71. El zulo (Rosy Val)
Solo era una cuestión de dinero y el hombre, a pesar de no hablar casi nada, estaba de muy buen ver. Yo también me pasaba el día allí dentro. Apenas si salía a la calle. No iba de discotecas ni de bares; mi única opción era ligar en mi lugar de trabajo.
Tras varios intentos y ante su falta de interés, me cambié de peluca, por si le gustaba más de rubia o pelirroja. Pasados unos días recurrí a un sugestivo picardías. Hasta probé con diferentes perfumes. Juro que no lo entendía. Jamás nadie había osado rechazarme. Tarde o temprano, todos terminaban coladitos por mis huesos. Era tal mi asombro y desconcierto que opté por estimularle con mis maravillosos ojos verdes.
Cuando mis compañeros se enteraron —no sé cómo pude irme de la lengua— y me refrescaron las normas, no nos quedó otro remedio que ser consecuentes. Además, ¡qué puñetas!, si hubiera pasado por el aro o me hubiera hecho partícipe de sus preferencias, no me habría expuesto y la resolución habría sido otra.
Si lo he entendido bien, tu protagonista sufre algo parecido al síndrome de Estocolmo, solo que en lugar de atracción del secuestrado hacia su secuestrador, ha resultado al contrario.
Tiene que ser duro permanecer en un lugar cerrado, querer atraer la atención de la única persona que hay allí y no conseguirlo, porque el campo es de actuación no puede ampliarse más..
Un relato sobre una diosa rechazada y su reacción de perplejidad (espero no haber errado mucho con mi pequeña interpretación)
Un abrazo y suerte, Rosy
Caramba con tu diosa de ojos verdes y sus compinches, aunque hay veces…que ni los ojos más preciosos consiguen cambiar las preferencias, y me temo que retratas una de ellas. Much suerte, Rosy.
Un beso
Lo has interpretado de maravilla, mil gracias Ángel, un cariñoso saludo desde mi querida Málaga.
!Besotes!
Hola Rosy, narras una situación poco común y por eso resulta interesante. La mujer que vigila al secuestrado, hastiada de su papel, da prioridad a la conquista del único hombre que tiene a su alcance, animada además por la buena pinta de éste y para ello emplea todas sus armas, hasta conseguir su objetivo. No se la ve arrepentida precisamente por haberse saltado las normas. Original propuesta Rosy. Suerte. Un abrazo.