese comentario tan bonito y que yo no había leído en su día… 🙁
Un abrazo grande y siento la ¿tardanza? Ja, ja, ja…